O los Ferragnez son el perejil de todas las salsas y no saben qué es quedarse una tarde en casa o es que nos encontramos ante la típica pareja con la que “lo petas” con solo poner su nombre en el titular. Porque para los que nos dedicamos a este oficio, este súper matrimonio es, hablando de ellos como un tándem, un personaje “bendición”. De esos que te soluciona una crónica cuando ya no se te ocurre nada qué contar, que te llena un espacio en blanco porque siempre les ha pasado algo y con los que, además, los clicks suben como la espuma (de un buen prosecco, obvio).
Y ocurre siempre, ¿eh? Aunque el espíritu de la información sea “Chiara se ha roto una uña” o “Fedez enseña a decir miau a su hija Vittoria mientras Leone se come un panino de jamón y queso”. Eso da igual. Porque todo lo que hacen o dicen es noticia. Lo que les rodea es noticia. Hasta sus enemigos son noticia… Los Ferragnez serían algo así -en tanto en cuanto a presencia en la sociedad italiana- como una María Pombo en la española… Mmmm, pero a lo bestia. Chiara Ferragni tiene 18 millones de seguidores en IG y Fedez, casi diez. Para que nos hagamos una idea, entre los dos juntan a toda la población de Suecia y Holanda de una tacada. Y todos, todos, todos potencialmente consumidores. De noticias o de cualquier otro producto, se entiende.
Hay veces en las que la noticia está más que justificada. Véase cuando, en pleno Covid, la pareja recaudó, en tan solo doce horas, dos millones de euros en donaciones para ayudar a los centros hospitalarios transalpinos. Los primeros 100.000 salieron de su cuenta. También cuando Fedez, hace muy poquito por cierto, fue operado de cáncer de páncreas y su labor concienciadora sobre esta dolencia con sus post fue, de lejos, mucho más certera y valiosa que la que hubiera podido conseguir el Gobierno italiano con una campaña sanitaria institucional.
Por cierto, hablando de Gobierno, también fue divertido cuando el rapero hizo el anuncio de su videoclip como si se fuera a presentar a las elecciones italianas. Vestido de traje, con gemelos y en un bureau presidenciable. Los partidos que, a la postre, se hicieron con el poder ejecutivo en el país de la pasta, la pizza o el tiramisú, ósea, Giorgia Meloni y demás, se pusieron como hydras para ridiculizar al cantante y clamar al cielo -y a la tierra, porque hasta al Vaticano interpelaron- demostrando que la sola presencia de Fedez en una competencia por las urnas les daba más miedo que un mundo sin hidratos de carbono.
Finalmente, aquello solo fue un amago publicitario, pero hay quién no ha perdido la esperanza de que sea el próximo matrimonio que ocupe el sillón de Montecitorio, que ya sabemos que en Italia todo es posible. Hacemos esta introducción para que se entienda la trascendencia de la noticia que vendrá a continuación. Aunque ¿quizás también sería necesario explicar qué es Sanremo? Sí. Deberíamos.
El festival de Sanremo
Desde el “chanelazo”. O mejor dicho, desde que Rigoberta Bandini y las Tanxugueiras se presentaron al Benidorm Fest con la consiguiente polémica por la victoria de Slomo frente al Ay mamá de la catalana y la Terra de las gallegas, la preselección española a Eurovisión tiene una repercusión considerable. No podemos olvidar que las mil entradas para la final del Benidorm se agotaron exactamente en 37 segundos... Vale. Ok. Es un fenómeno.
Pero si hablamos de Sanremo, eso son palabras mayores. Al menos, por antigüedad. 72 ediciones. Pero no solo por eso. El Festival de Sanremo paraliza el país durante una semana. Más que un Mundial. Las cuotas de pantalla son multimillonarias. Los ingresos por publicidad son estratosféricos y las revistas, los periódicos, las radios dedican una programación exclusiva al certamen.
En él, concursan los veinte cantantes más importantes del país elegidos previamente por sus discográficas. Es decir, la industria musical saca toda su artillería y mide fuerzas: sus apuestas del año. Ya sean pesos pesados; ya sean revelaciones espectaculares. Esto es, desde Patty Pravo a Nek. Desde Ornella Vanoni a Laura Pausini. Que se baten en cinco galas para que el público soberano y dos jurados, profesional y prensa, elija la mejor canción: ésa que va directa al top 10 mundial del Spotify (Zitti e buoni, de Maneskin); ésa que obtendrá 62 millones de reproducciones en Youtube en una semana (Brividi, de Mahmood & Blanco). Supongamos que algo así como si en Benidorm Fest compitieran durante cino días Pablo Alborán, Raphael, Vanessa Martin, Bisbal, Aitana… y cuenten hasta veinte.
De lunes a sábado. Todas las noches en prime time. Y además, a las galas televisivas fuera de visita, como el que no quiere la cosa, Queen como ocurrió por ejemplo en 1984. O Elton John & Rupaul en el 94. O Madonna en el 98. O JLo y Rania de Jordania en 2010. O Dua Lipa en 2020… Bueno, pues llegamos a la bomba después de toda la chapa explicativa. Fedez no puede participar en Sanremo ¡por culpa de Chiara! Habemus drama nacional.
