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“No tengo ninguna duda. Sé que es el año, sé que va a ser increíble y creo que va a gustar a todo el mundo”, nos cuenta Cristina Pedroche nada más vernos. Hemos hablado muchas veces con ella en estas fechas para que nos avance cómo se prepara para dar las campanadas en la Puerta del Sol y siempre nos da pistas de su look con mucho entusiasmo, pero este año es diferente. Este año tiene más claro que nunca que será el mejor y no le asaltan las dudas acerca de la acogida que tendrá. Con las pinceladas que nos ha dado podemos echar a volar la imaginación y especular, pero lo único que se puede vaticinar sin fallar es que dejará a todos boquiabiertos, que se convertirá en el tema de conversación en todos los hogares y que su imagen inundará las redes sociales durante días y días. Porque ella es así, se ha convertido en un fenómeno de la Nochevieja y todo lo que hace en esos minutos en televisión acaba teniendo un gran eco.
“Echaré de menos a Anne Igartiburu en la Puerta del Sol. Ella para mí es un rostro de la Navidad. Deseo que le vaya lo mejor posible en sus nuevos proyectos, porque se lo merece, es muy buena persona”
© ANDRÉS GAR LUJÁNDías antes de que conozcamos cuál es el bombazo que ha preparado de la mano de su estilista, Josie, Cristina nos abre las puertas junto a su marido, el chef Dabiz Muñoz, de RavioXO, uno de sus templos gastronómicos —sus hijos, como a ella le gusta llamar a sus restaurantes—, ubicado en el Gourmet Experience Castellana de El Corte Inglés. Allí nos ha contado no solo cómo ha creado el estilismo, sino cómo se ha preparado psicológicamente para afrontar las críticas que recibirá, tanto buenas como malas. Con ella vestida de fiesta, acompañada por su compañero de vida y derrochando energía antes de su gran noche, descubrimos algunos de los ingredientes de la receta del éxito de Cristina para seguir un año más, y este es el noveno, despertando una expectación sin precedentes en la historia de las campanadas. ¿Habrá en alguno de estos looks alguna pista de su vestido? El día 31, poco antes de las doce de la noche, tendremos la respuesta.
© ANDRÉS GAR LUJÁN—Cristina, el año pasado hiciste historia en las campanadas, ¿eso es un plus de presión ahora?
—No, porque ya el año pasado se ha conseguido lo que la cadena quería. Nunca miro las audiencias, pero una vez que la tendencia se ha revertido y que la gente sabe que te puedes tomar las uvas en Antena 3, entonces ya está, para mí eso era ya ganar.
—Este año, al no estar Anne Igartiburu, eres tú la veterana en la Puerta del Sol junto a Alberto Chicote.
—Pues la verdad es que ni lo había pensado… Son mis novenas campanadas y Alberto lleva nueve también, aunque no todas conmigo, juntos hemos dado siete.
—Siempre has contado que te llevas muy bien con Anne Igartiburu, ¿la echarás de menos?
—Sí. Anne para mí es un rostro de la Navidad, he visto que va a hacer algunas cosas en Televisión Española y me alegro mucho y si este año no le han dado las campanadas porque va a estar en Antena 3 haciendo Tu cara me suena, pues mira, es un sueño también. Creo que es un programazo, que lo va a hacer increíble y que vamos a descubrir a una nueva Anne. Deseo que empiece y que le vaya lo mejor posible porque se lo merece, es muy buena persona.
—Vamos al vestido. Las pistas que has dado son que no tiene nada que ver con los anteriores, que vuelven las transparencias, que es la vez que hay más gente involucrada y que una persona vuelve a ayudarte. ¿Cómo interpretamos esto?
—Pues nada…, estas son las pistas, ahora hay que entenderlo (ríe). Hay casi cien personas que me han ayudado. Es una suerte porque va a ser tan emotivo y va a ser tan especial… Me siento muy afortunada de que me hayan querido ayudar, prestarme su tiempo, su trabajo, su esfuerzo y su ilusión.
© ANDRÉS GAR LUJÁN—¿Alguna pista más?
—Desde que empecé a dar las uvas siempre me han pedido una cosa… Siempre me han dicho: “Vas desnuda, solo te falta hacer… ¡ body painting ! Que luego sea todo, ya es otra historia, pero hay body painting”.
—En cuanto a moda, espectáculo y mensaje, hay mucho trabajo detrás de estos minutos de televisión, pero psicológicamente, ¿te preparas también?
—Cada año más. Intento estar más preparada y más madura. Porque el año pasado tuve que tomarme unos días de desconexión encerrada en mi casa porque me dio, no depresión, pero casi. Cuando al cuerpo le estás todo el rato metiendo adrenalina, se pone en alerta y estás a tope, te responde a todo, pero cuando bajas, es cuando tu cuerpo te dice: “Espera, tienes que descansar”. Entonces, me estoy tomando las campanadas como la vida, más tranquilamente, más viviendo el presente y disfrutando, porque la vida es muy corta.
—¿Te ha costado llegar a esta reflexión?
—¡Claro! Pero que nueve años me elijan para retransmitir las campanadas es una suerte, entonces, lo único que tengo que estar es contenta. Todo va a salir bien y, encima, llevo el vestido más bonito de la historia. Este año nadie me puede superar, ni yo a mí misma. Veo los de los años anteriores, que son increíbles, pero es que no tiene nada que ver, es que este año es perfecto. Además, también ha estado bastante involucrado Dabiz en el proceso, así que tiene ahí su semillita puesta.
