Las dos canciones con las que ha representado a Italia en Eurovisión han superado los 200 millones de reproducciones en Spotify -solo otras dos más lo han conseguido en la Historia- y, sin embargo, no se alzó con el triunfo con ninguna. Brividi, su segunda intentona, con la que compartía escenario con otra gran estrella del panorama musical transalpino, el bresciano Blanco, consiguió entrar en el top 5 mundial de las canciones más escuchadasaround the world a pocas horas de sonar por primera vez en el Teatro Ariston de San Remo. 62 millones en tan solo cuatro horas. Ni Madonna ni Beyoncé ni Ed Sheeran han logrado semejante proeza. Estamos, por si cabe alguna duda, frente al que podría ser, para un español, la Rosalía en masculino de la música en el país de la bota. Un Rey Midas. De esos que, todo lo que tocan, lo convierten en oro. Incluso, aquellos recuerdos, aquellos dolores y miserias que le dejaron rasguños en el alma y que, como las muescas en las balas, indican quién y cómo perpetró el disparo. Soldi , su primera victoria en el Festival de Sanremo, le dio la oportunidad de mostrarse al mundo. Pero lo hacía recordando a un padre ausente en cuya memoria aparecía como un hombre que solo sabía pedir dinero y abandonarse a los brazos de Baco aunque fuera Ramadán y él fuera egipcio.
A Mahmood, cuando escribió el hoy tan reconocible estribillo, no le movía la rabia. Ni lo hacía con ánimo de revancha, ni de agravio, tampoco era una recriminación. Significaba una forma de saldar cuentas, de estar en paz consigo mismo porque, para este artista, la música tiene algo de psicoterapéutico. Sus canciones son su manera de expresarse porque, desde niño, siempre ha preferido escuchar antes que hablar. Lo cuenta su madre, Anna Frau, en un documental, dirigido por Giorgio Testi, que narra ese recorrido vital entre sus primeros pasos grabados en cámara de 8mm y la alta definición de sus conciertos internacionales con Dua Lipa. En el medio, horas de grabación en estudios o fotografías de moda en desfiles. De Valentino a Burberry, Maisons de las que ha sido -es- imagen. Un Mahmood en estado puro desde un lado personal, íntimo y quizás, también, más vulnerable. Hablamos con el cantante en exclusiva.
Es difícil. La conversación telefónica con Mahmood se convierte en la metáfora perfecta de lo que es su vida. Muchas personas conectadas al mismo hilo telefónico escuchando preguntas y respuestas, estando al tanto de los movimientos de la estrella, protegiéndolo y, a veces, también ocultándolo.… Y con los problemas que eso entraña cuando fallan los 5G y los satélites no respetan a las estrellas…“Oh my God… Se ha cortado. Pero no te preocupes. Está siendo difícil, pero yo tengo tiempo. Tengo una hora para ti. Hasta la una me he dejado todo libre”. Y la respuesta, en perfecto castellano de Alessandro evidencia que todo es más fácil, que no requiere de tantos parapetos y que solo con un poquito de humanidad las cosas pueden hacerse posibles. Alessandro Mahmood. Mahmood. El mismo que, cuando se abrazaba a su madre con el título de ganador de Sanremo sobreimpreso en la pantalla de los televisores, le decía “Ja ti la crediasa crasa”, que en sardo significa “No te lo esperabas”. Y el micrófono recogía esas palabras al oído que certificaban para millones de espectadores que lo imposible a veces se consigue. Con esa misma frase se ha titulado este documental para Amazon Prime que, en Italia se estrenó durante el Festival de Cine de Roma y que, antes de llegar a la plataforma, se exhibió en cientos de salas del país. Un amplio reportaje con el que el artista quería dar su propio punto de vista sobre lo que han sido estos últimos años en los que tanto se ha dicho sobre él mientras, como es habitual en su forma de ser, él mantenía su privacidad bajo llave.
“Este film es una manera de darme a conocer un poco más y mejor al público que me ha seguido durante el tour… En realidad, el pretexto número uno era entrevistar a mis fans para integrarlos en lo que ha sido todo este recorrido porque, un documental a dos años después del éxito de Soldi y de un artista joven como yo que, de alguna manera, está empezando su carrera, era un poco presuntuoso… Y que yo no quería hablar de mi mismo. Prefería que la gente que ha estado este tiempo conmigo lo hiciera por mí… Carmen Consoli, Dardust, Blanco… pero también mi madre. A mi madre le preguntan, como es normal, por cuando yo era pequeño, por mis sueños… De repente, la película fue más allá, hacia otros lugares que… bueno, yo no soy de enseñar mi vida privada… pero tampoco mi vida son solo desfiles, viajes…“.
