Esta ha sido una Navidad de corazones rotos en casa de Isabel. Tras casi ocho años de relación, ella y Mario han tomado la difícil decisión de romper su relación, y, por tanto, viven estas fiestas por separado.
Aunque está triste, Isabel está convencida de su decisión. Sabe que es lo mejor y no hay marcha atrás.
Los celos infundados de Mario, las discusiones y la ilusión que, poco a poco, ha ido desapareciendo, con el paso del tiempo, han hecho que su historia de amor no tenga ese final feliz que, por supuesto, quería. Porque, cuando alguien encuentra a su persona, espera que sea de por vida.
Sin embargo, en esta ocasión, no ha podido ser. La convivencia se había vuelto complicada por sus diferentes trabajos, y la vida en Miraflores, su hogar, había perdido la paz de la que siempre había disfrutado.
Con todos los focos puestos en Tamara -después de la ruptura de su compromiso con Íñigo Onieva-, la tristeza de Isabel y la ausencia de Mario han pasado más desapercibidos.
Las últimas ‘señales’ que pasaron inadvertidas
La última vez que pudimos verlos juntos fue el pasado cinco de diciembre en Toledo. Aquel día Isabel y Mario disfrutaron con Ana, Fernando y los pequeños, Mateo y Miguel, de Puy du Fou, y sus espectáculos que recrean acontecimientos históricos.
Tras esta escapada familiar, Isabel apareció, de nuevo, en público para asistir a dos importantes citas: la espectacular celebración de Alberto Alcocer por su 80 cumpleaños y la boda de la estilista Cristina Reyes.
Con la elegancia que siempre la ha caracterizado, Isabel volvió a acaparar todas las miradas por su impecable estilo –a la fiesta del empresario llevó un vestido de paillettes, mientras que en el enlace se decantó por un modelo muy royal, estilo abrigo-.
Pero no llamó entonces la atención la ausencia de Mario, quien acudía el pasado 13 de diciembre a un encuentro literario en el Instituto Francés de Madrid. En esta ocasión, él también lo hacía solo, sin Isabel, que en tantas otras ocasiones lo había acompañado en sus compromisos con la cultura. Otra señal más que podía evidenciar que la pareja no se encontraba en su mejor momento.
Unas fiestas con sabor amargo
Desde hace algún tiempo, Mario vive en el domicilio que tiene cerca de la Puerta del Sol, en el corazón de la capital, donde recibe con frecuencia la visita de sus hijos, que suelen estar largas temporadas, y sus nietos. Y es allí donde, al parecer, podría estar pasando estos días de Navidad, acompañado por los suyos.
Isabel, por su parte, ha disfrutado de la Nochebuena y la Navidad en su residencia de Puerta de Hierro. Después de cumplir su sueño de reunir a toda la familia en Miami el año pasado, estas fiestas las ha celebrado aquí, en España, junto a Tamara -que regresó en plena tormenta mediática-, Ana, Fernando y los niños. Porque su casa siempre ha sido un refugio para su gran familia, que está repartida por el mundo, y este año no iba a ser una excepción.
Como nos cuenta la propia Tamara en este último número, la “decoración navideña es un must”. Así que, cumpliendo con la tradición, han decorado el hall “con un árbol inmenso y el exterior de la casa con luces navideñas”.
Estas fechas tan especiales se viven con especial ilusión en casa de los Preysler. Aunque, esta vez, para Isabel, estén más tristes que de costumbre, cuenta con el apoyo de sus hijos y sus nietos, que son su mayor alegría.