Cuando empezó a estudiar Diseño de Moda y a trabajar de estilista, Natalia Coll no imaginaba que sería ella quien conquistaría al público con su estilo. Ahora la siguen casi trescientos mil seguidores en las redes, donde son aplaudidos los lookazos que luce en sus apariciones públicas. Entre los más aclamados están los que llevó en las bodas de sus amigas influencers María Pombo, María García de Jaime, Marta Lozano y Teresa Andrés Gonzalvo.
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“Nos conocimos en el colegio, con diecisiete años. Ahí comenzamos a salir. Literalmente, llevamos media vida juntos”, dice Natalia a ¡HOLA!
Pero, para Natalia, su verdadero gran triunfo es haber formado una familia numerosa junto al exfutbolista Adrián González, hijo de la leyenda madridista Míchel, con quien tuvo a su primogénito, Nicolás, el 20 de enero de 2014. Tras su boda, celebrada al año siguiente, nacieron Ignacio, el 10 de enero de 2018, y Bruno, que cumplirá su primer año el 2 de enero. A la vista está que la familia multiplica sus celebraciones con las Navidades.
Natalia y Adrián, ambos de treinta y cuatro años, forman el mejor equipo con sus niños, a pesar de que ahora viven separados: el marido de la influencer reside en Grecia, como técnico del Olympiacos —que entrena su padre, Míchel—. De todo ello, la influencer conversa con ¡HOLA! mientras se prepara para tanta fiesta. “La Navidad es de mis épocas favoritas y ahora más, por los niños. Lo que más me gusta es el ambiente familiar que se genera”, nos confiesa Natalia.
“Además de lo guapo que es, Adrián es una de las mejores personas que conozco. Transmite mucha paz y tranquilidad. Eso hace que nos compenetremos muy bien”
—¿Qué planeáis para estas fiestas?
—En ocasiones, nos turnábamos para estar con las dos familias o hacíamos un viaje. Pero como Adrián está viviendo en Atenas, este año las pasaremos allí con él.
—Con tres niños, ahora viviréis las Navidades con más intensidad.
—Sin duda, con más intensidad y alegría. A mis hijos les encanta decorar el árbol, poner el belén, hacer galletas, escuchar villancicos… Y nosotros disfrutamos mucho con ellos.
—Pese a ser tan jóvenes, Adrián y tú sois padres de familia numerosa.
—Desde muy pequeña, tuve claro que quería ser madre y, sobre todo, madre joven. En casa somos cuatro hermanos y me lo he pasado tan bien con ellos que quise que mis hijos viviesen lo mismo que yo. Para mí, tener hermanos es el mejor regalo.
—¿Cerráis el cupo con tres hijos?
—Sí, aunque haya amigos que no me crean todavía. Tres niños es el número perfecto para mí.
—¿No te quedas con las ganas de tener una niña?
—Hubo un tiempo en el que me apetecía mucho una niña, pero, a día de hoy, no me quedo con las ganas. Estoy feliz con mis tres chicos. Me encanta pensar que serán una piña.
Un amor de aquí para allá
—Adrián y tú comenzasteis vuestra historia de amor hace diecisiete años. ¿Cómo os conocisteis?
—En el colegio, con diecisiete años. Ahí comenzamos a salir. Literalmente, llevamos media vida, en la que hemos crecido y madurado juntos.
—¿Qué destacas de él?
—Además de lo guapo que es, Adrián es una de las mejores personas que conozco. Transmite mucha paz y tranquilidad, lo que hace que nos compenetremos muy bien.
—No habrá sido fácil compartir tu vida con Adrián, sin parar de viajar.
—Si hay algo de lo que me siento orgullosa, es de haber sido capaz de adaptarme a los cambios que han surgido estos años. Me fui con veintiún años de casa. Lo que me hacía feliz era estar con Adrián, no me importaba lo que tuviese que sacrificar.
“Jamás he pensado en mi suegro como una leyenda. No me gusta el fútbol. Cuando lo conocí, ni sabía quién era. Para mí, es el “abu” Míchel”
—¿Qué ha sido lo más difícil?
—En doce años hemos cambiado varias veces de ciudad y nunca se me hizo difícil estar lejos de mi familia y amigos, hasta el confinamiento. Soy una persona muy familiar y muy de mis amigos y sentía que, al no estar cerca de ellos, se estaban perdiendo muchas cosas y nosotros también.
—Ahora Adrián trabaja en Grecia. ¿Cómo lleváis la distancia?
—Al principio, fue difícil, se me juntaron cosas. Pero siempre intento sacar lo bueno de todo y soy muy positiva. Adaptarme a las circunstancias siempre ha sido mi primera opción.
—¿Te planteas mudarte a Grecia?
—No, porque el trabajo de entrenador es muy impredecible y los niños necesitan estabilidad.
—¿Cómo compaginas tu profesión de influencer con la maternidad?
—Muy bien. Tengo la suerte de que este trabajo me permite en muchas ocasiones organizarme con los horarios y así poder dedicarles el máximo tiempo posible. Los momentos que más pueden costar son los viajes, pero tengo mucha ayuda gracias a mis padres y a mis suegros.
“No me planteo mudarme a Grecia. El trabajo de entrenador es muy impredecible y los niños necesitan estabilidad”, añade Natalia sobre su marido, técnico del Olympiacos
—¿Cómo es la relación con los padres de Adrián?
—Tengo una relación buenísima con ellos.
—¿Qué admiras de una leyenda del fútbol como es tu suegro?
—Jamás he pensado en él como una leyenda, porque no me gusta el fútbol. Cuando lo conocí, ni sabía quién era. Para mí, es el ‘abu’ Míchel.
—Si no eres futbolera, ¿qué aficiones tienes?
—La verdad es que no soy nada futbolera. Se sufre tanto que cuesta relajarse y disfrutarlo. Me gusta muchísimo cocinar, leer, hacer deporte, viajar, conocer nuevos lugares y, por supuesto, la moda.
“De Natalia me enamoró lo guapa, cariñosa, atenta y detallista que es”, nos dice Adrián
—¿Cómo comenzaste tu carrera de influencer?
—No sabría decir cómo ni cuándo empecé, pero nunca me propuse que se convirtiera en mi trabajo. Todo surgió con naturalidad.
—¿Cuál fue la reacción de Adrián?
—Al principio, le costaba más entenderlo, porque no le gustan las redes. Pero lo comprendió.
—¿A qué te dedicabas antes de ser influencer?
—Empecé a estudiar Diseño de Moda, en Madrid, pero lo dejé. Después, trabajé como ayudante de estilista para revistas durante un año y realicé un máster de Estilismo. Al finalizarlo, hice unas prácticas en una serie (de Neox), Impares Premium. Me gustó muchísimo la experiencia. Luego, me mudé a Santander, donde empecé la carrera que tengo, Publicidad, Relaciones Públicas y Marketing.
—Otras compañeras tienen firmas de ropa, cosméticos, centros de estética… ¿Cuál es tu “plan B”?
—Llevo un año trabajando en un proyecto que se identifica mucho conmigo. Pero quiero hacer bien las cosas y dar los pasos correctos.
“Mi padre nunca me presionó para ser futbolista. De él destaco su humildad, constancia y lealtad”