Si hay un profesional latino que domina la escena social neoyorquina como antes lo hicieran el diseñador belga de origen español Fernando Sánchez, famoso por haber (des)vestido a Madonna en Like a Virgin; Adolfo, el sombrerero cubano de Jackie O. y los cisnes de Capote, o Nena Manach, la manchega que se casó con el dueño de los grandes almacenes Bergdorf Goodman, ese es Carlos Mota. El venezolano ha logrado hacerse un hueco entre la jet set actual de la Gran Manzana, donde triunfa como decorador de interiores.
Entre sus clientes y amigos: la princesa Marie-Chantal Miller; Valentino; Carolina Herrera; la diseñadora Tory Burch; la princesa Elisabeth von Thurn und Taxis o las filántropas Jamie Tisch y Renee Rockefeller. Ahora, acaba de lanzar su nuevo libro, G: Forever Green (Vendome Press), una oda al verde, y, además, acaba de presentar una nueva línea de telas y vajillas para su colección Casamota. Hablamos con él de su interesante vida entre antigüedades… y grandes herederas.
—Su libro es un homenaje a su color favorito, el verde. El libro está ilustrado con imágenes de espacios donde ese color predomina. ¿Por qué es tan importante para usted?
—El verde es vida, es la naturaleza, es nuestro frágil medio ambiente… El verde es un color universal y lo es todo.
—¡Incluso se ha teñido el pelo de verde!
—Todo empieza con el verde. Y sí, me lo pinté en Bombay, en La India, cuando lancé allí mi libro y mi nueva línea para la casa hace unas semanas.
—Esta obra es una especie de moodboard de su imaginación en la que podemos viajar a las casas de algunas de sus clientas, como la diseñadora Tory Burch o la modelo Jessica Hart, pero también a los cuadros de Sorolla o lugares tan impresionantes como el Palacio de Schoenbrunn. ¿Cuál de todos los que aparecen es su favorito y por qué?
—¡Todos, porque me inspiran de una manera o de otra!
—Hace unos días lo presentó en Philocasist Studio, en el nuevo espacio que Carolina Herrera y Amparo Corsini gestionan junto a sus dos socias, Paz Juristo y Anuca Aísa, en Madrid. ¿Cómo son ellas en las distancias cortas?
—Son cuatro mujeres fabulosas, interesantes, guapísimas y completas en todos los sentidos. Carolina es una gran amiga. El evento fue increíble. ¡Había hasta cola para entrar!
—¿Qué hizo en España? ¿Cuál es el plan que nunca falla cuando nos visita?
—Fui de trabajo, pero descubrí un Madrid más internacional y cosmopolita. No tuve tiempo de ir a museos pero sí a comer a mis lugares preferidos, como El Landó o La Parra.
—Nació en Venezuela. ¿Cómo recuerda su infancia?
—Amo ser venezolano. Tuve una infancia bastante feliz y normal, mucha playa, naturaleza lo cual me inspiró mucho hasta ahora, contacto con animales, con artistas, etc.
—No estudió interiorismo, pero tampoco le hizo falta: tenía un talento natural para ello. Sus referentes son Hubert de Givenchy, Renzo Mongiardino, Bill Willis, así como el siglo XVIII en Francia, los años 30 y 40 de París… ¿Cómo descubrió ese mundo tan lejano desde su Venezuela natal?
—No tuve ninguna formación formal. Creo que naces con ese talento y lo vas desarrollando, puliendo o cultivando con tus viajes, leyendo mucho, yendo a muchos museos, siempre siendo curioso ante todo.... Cuando ya no hay curiosidad, no hay vida.
—Finalmente, se mudó a Nueva York a finales de la década de 1980. ¿De qué trabajaba antes y qué fue buscando allí?
—Me mudé porque Venezuela se me quedaba “chiquito”. Trabajaba para una compañía de teatro asistiendo a todo lo relacionado con la producción, los sets, vestuario... Siempre fui muy precoz y muy curioso. Conocí al gran Perucho Valls (interiorista caraqueño de origen español que trabajó para la high society neoyorquina y que fue íntimo amigo de Víctor Hugo Rojas, pareja del diseñador Halston) en Caracas y él tenía su estudio de decoración en Nueva York. Tan pronto llegué, me ofreció trabajar como su asistente. El resto es historia.