“Hay casi cien personas que me han ayudado este año con el vestido. Otra pista importante es que habrá una cosa que siempre me han pedido… ¡ body painting!”
—¿Cómo se ha involucrado?
—Normalmente, me gusta enseñárselo casi al final para ver cuál es su reacción, pero en verano empezamos a hablar y pensé que era mejor que él estuviera en todo el proceso y que también aportara, al igual que yo aporto muchísimas cosas en la cocina y en la empresa. Dabiz es un genio y sus ideas también son bienvenidas.
—Habéis formado un buen tándem a la hora de poder trabajar juntos y eso no es fácil.
—Sí, porque para poder trabajar bien, la gente tiene que ser amiga y para mí la base de cualquier relación personal es la amistad. Amo muchísimo a mi marido, le amo como no sé si hay alguien que ame así, pero antes es mi amigo, es que es mi persona.
—Este reportaje es en un escenario muy especial, uno de vuestros templos culinarios, RavioXO, que ha conseguido una estrella Michelin en tiempo récord.
—Abrimos en mayo y nos dieron la estrella en noviembre, así que estamos felices porque para mí mis restaurantes son como mis hijos y quiero que les vaya lo mejor posible, que saquen las mejores notas y las estrellas Michelin, al final, son eso, y nos han dado la mayor que se puede dar a un restaurante con tan pocos meses.
© ANDRÉS GAR LUJÁN—Tenéis algún proyecto más en mente, porque por separado vuestra cabeza vuela, pero juntos, aún más.
—Ahora abre StreetXO Madrid en otra ubicación, en Serrano cuarenta y siete. No paramos, pero nos gusta ir poquito a poquito y disfrutar del momento, no nos gusta ponernos planes a largo plazo. Sí es verdad que el año que viene, a finales, abrirá StreetXO Dubái. Estamos también con muchas ganas de darle cariño a nuestro hijo más pequeño, que es GoXO, con la foodtruck y demás.
—Se puede decir que os va muy bien en todos los aspectos.
—Estamos muy contentos, yo no le pido nada más a la vida, te lo juro. Lo tengo todo ahora mismo. Soy plena. La gente me pregunta qué le pido al dos mil veintitrés y pienso: “¿Cómo voy a pedir más?”. Tengo salud, mi familia tiene salud, mis amigos tienen salud, tenemos trabajo, tenemos muchísimo amor… Por pedir algo superficial, diría que me den otro programa para dar un paso más al frente en mi carrera profesional.
—Llevas ya trece años en televisión, echando la vista atrás, ¿cómo te ves? ¿Qué hay de la Cristina que empezó en televisión en comparación con la Cristina que eres ahora?
—Lo que veo es que soy la misma currante, cuando me dan un proyecto creo en él a muerte y me lo curro a morir. Creo en la perfección y creo que con trabajo se llega a ella. Eso es lo que queda, la ilusión, las ganas. Lo que veo que sí que ha cambiado es que antes lo quería todo ya, era muy ansiosa. Creo también que intentaba gustar a todo el mundo y, muchas veces, no me ponía a mí en primer lugar. Te hablo tanto profesional como personalmente, hablo de relaciones, de amistades que anteponía a mí y eso no puede ser.
“Cada vez, psicológicamente me preparo mucho más para las campanadas. El año pasado tuve que tomarme unos días de desconexión, encerrada en mi casa, porque me dio, no depresión, pero casi”
—En tu caso, tiene mucho mérito la fortaleza que has ido adquiriendo porque se te ha criticado absolutamente por todo.
—Creo que levanto muchas pasiones y muchos odios, pero también la edad me está haciendo darme cuenta de que tengo que priorizar más la gente que sí me conoce, la gente que sí que está, que me apoya… El que viene un día y te dice: “Estás gorda”, “estás delgada”, “tienes cuerpo de hombre”… Esas tonterías son tan absurdas. Es verdad que hacen mucho ruido y a la prensa le gusta sacar ese tipo de cosas porque vivimos en una sociedad en la que parece que cuenta más el titular que la noticia, pero yo voy por la calle y noto que lo que me dan es maravilloso. Es cariño, es apoyo, son sonrisas y al final me quedo con eso, me llena el alma.
—¿Alguna vez has dicho: “Hoy no puedo más, no miro más el móvil porque me hace daño”?
—¡Muchas veces! Sobre todo, cuando acabo las campanadas. Es verdad que no siempre tengo esta fortaleza con la que me estás escuchando hablar ahora, también somos mujeres y las hormonas no siempre las tenemos igual, hay veces que me cuesta una vida levantarme de la cama y hay otras que no necesito ni que suene el despertador, que me levanto a comerme el mundo. Lo bueno es que no importa cuántas veces me caiga o cuantas veces me encuentre con obstáculos, sino cómo los supero y cómo me enfrento a ellos.
—¿Alguna vez has recurrido a ayuda profesional?
—De momento, no. Sí que he hablado bastante con mi profesora de yoga, Maite, que ahora es mi mejor amiga. Cada vez que tengo un problema, ella es una persona tan sensible y es una tía muy lista. Yo no he necesitado psicólogo a día de hoy porque la tengo a ella. Dabiz, por ejemplo, lleva tiempo con una psicóloga que me parece maravillosa y siempre he pensado que a lo mejor un día hago una sesión con ella, pero al final, “mi yogui” —como llamo a Maite— ya me conoce tanto que no necesito ponerla en antecedentes.
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