El Papa emérito, Benedicto XVI, ha pasado una segunda noche estable dentro de la extrema gravedad desde que empeoró su estado de salud prácticamente de un día para otro y desde que su sucesor, Francisco, pidiera rezar por él y comunicara que estaba "muy enfermo". Los médicos han conseguido tratar el bloqueo renal que tenía y ha sacado fuerzas para asistir a misa en la mañana de este viernes y que forma parte de su rutina diaria desde 2013, cuando renunció al papado y se trasladó al monasterio Mater Ecclesiae.
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-Preocupación por Benedicto XVI: el Papa pide rezar por él porque está 'extremadamente débil'
Aun así, los facultativos consideran la situación del pontífice irreversible. Está consciente y con lucidez, según el periódico francés La Croix, especializado en información religiosa. A pesar de que ha podido ir a misa en la capilla del monasterio en el que reside, sus constantes vitales están siendo monitorizadas en todo momento.
Benedicto XVI está acompañado por su secretario, el arzobispo Georg Gänswein, persona de su máxima confianza desde hace más de una década y que interrumpió de inmediato sus vacaciones navideñas en Alemania para estar a su lado cuando supo del grave empeoramiento de salud que había sufrido.
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También están con él las cuatro laicas que se encargan de asistirlo y de las labores domésticas de Mater Ecclesiae. Dadas las circunstancias, junto a ellos está el equipo sanitario que dirige Patrizio Polisca, el médico personal del Papa emérito, además del enfermero del Vaticano, el hermano Eligius.
A pesar de la gravedad en el estado de salud de Benedicto XVI, el personal médico ha decidido no trasladarlo al Hospital Policlínico Gemelli de Roma, donde suelen acudir los pontífices. Según la prensa alemana, habría sido el propio Joseph Ratzinger quien lo habría pedido. Sea como fuere, dada la irreversibilidad en el deterioro físico del Papa emérito, se ha optado por ofrecerle la mayor tranquilidad posible en este delicado momento.