2600 años después, muy contrariamente a lo que habría hecho Esopo, empezamos con la moraleja de la historia. “Si Paz Padilla les pregunta por un casual si son felices, ustedes contéstenle que sí –o que no-, pero nunca le digan que ‘Psss’ porque ‘Psss’ no es una contestación y van a saber lo que es bueno”. Porque a Paz Padilla le han pasado cosas que le han hecho ver la vida en términos absolutos. Las medias tintas, en cuestión de vivir al menos, no le valen. La vida, tomen nota porque cae en examen, hay que devorarla y gozarla y poseerla..., de manera desgarrada y a dentelladas. Un arañacito o un mojarse los labios son, además de una cosa tonta, una pérdida de tiempo cuando, de tiempo oigan bien, no estamos sobrados. Y no, no es broma. Porque la actriz tiene un máster en recomponerse de la adversidad y en aprender de ella. Esto tampoco lo es.
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Nos la encontrábamos en la fiesta de Navidad de Moët Chandon pidiendo un taxi para volver a casa cuando en ¡HOLA! queríamos que se hiciera unas fotos y una “entrevistita amable”. “¡Que me levanto a las 5 de la mañana! ¡Que me tengo que ir! ¿Tú sabes desde que hora llevo levantá?”. Y, oye, cómo no le íbamos a preguntar ¿Desde cuál? Cuando sabes que ahí hay historia... Y vaya que si la había. El día lo había comenzado en la Complutense dando una conferencia junto a su profe de Neurociencia, Nazareth Castellanos. Sí, está estudiando el funcionamiento cerebral, esa alquimia química que consigue que pensemos como pensamos, nos emocionemos, sintamos…Un galimatías para los que somos de letras y aprendimos del amor leyendo a Neruda.
“… Este año… Este año no ha habido tantas cosas malas… Así que, estoy más tranquila. Tranquila, tú ya me entiendes, porque en realidad estoy a mil. Me he metido en el cine… Ahora estoy haciendo ¡películas! Que era algo que me había gustado siempre y que, por circunstancias, nunca había hecho, así que lo estoy disfrutando mucho…”.
- ¿Y empiezas mañana entonces a rodar?
- Mañana. A las 5. Con otra Paz. Vega.
- Pero ¡qué maravilla! Entonces 2023 te trae otro estreno en la gran pantalla, que con Paz ya has rodado A todo tren 2 ¿no?
- Pues ¿sabes qué pasa? Que yo pienso que el futuro no existe…
Acabáaaaramos. Y, de repente, de una conversación más o menos tierna o más o menos insustancial sobre las vacaciones navideñas y los proyectos laborales , pasamos a otra rayando lo metafísico y, verán, el couching. Porque, sí, hay entrevistadas que, de repente, se convierten en entrevistadoras y por qué no, un poco meigas, pero eso se queda en la privacidad del que suscribe.
“... Todos sabemos que no existe el fuguro, pero no nos lo creemos. Yo, en cambio, sí lo sé. Lo sé, porque lo he vivido. De hoy a mañana se puede acabar todo. Se acaba todo, de hecho. Yo vivo el presente. Por eso, soy tan feliz. ¿Tú eres feliz?
¿Qué les decía?
- Pues, mira, Paz. Psss. Hago lo que puedo…
- Pues no es así, cariño. Del futuro no se sabe nada. Tú, de hecho, no controlas nada. Tú puedes querer controlar lo que tú quieras pero es el destino quien decidirá y lo hará por ti. Así que, en mi caso, si te sirve, ¿para qué voy a montarle una historia para mañana cuando lo que tengo entre manos es el hoy, cuando lo que tengo que vivir es hoy? Mira, me preguntabas antes ¿Qué vas a hacer estas Navidades? Mis hermanos también me lo preguntan y me dicen: ‘¿Estas fiestas...? ¡Qué fiestas si no está mamá, si no está tu Antonio!...’ Pues, oye, cómo no vamos a hacer nada si el año que viene a lo mejor faltamos uno más, ¿no te parece?