Porque, claro, antes de verlos en Montecitorio gobernando los cuerpos y las almas de 60 millones de italianos (perdón el inciso, pero ¿cómo sería eso de ver a Fedez en el G7 y a Chiara con la Reina Letizia en una cumbre de la OTAN?), los italianos querían celebrarlos en un escenario. Y ¿qué mejor escenario que el del mítico Festival? Exacto. Nada. Pero es que, encima, esa posiblidad fantástica se antojaba una fantasía factible, ¿n’est-ce pas? Pues resulta que no. Que, al menos, en 2023, “nones”.
Y es que, aunque aún quedan meses para que tenga lugar el acontecimiento (la cita en el Teatro Ariston de la ciudad de la riviera italiana es a mediados de febrero), es de tal importancia, que las noticias se suceden casi semanalmente. Y la bomba acaeció hace unos días cuando Amadeus, el sancto santorum de la televisión pública y presentador del festival, adelantó que ese encuentro entre los dos reyes de las RRSS no iba a tener lugar porque Fedez estaba obligado a renunciar. ¿What?... Digo: ¿Cosa hai detto?
Se rumoreaba que, como en la última ocasión en la que compitió en Sanremo, el milanés volvería a compartir hit con otra cantante. En 2021, ya lo haría con Francesca Michelin (¿La de Nessun grado di separazione, de Eurovision 2016? ¡Esa!) y su chiamami per nome quedó en segundo lugar detrás de los por siempre cool Maneskin, que después ganarían Eurovisión, revolucionarían Coachella, dejarían Etro y se convertirían en imagen de Gucci y bueno… de oca a oca y tiro porque me toca. En esta ocasión, la de 2023, Fedez participaría con Rosa Chemical. Peeeeero Chiara Ferragni se le habría adelantado diciéndole “sí” al Festival.
Ergo Chiará será la copresentadora, al menos, de dos de las galas del Festival y por una regla no escrita… “Yo no puedo ir porque presenta mi mujer -anunciaba en un directo el rapero-. En realidad, ha habido ediciones en las que estaba la mujer de un cantante en competición… pero, este es un poco su momento y me parece justo que sea así”. De esta forma, el de Dolce vita, “il tormentone” de este verano pasado con Tananai y Mara Sattei, daba por medio perdido su 2023… O sea, no participación, no disco, no pelas. Nada que ver con 2021 cuando contó con el apoyo indiscutible de su mujer para que se alzara con el televoto. Desde sus redes y desde casa. Recordemos que Chiara tiene 18 millones de seguidores que, obviamente, tienen teléfono. Y votan.
No sé a ustedes, pero la excusa de Fedez suena a “concesión” a “pobrecita mi mujercita, es su momento”. A la prensa italiana, al menos, sí. O como decíamos al principio, esas declaraciones pedían a gritos un titular sensacionalista. El caso que los rumores de crisis en la pareja -aunque ya son cuatro estrellas, Leone y Vittoria, los niños ya son virales también en redes- se han vuelto a despertar, que tienen un sueño muy ligero también es cierto....
La idea de que Fedez se hubiera obligado a apoyar a su mujer desde casa para no eclipsarla era demasiado apetecible como para dejarla escapar. Máxime cuando el propio Fedez había dicho alguna vez que sentía la sombra alargada de su esposa en el escenario. Vamos, que le daba miedo enfrentarse a esa reina rubia que, por supuesto, ya ha anunciado que lo de ser presentadora no se lo iba a tomar a la ligera y que se objetivo es ofrecer algo “único e innovador”.
Pero es que además habría otra razón por la que el cantante habría decidió darse por vencido. Y es que en 2021, Fedez no ocultó que sentía mucha ansiedad. Tanto, incluso, que no podía participar sin sus “pulseras anti-ansiedad”. ¿Come? Sin sus pulseras anti-ansiedad. Esto es un dispositivo que emite una especie de microvibraciones homogéneas que, teóricamente, deberían calmar la ansiedad y contrarrestar los síntomas del estrés porque, básicamente, Fedez estaba loca de los nervios. Pues según parece, para más inri, esos brazaletes los ha perdido. Ohhhhhhh.
Sin embargo, va a haber canción. ¿Qué sacara al mismo tiempo que suceda el festival pero no en el festival no sea que entorpezca el estrellato de su mujer? Ejem. Ya lo veremos. El ya ha dicho que va a ser una bomba. Peccat o que no pueda enseñarla en Sanremo... Ough. Se titula Crisi di Stato. ¿Crisis? “Es muy fuerte. Realmente, un temazo. Un hit hiperpop. Creo que es la primera vez que se hace algo así. Al menos en Italia”. “Pop maximalista”, lo llama él. Sí. Vale. Pero volvamos a lo de crisis. Que no todo brilla en la casa de los reyes Midas de lo digital y la emperatriz rubia protagonizó un “errorino social” después de haber publicado un Tik tok. Y en ese lapsus se dejaba entrever que algo olía mal en Dinamarca. ¡Que tildaba a su marido “anaffettivo”! Ósea, “analfabeto sentimental”. La cosa era así.
Publicó un video en el que su hija Vittoria intentaba dar un besito a su hermano Leone, que pasaba de la hermana como si de un plato de acelgas se tratara. Y bajo la imagen de la niña, Chiara escribió “Yo” y, después, debajo del muchachito indolente, la siguiente frase: “Todas las personas analfabetas emocionales que he elegido en la vida”. Mmmm interesante. Mucho. En este mundo en donde empieza a imponerse el segundo del metaverso, lo que sucede en una red social ya es de una eternidad inmutable. ¿Habrá llegado los Ferragnez a partir peras? Lo que está claro es que si eso sucede, lo retransmitiremos en streaming.