La actriz Jane Fonda, que el próximo miércoles cumple 85 años, ha recibido "el mejor regalo de cumpleaños" por adelantado: "La semana pasada mi oncólogo me dijo que mi cáncer está en remisión y que puedo dejar la quimioterapia", anuncia ella misma en sus redes sociales. "Me siento tan bendecida, tan afortunada…". Por eso, "agradezco a todos los que oraron y me enviaron buenas energías", añade ."Estoy segura de que tuvieron algo que ver en la buena noticia".
Fue el pasado mes de septiembre cuando Fonda comunicaba que le habían diagnosticado linfoma no Hodgkin, un tipo de cáncer del sistema linfático que, como ella explicaba, "es tratable" y tiene un 80 por ciento de supervivencia. Decía sentirse afortunada por eso y por tener seguro médico, algo que es un lujo para la mayoría de la población en un país como Estados Unidos: "Me doy cuenta, y es doloroso, que soy una privilegiada en esto", decía entonces.
Contaba también a sus seguidores que ya había comenzado el tratamiento de quimioterapia que iba a durar seis meses y que, por el momento, lo estaba tolerando "bastante bien", aunque, tal y como ha señalado ahora, la última ha sido dura y se encontró mal durante dos semanas. Han pasado tres meses desde que diera la dura noticia y, afortunadamente, la actriz ha evolucionado tan bien que no necesitará continuar con el tratamiento, si bien no señaló cuándo lo había comenzado.
La actriz tenía claro que ni siquiera el cáncer la iba a detener en su activismo climático, entre otras cosas porque, según ella, "los combustibles fósiles causan cáncer" y "la gente necesita saberlo". Efectivamente, así ha sido. Tan solo dos semanas después de la última sesión de quimioterapia, acudía a Washington para asistir a una manifestación y para dar un mitin con le objetivo de intentar frenar el uso de combustibles fósiles.
"El cáncer es un maestro y estoy prestando atención a las lecciones que me da", decía con admirable serenidad al anunciar el diagnóstico. "Una cosa que ya me ha mostrado es la importancia de la comunidad, de crecer y profundizar la propia comunidad para que no estemos solos. Y el cáncer, junto con mi edad (casi 85), definitivamente enseña la importancia de adaptarse a las nuevas realidades".