Joseph Ratzinger, el papa Benedicto XVI fallecido este sábado a los 95 años, nació en Sábado Santo, día más que significativo de todo lo que estaría por venir. Fue el 16 de abril de 1927 en la pequeña localidad de Marktl am Inn (Baviera, Alemania) y, a las pocas horas, fue bautizado, quizás para aprovechar el simbolismo de tan señalado día. Hijo de un comisario de gendarmería del que heredó el nombre y de una cocinera que abandonó su empleo al casarse, María Rieger, el pequeño Joseph se crió en el seno de una familia modesta, descendiente de agricultores y artesanos, en la que se educó en la fe.
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Joseph Ratzinger padre y María Rieger se conocieron a través de un anuncio que él publicó en el diario católico Correo de Nuestra Señora de Altotting, buscando novia con la que "contraer matrimonio" y que sea "católica, que sepa cocinar y a ser posible coser, con patrimonio", tal y como se recoge en el libro Últimas Conversaciones, fruto de una serie de entrevistas del autor, Peter Seewald, con el Papa emérito.
Aunque el libro no trata el asunto, Seewald aseguraría posteriormente que el hombre que un día se convertiría en Benedicto XVI tuvo un amor de juventud cuando comenzó sus estudios superiores. Ese amor "le causó mucho tormento", mantendría el escritor en el semanario alemán Die Zeit. "Uno de sus compañeros de estudios me contó que impresionaba a las mujeres y viceversa". Por eso, aunque desde muy joven tuvo clara su vocación, "decidirse por el celibato no fue algo fácil para él".
Uno de los episodios de su vida que más ha dado de qué hablar fue su paso por el Ejército nazi como soldado. Estudiaba en el seminario cuando, con 14 años, fue obligado a afiliarse a las Juventudes Hitlerianas, como el resto de compañeros de estudios, y a los 16 fue llamado a filas. Él, como tantos otros niños, en esa y en tantas otras guerras, no tuvo otra opción.
Décadas después aseguraría que nunca había disparado un tiro, como recoge el canal de televisión alemán DW. Desertó en cuanto pudo y fue hecho prisionero por los vencedores y, antes de todo eso, en 1937, su padre dimitió como gendarme en jefe en pleno apogeo del nacionalsocialismo, siendo plenamente consciente de los problemas que esa decisión le podrían acarrear a él y a su familia.
-Así era el día a día de Benedicto XVI tras renunciar al papado
Desde joven tenía claro que quería ser sacerdote. Lo hizo en 1951, con 24 años y después de haber terminado sus estudios de Teología católica y Filosofía en la Academia Filosófica y Teológica Frisinga y en la Universidad de Múnich. Fue una emotiva ceremonia que compartió con su hermano mayor, Georg. Ambos recibieron el sacramento sacerdotal al mismo tiempo.
Georg sería uno de los grandes apoyos de Benedicto XVI durante toda su vida y el único motivo por el que viajó fuera del Vaticano después de su renuncia al pontificado. Fue en 2020, cuando su hermano estaba ya gravemente enfermo y, aunque Joseph Ratzinger ya tenía movilidad reducida y hubo de desplazarse en silla de ruedas, fue en avión a Alemania para despedirse de él. Georg fallecería unos días después de que regresara a Mater Ecclesiae.
Tenía otra hermana, Maria Ratzinger, seis años menor que él y que se dedicó a regentar la casa de Joseph mientras este era cardenal y hasta 1991, año en el que Maria falleció
Una vida dedicada al estudio y a la fe
Ratzinger era un auténtico erudito. Los libros le han acompañado toda su vida y se volcó en el estudio incluso tras su renuncia como Papa. Ha sido reconocido con ocho doctorados Honoris Causa en universidades de todo el mundo (entre ellas, la española Universidad de Navarra) y hablaba nada menos que ocho idiomas. Se comunicaba con total soltura en seis de ellos -alemán, italiano, español, francés, inglés y latín- y podía leer textos en hebreo antiguo y en griego.
Una de sus pasiones era la música. Tocaba el piano y su compositor favorito era Mozart, quizás porque su obra le recordaba a la pequeña localidad a la que se trasladó con su familia cuando tenía dos años, Traunstein. Aunque estaba dentro de territorio alemán, se encuentra muy próxima a la frontera con Austria y a tan solo 30 kilómetros de Salszburgo, la ciudad natal del genio de la música.
De hecho, sencillos conciertos para celebrar sus cumpleaños o los de su hermano Georg han sido uno de los pocos lujos que se ha permitido durante los años que ha vivido en el monasterio de Mater Ecclesiae tras su renuncia. Se celebraban en una de las salas del monasterio y únicamente asistían los más allegados. Así eran los pequeños momentos de disfrute de Benedicto XVI, un intelectual que nunca cesó de estudiar y un auténtico hombre de fe que, antes, durante y después de ser elegido Papa, luchó por el cumplimiento de la doctrina de la Iglesia Católica.