Los griegos tienen la culpa. De esa percepción virtuosa del amor. De que nace de la pureza y hace aflorar sentimientos tan ascéticos como la generosidad, el perdón, la bondad… Pues, ¡para nada! El amor no nos hace mejores personas. Y las más malvadas, locas o depravadas pueden amar y ser correspondidas. Marta Robles ha llegado a esa conclusión y casi nos cuesta una bronca... Porque, en Lo que la primavera hace con los cerezos, la escritora y periodista hace un recorrido por aquellos genios de las artes que amaron y ese amor no respondía ni a normas ni a clichés. Pendencieros, suicidas, maltratadores…, pero amantes.
Y ella se propone descubrir en este ensayo qué repercusión tuvo esa emoción en sus creaciones. Pero a Marta Robles, ¿qué le emociona? ¿Qué le ha llevado a escribir? ¿Y su pareja? Porque, como decía John Waters, el marido de una diva siempre es parte de su historia. “Me mueve el amor, el desamor… El amor tiene muchas cabezas, no solo es pasión. El amor que sientes por tu pareja, por tus hijos… El amor —o su ausencia— te mueve por dentro esos resortes que te conducen a la creación. Yo he creado en momentos de enorme dolor. Para mí, escribir siempre ha sido una válvula de escape, porque, desde niña, he tenido muchas inseguridades y sufrimientos internos por ese motivo”.
No le pega, ¿verdad? “Pues insegura lo he sido siempre”, sonríe: “E imagino que siempre lo seré. La inseguridad se domestica, no se erradica jamás. Probablemente, si no hubiera sido una niña tan insegura, no habría tenido esa necesidad imperiosa de escribir”. Pero también escribe por amor. “Tengo la suerte de estar casada felizmente y enamorada. Y llevar tantos años con mi marido, que es mi respaldo para tantas cosas, me ayuda muchísimo. De hecho, él, Luis, es siempre mi primer lector. La persona con quien lo comparto todo, lo discuto todo… Tenemos una relación intelectual muy potente”.
Ahora bien, ¿alguna responsabilidad sobre su obra como la que pudiera haber tenido Gala sobre la de Dalí? “¿Estamos locos? Cuando las parejas funcionan, son equipos que se ayudan y se compenetran. Nosotros podemos compartir y compartimos, pero responsabilidad…”, y piensa: “Él tiene que ver en mis novelas negras. En la serie del detective Rouras. Toda la música que aparece en ellas, que es excepcional, tiene mucho que ver con mi marido. Él me asesora. Y me encanta. Leemos la escena, nos sentamos juntos y escuchamos la música que le ponemos”. Eso es muy bonito. “Y una suerte”.