La vida de Natalia Vodianova podría inspirar el cuento de la Cenicienta moderna. Ella misma relató cómo fue su dura infancia en Gorki (hoy Nizhny Nóvgorod), a 500 kilómetros de Moscú. Abandonada por su padre cuando tan solo tenía dos años; su madre, Larisa, sin recursos económicos, ni posibilidades de mejorar su situación familiar, tuvo dos hijas más, Oksana, con parálisis cerebral y un grado profundo de autismo, y Kristina, con dos padres distintos.
Su única fuente de ingresos era un puesto de frutas y verduras en el mercado, donde la pequeña Natalia empezó a trabajar a temprana edad: ayudaba a su madre a vender la fruta, cargaba con pesadas cajas, pasaba frío y regresaba agotada al cuarto de 20 metros cuadrados que compartían las cuatro.
A los quince años encontró un trabajo eventual como modelo en una agencia, pero entre trabajo y trabajo, para ayudar a su familia, instaló un puesto de verduras en el mercado que conocía tan bien, junto a una amiga. Un buen día, un cazatalentos la descubrió en un casting y le propuso emprender el viaje que la catapultaría a la gloria. Vodianova, como es sabido, se convirtió en la “princesa” de las pasarelas.
Lo que no se sabía hasta ahora, es que antes de convertirse en una cotizada súpermodelo, una adolescente Natalia se vio obligada a tomar la decisión más difícil de su vida, tanto que la ha perseguido a lo largo de los años como una pesada losa. Según ha desvelado en la edición estadounidense de Vogue, en 1999 su madre se enamoró de nuevo y volvió a quedarse embarazada. Abandonada otra vez por su pareja, que de nuevo la dejó en una situación ruinosa, Larisa pidió dinero prestado a la mafia local en condiciones desmesuradas.
La mujer del heredero del imperio del lujo Antoine Arnault confiesa en la entrevista que convenció a su madre para que diera en adopción a su cuarta hija. “Recuerdo haberle dicho a mi madre: ‘Hay una cola de padres que quieren a esta niña. Va a ser amada, va a tener una vida mucho mejor que con nosotros’”, señala en la entrevista. Natalia, que se sentía responsable de aquella decisión, comenzó a buscar a Masha, nombre que recibió la pequeña al nacer, llegando incluso a contratar detectives.
Ahora, Vodianova ha desvelado cómo el año pasado logró encontrar a su hermana, que fue adoptada por una familia estadounidense de Carolina del Norte. Vogue USA cuenta la conmovedora historia del reencuentro entre la top model y Jenna, como todos llaman a Jennifer Burns, nombre de la joven que ha resultado ser la niña a la que hace 22 años, Larisa dio en adopción.
Todo fue gracias al ADN
Jenna, que sabía que es adoptada, sentía curiosidad por saber más sobre sus orígenes rusos. Cuando era adolescente se inscribó en sitio de genealogía en línea, que recopilaba datos de ADN de sus usuarios. En 2019, se enteró de que había una correspondencia, un match, y tras una investigación en Internet, descubrió que tenía una medio hermana con un perfil muy público: la famosa súpermodelo Natalia Vodianova. Ella le envió un mensaje, mencionando su lugar de nacimiento y su nombre: “Estoy bien. Espero que estén bien también”. Pero el mensaje no llegó a su destinatario.
En julio de 2021, Jenna recibió una serie de notificaciones por correo electrónico. Fue su otra media hermana, Kristina, que también se había registrado en el mismo sitio de ADN, quien la encontró. Natalia y Kristina se pusieron en contacto inmediatamente con Jenna. Tras mucha correpondencia y conversaciones por vídeollamada, Natalia convenció a Jenna para que la visitara en París. Vogue publica el eterno abrazo que las dos hermanas se dieron en el aeropuerto, en un vídeo que también muestra muy emocionado a Antoine Arnault.