Evidentemente, es mucho más. Y a veces, esa grandeza se vislumbra en lo pequeño. El documental arranca de hecho con el concierto en el teatro griego de Taormina, en Sicilia, con el que este milanés treintañero ponía fin su gira para, después, caminar hacia atrás en el tiempo. Lo hace a través de sus canciones y sus recuerdos con su madre y regresa una y otra vez a Orosei, el famoso golfo de Cerdeña que parece sacado sin embargo del Mar de la China con sus escarpados barrancos afachados al Tirreno donde se aferran sus raíces. Y donde toman forma sus recuerdos más felices. “Cada vez que vuelvo a Cerdeña es como si volviera a ser un niño, con el ‘pane carasau’, la nutella y los baños en el mar rodeado de mis primos”. “Mis recuerdos de mi infancia son los mejores de mi vida. Tuve una infancia feliz”.
Sin embargo, Soldi nace de otro lugar. De ese sitio al que ni siquiera, pese a la curiosidad de los niños, él quiso explorar porque dolía. “De pequeño -recuerda- me negaba a aceptar el mundo real. Prefería imaginar viajes preciosos”.
- Alessandro, tu madre dice en un momento del filme que ella, pese a la buena relación que habéis tenido siempre, te ha podido descubrir a través de tus canciones. Ella siempre supo que el abandono de tu padre te había afectado, dice, pero, sin embargo, fue a través de tu disco Dimentica y, sobre todo, con Soldi, cuando supo de tus sentimientos reales. Que fue como escucharlos por primera vez y en voz alta.
- Fue con Dimentica cuando entendí que, si quería transmitir una emoción, tenía que escribir y componer a partir de cosas reales. De lo que pensaba, de lo que sentía... Por eso, empecé a escribir sobre mí y sobre mi vida. Y por supuesto, sobre los recuerdos de mi padre. Tenía que echar fuera todo lo que había dentro. Fue así como mi madre lo descubrió porque, en realidad, nunca me ha gustado hablar de eso con ella. De mi padre. Ella nunca me ha hablado mal de él tampoco. Ella nunca quiso que eso influyera en mí… Pero ¿cómo no iba a hacerlo? Fue algo que vivimos juntos. Ella y yo”.
Porque el documental es también una historia de superación. La de un chaval de barrio. De Gratosoglio, de la periferia de la industrilizadísima Milán, en la que una mujer intenta por todos los medios sacar a adelante su hijo evitándole todos los pesares a través de esas familias italianas, tan amorosas como amplias y ruidosas, y advirtiendo que, con la música, el niño era feliz. “Mi madre me pagó mis clases de piano. De solfeo. De canto… Nunca me dijo ‘no’. ‘No podemos. No nos lo podemos permitir’”. Porque cuando contaba con tan solo cinco añitos, su padre se había marchado cerrando para siempre la puerta y dejando una vida atrás. “Conocí al padre de Alessandro cuando tenía 23 años -explica la madre en la cinta-. Era guapo, solare, simpático. Fuimos novios durante tres años y, después, nos casamos y nació nuestro hijo”. Su padre era egipcio y de él, solo le han quedado algunas palabras en árabe. “No consigo clarificar bien mis recuerdos con mi padre. Recuerdo el día que se fue de casa… No sentí entonces el vacío. Tampoco he sentido rencor”.
- Cuando escribes Soldi, ¿Qué pasa entonces por tu cabeza?
- Sentí un poco de vergüenza al principio. Podría ser que el mensaje de la canción se entendiera de una forma demasiado… Demasiado fea. O mala. Decir algo así de un padre, ¿no? Pero no es que fuera malo o feo, es que sucedió así. Fue real. Y tenía que expresarlo. Y decidí hacerlo a través de la música, que la música no hace mal a nadie. La música solo pide ser universal. Al final, creo que entre las palabras que más podrían avergonzarme, se escondía la parte más verdadera de mí mismo.
