Se trata de una de las series más vistas de Netflix desde 2020, cuando se estrenó, aunque no es el tipo de producción que salta a la palestra de los Emmy o los Globos de Oro. Su creador está acostumbrado a dar el campanazo, Darren Star es el responsable de Beverly Hills 90210, pero sobre todo es conocido por Sexo en Nueva York. Nadie como él modela las comedias románticas para la televisión, y con Emily en París volvió a conseguirlo recogiendo el testigo del glamour de las series anteriores, contando la historia de una estadounidense veinteañera proveniente del Medio Oeste y que se traslada a París para atender una oferta de trabajo que no puede rechazar, como responsable de marketing de una empresa francesa.
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La serie tuvo un éxito notable en Estados Unidos y en el resto del mundo, pero obtuvo críticas algo negativas en Francia, donde se la tachó de retratar a los franceses, y en concreto a los parisinos, como un estereotipo poco realista y algo antipático. La serie salió al paso de las críticas explicando que se trata de una ficción para poner sobre la mesa las diferencias culturales entre EE.UU. y Francia, y que para conseguir comedia era necesario hacer que exista un choque entre ambos mundos.
Si algo caracteriza a ‘Emily en París’ es su tono de comedia romántica y sin complejos, la comida gourmet, los escenarios puramente parisinos y los problemas para el amor que aguardan en cada esquina y que pondrán muy difícil que todo salga bien a la primera. Esas variables siguen impertérritas en la tercera temporada, y eso que Emily Cooper tenía planeado quedarse en París únicamente un año. Al final de la segunda temporada se crea la incógnita sobre si aceptará la oferta de quedarse en la capital francesa de forma indefinida o volverá a Chicago para seguir con su vida, tal y como tenía en mente al principio.
Como hemos visto desde el principio, la relación de Emily con el chef Gabriel está siempre sobre las cuerdas, y justo cuando ella ve que algo serio puede surgir entre ambos y establecerse, aun cuando ella misma trataba de no admitirlo a lo largo de toda la segunda temporada, descubre que él ahora vivirá con su ex, Camille. ¿Habrá esperanza para el amor que siente Emily por Gabriel en la tercera temporada o dará un giro radical? ¿Será ese desengaño lo que le haga regresar a Chicago aunque solo sea por un tiempo? ¿Y si eligiera Londres y poder conocer mejor a Alfie? Sin duda Emily tiene un abanico de posibilidades, perfecto para dejarnos en ascuas tras la segunda temporada.
El reparto se mantiene y tiene novedades
Entre las incorporaciones al elenco de la serie destacan dos nuevos fichajes. Paul Forman, un modelo inglés a quien pudimos conocer en la serie de HBO sobre Isabel la Católica La reina española, ahora en Emily en París será Nicolás de León, un exitoso y apuesto magnate que disfruta de un nivel de vida de ensueño, rodeado de todo tipo de lujos y comodidades. Emily le conocerá como profesional y sentirá que hay una importante personalidad debajo de esa coraza de chico rico, pues él desea ser autosuficiente por encima de la herencia que ha obtenido, ser valioso por sí mismo y no depender de su apellido para alcanzar el éxito.
Por otro lado, también veremos la llegada a la serie de Sofia Sideris encarnada por la actriz Melia Kreiling, a quien conocimos en Los Borgia y que será en la ficción la artista griega que entablará una bonita amistad con Emily, pero que a su vez, estará en plena encrucijada romántica tratando de salvar una relación imposible. Emily y Sofía se conocerán en la galería de Camille (la ex de Gabriel), y veremos en ella ciertos paralelismos con la historia de la protagonista de la serie.