—Antes de convertirse en consultor de interiorismo y escritor, también trabajó como estilista para las mejores revistas del mundo. ¿Cómo ha vivido el hecho de pasar a convertirse en personaje?
—Creo que viene como parte de tu trabajo, aunque también influye tu personalidad. Ser diferente al resto de los demás. Siempre fui distinto. Me vestía con colores increíbles y creo que eso pasa naturalmente al ser diferente al resto del mundo. Inevitablemente te vuelves un personaje.
—¿Qué opina de la fama?
—No soy famoso, pero sí conocido. Madonna es famosa.
—¿Cómo definiría su estilo a la hora de decorar?
—Global chic. Mis casas son como un gran mercado muy bien montado y editado con cosas de todas partes del mundo. Eso es lo que lo hace más personal y no decorado.
—¿Cuántas casas tiene y cómo dio con ellas?
—Tengo apartamentos en Nueva York, Lisboa y una casa de playa en la República Dominicana. Ahora te respondo este cuestionario sobrevolando Brasil, yendo desde Lima a Punta Cana.
—En sus diseños sobresale el color, por encima de todo, pero otra de sus características, además de una buena alfombra, son las antigüedades. ¿Cuál es la más preciada que haya comprado en España y dónde la encontró?
—Acabo de comprar dos bustos de terracota increíbles para mi apartamento en Lisboa que aparentemente vienen de la casa del gran decorador Duarte Pinto Coelho y los compré en Lisboa. Me gustan mucho los gusanos y ahora en Madrid he comprado un cuadro en la tienda de Mercedes Urquijo.
—En Nueva York, ha logrado hacerse un hueco en un mundo muy selecto. ¿Cómo lo ha conseguido?
—Teniendo mucha personalidad, siendo distinto y creando un look que es propio y no copiado de nadie.
—Es muy amigo de la princesa Marie-Chantal Miller. En Grecia ya no existe la monarquía, ¿pero cree que sería una buena reina?
—Yo soy “royalista” y creo que cualquier príncipe o princesa podrían ser buenos reyes. Marie-Chantal sería espectacular.
—Entre sus amistades también está Elisabeth von Thurn und Taxis. ¿Es sencillo relacionarse a diario con princesas o tanta formalidad le supone algún inconveniente?
—Elizabeth es muy simpática y original como su madre, la princesa Gloria von Thurn und Taxis. Ella es muy relajada. Sobre la formalidad, no se trata de eso sino de estar siempre relajado, no cambiar tu personalidad por que estás con una princesa o una celebridad. Tan solo se necesita tener siempre buenas maneras y modales.
—¿Ha decorado algún palacio?
—No, pero me encantaría y lo convertiría en un hotel o un club privado.
—Se habrá hospedado en grandes casas. ¿Cuál es el que más le ha impactado?
—Todas son maravillosas y cada persona tiene su manera de recibir. No podría escoger una. Eso no es muy elegante.
—¿A qué personalidad le ha sorprendido más conocer?
—He tenido la suerte de conocer a muchos, pero Sophia Loren fue increíble y muy simpática.
—Es “conocido”, como usted dice, en Manhattan por organizar grandes fiestas en sus residencias. ¿Recuerda cuál ha sido la más especial?
—Mis cenas fueron muy populares en mi pequeño apartamento de Nueva York. Por allí pasó, como yo digo, “Raimundo y todo el mundo”. Un gran momento fue cuando llamaron a la puerta y Francisco Costa, que entonces era el gran diseñador de Calvin Klein, abre la puerta y era Valentino con su entourage (séquito en francés). ¡Casi se muere!
—¿Compartiría con nosotros lo que está prohibido hacer cuando se va de fiesta con grandes personalidades?
—Tomarles fotos sin pedir permiso, sin que te los presenten o ser pretencioso.
—Su anterior libro, Beige is not a color (Vendome Press), está más de actualidad que nunca tras las palabras de Meghan Markle, quien en su documental para Netflix afirma que se vestía de beige para no destacar en la Familia Real británica. ¿Le parece una sabia decisión?
—No soy fan de Meghan Markle, así que no more comments. Y el beige no es un color, es un gran aburrimiento.
—Entre trabajo y fiestas, ¿le queda tiempo para el amor?
—Siempre hay tiempo para el amor, aunque sea muy corto.