Porque en la canción se dicen cosas como:
“Es difícil estar en el mundo
Cuando pierdes tu orgullo
Comprendí en un segundo que tú de mí
solo querías dinero
Como si tuviera dinero, dinero
Solías hablarme tarde, tarde
Me preguntabas cómo te va, cómo te va, cómo te va
Ahora cómo te va, cómo te va, cómo te va”
Una necesidad de comunicación con un padre que nunca ha estado y nunca ha sucedido. “Durante estos años, muchos chicos me han escrito por Instagram, y me escriben aún ahora, diciéndome que parecía que lo que yo estaba cantando eran sus propias historias… Y ¿sabes? Eso me tranquilizaba y me daba fuerzas… Me he sentido menos solo. Desde entonces”, cuenta el artista para quien su relación maternal lo ha llenado todo. “Ha sido simbiótica, sincera y fuerte”.
La prensa pone el foco en esos pasajes, quizás oscuros, cuando, sin embargo, el documental está saturado de luz. La del amor familiar que suplió otras carencias, y sobre todo, del sol, la arena dorada y el mar azul de Cerdeña, su “puerto” tal y como lo denomina. Allí donde deja de ser la estrella internacional y come la pasta sobre un hule y no en manteles de hilo.
- Pensamos que las estrellas vivís siempre en palacios dorados, dormís en camas de sábanas de raso… Creemos que vivís es un mundo paralelo de lujos y exquisiteces y sin embargo, tú no tienes miedo a enseñar ese lado sencillo, de andar por casa… ¿No te daba pudor mostrarte tal y cómo eres… Tus orígenes?.
- Mahmood se ríe a través del teléfono. La vanidad entra en juego. Y no porque lo veamos ahora espléndido con su cuerpo desnudo tostándose en la playa o comiendo frégola sin camiseta en el agosto mediterráneo, sino porque esas imágenes reproducen lo que también hacía de niño y, claro, caben las comparaciones. “Al comienzo, los vídeos de cuando era niño… No me apetecía mucho enseñarlos. Porque era gordito, yo creo que un poco feo (risas)... Y mira, no me gustaba verme así. Pero luego, me di cuenta: todos los niños estén como estén son bellísimos”.
¿Y la fama? ¿Cómo se convive con ella? “Muy bien (risas) pero yo no presto mucha atención a esas cosas. Yo miro hacia nuevos horizontes. A nuevos objetivos. No quiero perder tampoco el tiempo con el éxito. Y te diré, no quiero contemplarlo mucho, me da miedo que pueda bloquearme”.
- ¿Bloquearte?
- El éxito podría ser una meta, ¿no? Ya has llegado a la cima y entonces, ya todo se acaba. Yo no quiero eso. Yo quiero verme siempre como si estuviera al comienzo de algo. Comenzar de 0 cada día. Ponerme un examen a diario.
Porque para Mahmood la música es como el -bendito- castigo de Sísifo. Vale que nos confiesa que, una tercera vez en Eurovisión, no lo ve. “Con dos ya he tenido suficiente. No creo que vaya ya una tercera vez… Lo que hubiera podido aprender de esta experiencia ya lo he aprendido con dos oportunidades. Lo bueno sería que surgieran cosas nuevas”. Pero lo que quizás sus fans españoles no saben es que participó en Factor X, que en Italia, fue un fenómeno de masas tan mediático como Operación Triunfo y, como le ocurrió a Mai Meneses antes de convertirse en Nena Daconte, salió de los primeros. “Pero todo pasó por algo. Todo lo que me ha pasado me ha llevado a lo que soy hoy. Si hubiera ganado en aquel momento Factor X podría haberme afectado negativamente. Era pronto. Empecé a escribir canciones con 19 años y, tanto antes como después de aquella experiencia, no paré de estudiar y de trabajar. De alguna manera, salir del programa me salvó. Conseguir el éxito tan joven podría haber sido muy peligroso para un chaval como yo, hay tantas cosas que no sabes, tantas incertiumbres… Sin embargo, haber escrito Soldi a los 27 fue una suerte. Las cosas sucedieron cuando tenían que suceder”.
Y la pregunta que da vértigo.
- Y, ahora ¿qué?
- Ahora… (respira hondo…) Quiero tomarme más tiempo. No quiero hacer fast music. Quiero focalizarme de una manera distinta en el próximo disco. Quiero ser más íntimo, más profundo, más… yo. Creo que estoy haciendo un trabajo casi psicoterapéutico (risas). El amor, mis relaciones, mis dolores, mis secretos… trabajaré con eso. Con muchas cosas que no he dicho a nadie. Ni siquiera en este documental. Quiero contarlas. Contarlas de manera natural.