-Ya, Paz, pero en Navidades, a todos nos pasa: que cuando hay una falta, desafortunadamente, ponemos el acento ahí y, a lo mejor, es injusto, pero es también triste.
- Es triste, vale. Y duro. Pero es que desde que nacemos, sabemos que vamos a morir. Y si lo sabemos, lo peor que hacemos es que no nos lo creemos. Esa es -te diría- mi misión. Llevo con mi obra ya dos años y pico y hablo de eso, de la aceptación, desde el acompañamiento, El humor de mi vida poque ves que hay gente que no sabe cómo gestionarlo. Y yo, lo repito las veces que sean necesarias: la Navidad no son unas fechas. No existe una fecha en concreto para recordar. Todos los días son buenos para recordar con amor y agradecer el amor.
- Qué difícil, Paz. Y qué cansado también te digo...
-Es que es un trabajo. No se llega a aquí porque sí. Hay que pensar en positivo siempre y saber que hay habitaciones en tu alma en las que, a lo mejor, no hay que entrar porque ya no sirve para nada.
-También es cierto que tener a alguien que te “obligue” a seguir adelante es positivo, ¿no? Tú tienes a tu hija y eso es un acicate para no desfallecer, ¿no crees?
- Pero aunque no tuviera ese apoyo, hay que hacerlo. Porque cuando estás triste, ya puedes estar rodeada de gente que tú te sientes sola. Y, al final del día, cuando te vas a la cama, te acuestas sola. Tienes que estar contigo misma. Día y noche. Y hay que aprender a aceptar eso también como un regalo. Gestionar cada día, cada amanecer, como un regalo porque la felicidad depende de ti, no de nada ni de nadie, está en tu interior. Es entonces cuando empiezas a ver la botella medio llena. ¿Tú la ves medio llena o medio vacía?
¿Ven lo fácil que es perder el control de la entrevista?
- Mmmmm ¿Depende?
- Todos tenemos motivos como para hundirnos y también para ser felices. Y al cerebro hay que entrenarlo para que sean más los días de felicidad que los de depresión.
Y con la inocencia del que se cree que está hablando de filosofías de café y pitillo y, en este caso, de copita de champagne, abrigo por la espalda y la mirada puesta en la lontananza de Gran Vía buscando una lucecita verde que te lleve a casa, uno pregunta el cómo. Cómo entrenar una masa gris que, en ese momento, está un poco entumecida por la edad, las horas, el frío y sabe Dios cuantos trankimazines retarder…
- Pues ya me dirás cómo, Paz...
- Pues es lo que estoy aprendiendo. Estoy haciendo un curso de Neurociencia con Nazareth Castellano, llevo ya una “pechá” de meses y estoy muy feliz porque estoy aprendiendo cómo funcionan las neuronas, las conexiones… La neurociencia no deja de ser un estudio relativamente reciente porque, hasta hace muy poco, no se podía medir el funcionamiento cerebral, pero, ahora, sí. Y es maravilloso aprender cómo funciona tu cabeza porque, sabiendo su mecanismo, puedes también moldearla. El cerebro es dúctil y puedes cambiarlo. Si todos aprendiéramos a hacerlo, no habría lugar a la tristeza, ni tampoco tendríamos tanta ansiedad por las cosas… Sabríamos que son procesos por los que hay que pasar, que ocurren, que son patrones de conducta que llevamos adquiridos desde la infancia y que, si bien no podemos erradicar, si podemos reevaluar.
- Paz, parece una clase magistral.
- Ay chico, es que esta mañana di una Conferencia en la Complutense sobre este tema. Luego me fui a la Sexta. Ahora estoy aquí contigo y mira, ya me cojo este taxi. ¡Taxi! Que mañana a las 5 me recoge otro... Niño, no hay que desaprovechar ni un minuto. Nunca. A mí me gusta vivir.