Dicen que, con los años, uno tiende a quitase caretas, a enseñar quién es realmente, sin imposturas. Que no se teme a nada ni a nadie porque ya se ha demostrado de lo que sé es capaz. Que se da valor a las cosas esenciales de la vida y que los recuerdos pasados recobran sentido y aparecen con mayor claridad y viveza ante nuestros ojos que lo que podría ocurrir hace tan solo unas semanas o el menú del almuerzo de mediodía… También es verdad que a los periodistas, las grandes cifras, el fulgor de las estrellas o el derroche de éxitos nos nublan y vamos, como Carol Ann de Poltergeist o las polillas, directitos a la luz. Quizás por todo eso, no prestamos la suficiente atención a la construcción del genio.
O que Emilio Estefan ahora tiene mucho más presente, viendo los frutos de su esfuerzo, qué fue lo que le movió a convertirse en uno de los hombres más poderosos de la industria musical, en un Rey Midas de números 1 en la Bill board de Estados Unidos -y en todo el mundo-, en alcanzar una fortuna personal con varios pares de ceros cuando, sus comienzos, por el contrario, fueron muy muy muy duros. Y su realización personal la llevó a cabo desde muy muy muy abajo. Desde la calle. Desde la mendicidad. Es obvio que la imagen del productor Ricky Martín o Shakira o JLo se reivindique ahora ante esta nueva mirada como el máximo ejemplo del hombre hecho a sí mismo y del sueño americano. Que sí, que vaya si se cumple. No es algo que haya ocultado. Nos cuenta Emilio Estefan que, cuando visitó Madrid en 2018 y recibió la Medalla a las Bellas Artes de mano de los Reyes, les habló a sus Majestades de sus comienzos, de sus años de niño en Madrid, cuando vivía “momentos muy difíciles”. La mención a sus recuerdos surge en la conversación de manera fortuita.
Tal y como publica ¡HOLA! esta semana, la familia Estefan al completo se ha reunido para cantar a la Navidad en un disco cuyo primer single se titula Thankful, un tema inédito –al que le rodean otros clásicos de estas fechas, desde White Christmas, de Bing Crosby a All I want for Christmas is you, de Mariah Carey- en el que el propio productor afronta por primera vez el trance de ponerse ante un micrófono gracias a la insistencia de su nieto Sasha y el cariño sin límites de su mujer Gloria y su hija Emily.
La canción surgió el año pasado. En medio de las oleadas desenfrenadas de Covid cuando, alrededor de la mesa de Nochebuena en su mansión de Miami y ante una mesa repleta de exquisitas viandas, Gloria, la matriarca, preguntó a cada uno de los integrantes de su familia por qué daban gracias. “¿Y qué dijiste tú?”, le preguntamos inocentemente. “Por ese instante. Siempre he dicho que la Navidad es como una alacena en la que se han ido colocando esas situaciones irrepetibles, esos recuerdos que, cuando llegan cosas tan terribles como la Covid y te das cuenta que la vida puede cambiar de la noche a la mañana, descubres que eran lo importante, que hay que disfrutar del momento que estás viviendo al máximo, como si fuera el último día de nuestra vida. Eso lo aprendí con el accidente de Gloria. Estábamos bien y, de repente, creí que la perdía”.
Y su argumento continuó. “Creo que un mensaje como dar gracias en familia es muy importante. Somos un ejemplo de familia hispana que nos gusta mucho la celebración, la familia, la unión, el respeto a las personas mayores, el recuerdo a las personas que no están… Con ellos se queda una parte de tu corazón siempre. Nunca olvidaré cómo mi padre lo dio todo por mí en su ciudad (en Madrid desde nos ponemos en contacto con este elenco familiar de artistas) donde vivimos momentos muy difíciles, salimos para Cuba y, por último llegamos a este país, a los Estados Unidos de América, que nos lo dio todo. Nos dio la oportunidad. Y ya le digo yo que la aprovechamos. Dios nos la dio y vaya si trabajamos duro para el sueño se cumpliera”.
La réplica como madrileño no se hizo esperar. He aquí la sorprendente respuesta: “Cuando viví de niño en Madrid, yo iba a un comedor social. Recuerdo el lugar de Madrid donde tocaba el acordeón por dinero que cambiar por comida… Era cerca de una Iglesia. Porque la gente piensa que todo llega rápido, pero nosotros hemos pasado por mucho para llegar hasta aquí y honestamente, ese viaje que hemos hecho nosotros demuestra que las cosas se consiguen con perserverancia y agradecimiento. Todo eso lo recordaba cuando recibíamos la medalla de los Reyes de España. La primera pareja de la Historia en recibirla. Quién me lo iba a decir a mí de niño.. Quién se lo iba a decir a ese niño que, sin nada, llegaba a este país (Estados Unidos) y hoy disfruta de un nieto que, movido por mi mismo amor a la música, compone con su computadora y tiene las puertas abiertas para ser lo que quiera en el futuro”. Esa era la revelación que nos dejaba boquiabiertos y que había quizás, también, conducido el esfuerzo del abuelo Estefan: luchar por conseguir un futuro mejor para él y todos los que vinieran detrás de él porque jamás ha olvidado sus raíces.
“Pero cuando nosotros empezamos en la música no fue fácil. Teníamos un sonido diferente. Cantábamos en inglés, también en español y no era aceptado. Pero no nos rendimos. No quisimos cambiar. Por eso, la semana pasada, cuando estuve en la gala de los Grammy Latinos y pude comprobar cómo estos premios en habla hispana son los más importantes del mundo, pensé: hemos luchado y hemos dejado un legado bonito. Abrimos la puerta al mundo y qué orgullo de mi gente, de la comunidad hispana”, asegura un emocionado Emilio recordando cómo, por ejemplo, el Despacito, de Luis Fonsi se ha bailado y tareado en todo el mundo y cuya vida no puede ser más inspiradora para los miles de emigrantes que batallan cada día por construirse un futuro en el País, dicen, de las Oportunidades. “Como miembro de una familia hispana me siento muy orgulloso. Del apoyo que hemos recibido en el mundo entero, de que nuestros artistas sean admirados en todo el planeta y de que el español se escuche en todas las casas”, logrando desbancar en importancia incluso, recuerda el productor, a los Grammy anglosajones. Tanto en millones de audiencia como en repercusión internacional de sus premiados.
¿Qué le queda de aquellos años de penalidades? Algo que, aún siendo un gesto de generosidad sin límites, no deja de ser, a ojos de Gloria, su mujer, innecesario. Porque la “malcría. Mucho. Me regala cosas todo el tiempo. Y no es bueno”. “A mí, me encanta regalarle cosas”, replica Emilio. “Ella me dice no le hace falta nada. Pero yo solo quiero que no le falte de nada. Cuidarla”.