Con tan sólo dieciocho años, Ramón del Castillo llegó a los castings de la tercera edición de Operación Triunfo, donde, dispuesto a meterse de lleno en el mundo de la música, fue superando gala tras gala hasta quedar en segundo lugar. Lo que no se imaginaba, entonces, es que ese sería el trampolín que le llevaría a representar a España en el Festival de Eurovisión 2004 . En aquel momento, se celebró en Estambul (Turquía) y el joven canario llegaba con un tema muy pegadizo, Para llenarme de ti, con el que se colocó décimo en la clasificación. Además, la canción se convirtió en todo un éxito y estuvo nueve semanas en lo más alto de las listas de ventas. Formaba parte de su álbum, Es así, que supuso todo un acierto para arrancar su recién estrenada carrera como cantante.
Dos años después ponía a la venta su segundo disco, Cambio de sentido. Sin embargo, ese fue el comienzo del fin y, hace diez años, decidió cambiar de tercio completamente y, desde el 2020, regenta un exitoso restaurante llamado Surkos en su tierra natal, Las Palmas de Gran Canaria, donde vive con su mujer y sus dos hijos, Gala, de cuatro años y Nicolás, de dos: “Siempre había tenido la inquietud de mi propio negocio y encontramos este local, que es precioso y tiene mucho encanto, al borde del mar. Lo que no esperábamos es que nos ibamos a encontrar con una pandemia mundial y una crisis de la que no sabemos cuando podremos salir... Si es que salimos, pero estamos muy contentos porque nos va realmente bien”.
-¿Por qué le pusiste el nombre de Surkos?
-Por mi estancia en Noruega, donde estuve viviendo cinco años con mi mujer. Es una palabra que no tiene una traducción literal al español, pero viene a decir algo así como que hay que disfrutar el momento. Es lo que queremos que haga nuestra clientela en nuestro restaurante
-¿Lo abriste con lo que ganaste en la música?
-No, fue empleando mis ahorros y pidiendo ayuditas y con lo que tenía por ahí ahorrado. La música la dejé hace más o menos diez años y, aunque gané dinero e hice alguna inversión inmobiliaria, me pilló la crisis del 2008 con lo cual se fue lo comido por lo servido.
-¿Cuáles son los platos estrella de tu restaurante?
-Ahora estamos muy volcados con los arroces, algo que aquí no se estilaba mucho. Es una cocina muy mediterránea con un toque canario evidentemente y un montón de productos y platos de la zona. Los quesos, por ejemplo, son de un pueblo que está a unos veinte minutos de aquí.
-¿Eres tan experto en quesos como dicen?
-No, me gusta el queso como a los buenos queseros pero no me considero un experto. Si que es verdad que han pasado por mi mano muchos quesos, porque uno va probando lo que más le gusta o lo que quiere poner, y terminas entendiendo algo.
-¿Notas que tiene éxito como hostelero por tu gancho de ser famoso?
-Es verdad que algunas personas vienen a curiosear, a verme y a ver qué estoy haciendo, pero, en general, de eso no se vive, a no ser que seas muy famoso y estés aquí todos los días. La gente no se deja engañar por esas cosas. Como no des bien de comer, se van.
-¿En el local has puesto fotos tuyas de cuando actúabas?
-No tengo fotos ni en mi casa. No me gusta mucho. Lo que hago es poner música en directo todos los fines de semana y, alguna vez, he salido a interpretar algún tema con un amigo.
-¿Por qué decidiste dejar la música? ¿Dónde queda en tu vida en este momento?
-Decidí parar porque me mandaron a Eurovisión con una canción que no era mía, aunque le tengo mucho cariño porque me aportó muchisimo. Fue un pasaporte para viajar y para hacer muchas cosas, pero no me sentía identificado con ella. La gente que manejaba mi carrera en aquel momento basó mi carrera en aquella canción y yo no era eso, con lo cual mi carrera bajo mi percepción ya empezó mal. No me llenaba y, después de unos años en los que me deje llevar por la inercia, me fuí cansando y me dije: “¿Qué hago aquí?”. Fue una decisión complicada porque la música era un sueño para mí, pero también tenía ganas de hacer otras cosas en la vida. No me quería limitar a ser artista.
-¿No sientes el gusanillo de los escenarios?
-De vez en cuando, pero se me quita rápido. He estado rodeado de artistas durante los últimos años porque estuve trabajando mucho con Manuel Carrasco, que es muy amigo, y, después en Sony, con gente como Melendi. Sé lo que supone esa vida y que es mejor verlo desde fuera que desde dentro porque hay que tener una dedicación absoluta y sobre todo mucho sacrificio.
-¿No sientes envidia al ver como algunos de tus compañeros se han abierto hueco en el mundo de la musica?
-Envidia no. Lo que siento es orgullo de ver como un tipo como Manuel Carrasco ha llegado arriba a pesar de que intentaban llevarle por caminos que no eran los suyos. A base de trabajo de pico y pala, lo ha conseguido.
-¿Tú te consideras un juguete roto de la música?
-No, la verdad que no, porque, como te decía antes, tenía otros intereses más allá de los escenarios y estudios de grabación. Esa gente que dice o canto y me dedico a esto o me muero si que puede ser un ‘juguete roto’ porque después lo pasan muy mal y no saben qué hacer con su vida. En mi caso, una de las mejores decisiones que tome fue meterme en OT y otra fue la de dejar la música. Yo no lo veo como un fracaso sino como un cambio de rumbo.
–¿Sigues teniendo contacto con tus excompañeros?
-Sí, sí. Con Manuel estuve hace dos semanas en su casa de Madrid y con mis compañeros de edición tenemos un chat y nos hablamos todas las semanas
-¿Han pasado ya por tu restaurante?
-No, ha venido algún compañero de Sony y algún amigo de Madrid y de Noruega, pero de la música no. Son personas que llevan una vida normal y que viajan antes para ver a su familia que para verme a mí (risas)
-Ahora, con tu experiencia como hostelero, ¿no te animarias a participar en MasterChef?
Sí, creo que haría un buen papel en MasterChef porque tengo un buen entendimiento de lo que es la cocina y en casa hago mis ‘pinitos’, pero no sé si encajo en el perfil de celebrity.