El día 24 de diciembre, día de Nochebuena, se cumplen cien años del nacimiento de Ava Gardner, bautizada como ‘el animal más bello del mundo’. La legendaria actriz vino al mundo en Grabtown (Carolina del Norte). “Para colmo me tocaba la mala suerte de nacer bajo el signo de Capricornio y tener que pasar toda mi infancia celebrando cumpleaños y la Navidad simultáneamente”, contó en unas memorias que publicó HOLA, cuando en 1991 falleció en Londres a los 67 años. La protagonista de películas inolvidables como Mogambo, Las nieves del Kilimanjaro o La noche de la iguana llegó a Hollywood con 19 años, después de que el marido de su hermana Bappie, el fotógrafo Larry Tarr, enviase una foto de ella a la Metro-Goldwyn-Mayer. En cuanto vieron su ‘cara de muñeca’, quisieron conocerla. El resto es historia.
En su primera visita al estudio cinematográfico, se encontró con Mickey Rooney, el entonces artista más famoso de América. Y si su vida en la gran pantalla iba a ser prolífica, también lo iba a ser su existencia amorosa. Se casaron en 1942. Fue el primero de sus tres famosísimos maridos. Mickey y Ava se divorciaron en 1943. En 1945 volvió a dar el ‘sí, quiero’ al director de orquesta Artie Shaw, exmarido de Lana Turner. “Fue el primer hombre inteligente e intelectual que había conocido. Y me dejó pasmada”, contó. Se divorciaron tan solo un año más tarde. Luego Ava mantuvo algún otro romance -concretamente dos, con Howard Duff y Robert Taylor- hasta que apareció en su vida su tercer y último marido, Frank Sinatra, con el que se casó en 1951 pero al que conoció mucho antes. El cantante le pidió el divorcio a su mujer, Nancy Sinatra, el día de los enamorados de 1950 para casarse con ella. Una lista que queda incompleta sin uno de los españoles más universales: Luis Miguel Dominguín.
Unas semanas después de que Frank y ella decidiesen casarse, el 20 de abril de 1950, la actriz llegó a Cataluña para rodar la primera producción hollywoodiense grabada íntegramente en España. Fue su primera estancia aquí, un país al que volvió más tarde con regularidad e incluso en el que se instaló durante varios años. Ahora, con motivo del centenario de su nacimiento, rescatamos algunos de los episodios más llamativos e interesantes de su vida en nuestro país que ella misma contó en unas memorias que publicó ¡HOLA! y que comienza con Pandora y el Holandés Errante y su relación con el torero catalán Mario Cabré.
El torero español al que no amó
“He de admitir que España me fascinó desde el primer momento. Sentí una especie de parentesco con el flamenco, que estaba vivo y puro. Las corridas eran espectáculos bellos y emocionantes, lo mismo que las fiestas populares, donde todo el mundo se vestía con trajes regionales y todo continuaba sin tregua día y noche”, dijo la actriz, que prosiguió. “Yo no estaba solo en España para bailar. Tenía que hacer una película. En ella, Mario Cabré interpretaba a Juan Montalvo, mi amante torero, y su intención era continuar con su papel en la vida real, hecho que me causó muchos problemas desgraciadamente (...) En todos los países del mundo te encuentras con hombres que son unos verdaderos chinches. Mario era un chinche español al que se le daba mejor la autopromoción que el toreo”.
Sin embargo, hubo un día que Mari consiguió lo que quería. “Después de una de aquellas noches españolas románticas, llenas de estrella, de baile y de copas, me desperté al lado de Mario Cabré. Fue la única vez y no hubo más, pero él estaba dispuesto a anunciar su buena fortuna a los cuatro vientos”. Los rumores sobre una relación con el también actor y poeta llegaron a Frank Sinatra, que se presentó de inmediato en la Costa Brava. “Frank y yo nunca nos peleamos por motivos profesionales. Era otro tipo de celos los que sentíamos en los huesos. Celos primitivos, apasionados, amargos, punzantes, elementales, de dientes ensangrentados… Ese era nuestro veneno”. Cuando, antes la insistencia de Frank, Ava le confirmó la noche de pasión con Cabré, el crooner nunca lo olvidó. “Frank dijo que no me lo perdonaría nunca. Y no me lo perdonó nunca”.
Luis Miguel Dominguín, pasión española
En el verano de 1953, tras una grave discusión con el artista, la actriz viajó a Madrid y se instaló en una suite del Castellana Hilton. Una noche, en el bar Chicote conoció a Luis Miguel Dominguín. “Se repitió la historia de siempre. Yo sabía con absoluta certeza que él era para mí (...) Lo conocí cuando Frank y yo estábamos rompiendo nuestras relaciones. Era el mayor ídolo de España, país cuyo carácter apasionado y espontáneo empezaba a gustarme más y más. Sonrío, hizo una ligera reverencia y dijo: “No inglés”. Yo también le sonreí y dije. “No español”. Así fue cómo funcionamos la mayor parte del tiempo que estuvimos juntos. Pero como le gustaba decir a “papá Hemingway” lográbamos comunicarnos en lo importante”.
En estas memorias, Ava narra que el padre de Miguel Bosé no se separó de la cama del hospital cuando tuvo una piedra en el riñón. Sin embargo, a pesar de la pasión de su romance, nunca hablaron de boda y a finales de 1954 puso fin a su relación con Dominguín, quien también soportó alguna inesperada visita de Frank Sinatra. “Luis Miguel estaba ansioso por sentar cabeza y yo estuve genuinamente contenta cuando me dijo que iba a casarse con Lucía Bosé”, contó Ava, quien tras Luis Miguel mantuvo un romance con Walter Chiari, curiosamente, un antiguo amor de Lucía.
Un inesperado adiós
En el verano de 1954, Gardner empezó a decorar una finca en La Moraleja, de nombre La Bruja. En 1955 finalmente se instaló ahí. Sus fiestas, su pasión por el flamenco y las noches sin fin son ya legendarias. Se han escrito innumerables libros sobre ellos e incluso se ha rodado una serie. Sin embargo, ese amor por España llegó un día a su fin. “Cuando, algún tiempo más tarde, las autoridades de Hacienda llamaron a mi puerta exigiéndome algo así como un millón de dólares, hice las maletas y me trasladé a Londres. Y nunca eché la vista atrás”. Esa fue la ciudad donde falleció en 1991 rodeada de su perro corgi, ‘Morgan’, y su último gran recuerdo de España, Carmen Vargas, su abnegada ama de llaves. Su llanto desconsolado era de un país entero.