Juventud, elegancia y muchos sueños por cumplir se dieron cita, este pasado fin de semana, en la Ciudad de la Luz, donde tuvo lugar, un año más, el esperadísimo Le Bal, el llamado baile de debutantes en el que, en los fastuosos salones del hotel Shangri-La Paris, bajo sus lámparas de miles de cristales engarzados, paredes ensedadas y molduras doradas, los jóvenes de la alta sociedad internacional se descubren ante los ojos del mundo. Y lo hacen como en una escena sacada de una novela de Jane Austen o en una adaptación al cine de Evelyn Waugh a lo Retorno a Brideshead o de la archipopular The Bridgerton , por ejemplo. Vestidos por las maison de alta costura más renombradas y las joyas y aderezos más delicados, recordando fastos del pasado, pero, también, proyectándose hacia un futuro, quizá, más transversal y polivalente.
Dieciocho jóvenes bellezas, descendientes de familias aristocráticas, pero también de las artes y las finanzas, se mostraron al mundo vestidas de alta costura
Con princesas que hoy despuntan como reinas de las redes sociales, como es el caso Leah de Noruega , hija de Marta Luisa, ante la que se cernía una gran expectación —que no defraudó—, y a quien pudimos ver vestida por Giambattista Valli entre vaporosas sedas en color rojo frambuesa. O cavaliers como Ignacio de Borbón —el único representante español—, a quien el mainstream lo descubrió pasando hambre en la isla de Supervivientes, cuando este rubio modelo desciende directamente de catorce Reyes y es primo de Felipe VI, como bien demuestra su magnífica estatura.
Era la primera ocasión en la que la princesa Leah de Noruega posaba ante las cámaras tras la renuncia de su madre a ejercer sus obligaciones reales
Acompañada por el maharajá Lakshya Parkash de Simour, los ojos azules de Leah rivalizaron en luz y brillo con la tiara que V MUSE Jewelry había acabado a mano expresamente para ella. Era la primera vez que la joven, de diecisiete años, modelo e influencer con más de 162.000 seguidores en su cuenta de Instagram y poseedora de uno de los premios de belleza más importantes de su país, aparecía ante los medios después de la decisión de su madre de renunciar a todas sus obligaciones reales por amor. Más concretamente, por su controvertida y futura boda con el chamán Durek Verrett. Pero la joven no necesitó mediar palabra alguna para eclipsar los focos del planeta con su vestido plisado corte odalisca, mientras su madre, entre las invitadas, disfrutó de ese momento tan especial para ella, como su primer vals en la capital del Sena, tal y como declaró en exclusiva para ¡HOLA! hace unas semanas.
Esta era la primera vez que los caballeros —los acompañantes masculinos— asistían a la sesión fotográfica que precede a la ceremonia, en la que dieciocho jóvenes de todo el mundo, hijas de aristócratas, empresarios e importantes figuras de las artes, se muestran en su mayoría de edad ante la crème de la crème internacional. De ahí que quedara retratado para siempre Ignacio de Borbón, sobrino nieto de Elena de Borbón, otrora mítica embajadora de la casa Versace. El modelo ejerció de acompañante de la bella Annabel Zimmer, hija del compositor alemán Hans Zimmer, por cierto, uno de los músicos predilectos de su primo el Rey Felipe y doña Letizia. Mientras que el joven influencer siguió elegantemente el protocolo diseñado por Madame Ophélie Renouard —anfitriona de esta ensoñadora velada—, con un esmoquin negro con camisa, pajarita y fajín en blanco, Annabel, que ejerce profesionalmente de fotógrafa, eligió un vanguardista vestido en azul violáceo de Jean-Paul Gaultier con un original corazón bordado en paillettes granate.
Natasha Connery y Harper Peck sorprendieron a los invitados al gran baile en el hotel Shangri-La Paris cuando, en el fragor de su vals, se dieron un romántico beso, rubricando un noviazgo de cine entre dos grandes sagas de Hollywood
Uno de los datos más curiosos de esta celebración es que algunas de estas parejas no se conocen de manera previa, sino que Renouard, atendiendo a sus gustos y afinidades, se convierte en una improvisada Cupido de parejas insólitas y atractivas. Una labor que, en el caso de Natasha Connery, nieta del legendario y más famoso de los 007, Sean Connery, no fue necesaria ejercer porque llegó a los pies de la Torre Eiffel del brazo de su novio, Harper Peck, nieto, a su vez, del no menos mítico protagonista de Matar a un ruiseñor, Gregory Peck derrochando amor y glamour al estilo Hollywood con un impresionante vestido en satén gris perla, de Alexis Mabille. Junto a ellos, la hermana de Harper, Ondine, que tampoco quiso perderse esta gran oportunidad con invitadas de gran linaje aristocrático, como Sophia de Habsburgo-Lorena, ahijada de la Reina emérita doña Sofía y nieta de Otto de Habsburgo, que se encuentra en nuestro país cursando sus estudios universitarios, y, vestida por Franck Sorbier, se acompañó del imponente Leopoldo de Baden.
Ignacio de Borbón, primo del Rey Felipe VI y la única representacón española en la fiesta, fue el ‘cavalier’ elegido para Annabel Zimmer, hija del célebre compositor alemán
A ellos se unió la princesa Hélène d’Orleans, vestida por Georges Hobeika; la condesa Olimpia Rimbotti, de Stefan Djokovich, y la también princesa india Inayatinder Kaur de Patiata, por Sabina Bilenko, jóvenes mujeres de los cinco continentes, ya que esta cena tiene como fin recaudar fondos para causas solidarias repartidas por todo el planeta. En esta edición, se ha elegido la fundación del chef José Andrés, ONG World Central Kitchen, que provee de alimentos a personas afectadas por cualquier tipo de crisis, como al pueblo ucraniano durante el conflicto con Rusia o el desastre del volcán de La Palma, y también al hospital Necker-Enfants Malades, de París, que se encarga de mejorar la calidad de vida de los niños que padecen enfermedades cardíacas.