Premio Goya, Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, el Ondas, casi ciento veinte películas, series, teatro, apariciones televisivas, publicidad… un cómic que está por llegar —el 1 de diciembre— y va a sorprender. Estos son solo algunos de los éxitos de un actor único que lleva más de cuarenta años de carrera. Antonio Resines en un hombre con buena estrella, en lo profesional y también en lo personal. Hace casi un año, estuvo al borde de la muerte tras contagiarse de coronavirus.
No era la primera vez que la salud le jugaba una mala pasada, afortunadamente, se recuperó y, poco después de salir del hospital, regresó al trabajo. Ahora nos cuenta cómo se encuentra después de que, a finales de octubre, volviera a dar positivo. Por suerte, nada que ver con la primera vez. Con él hablamos también del rodaje de la segunda temporada de Sentimos las molestias, de su trayectoria, sus proyectos y lo mucho que le gusta trabajar con su hijo.
“Trabajar con mi hijo me gusta mucho. Él está en el equipo de dirección, lleva mucho tiempo en esto y lo hace muy bien. Nos divertimos”, asegura el intérprete, que rueda la segunda temporada de Sentimos las molestias”
—Antonio, ¿cómo te encuentras tras haber pasado de nuevo la covid, después de haber estado tan grave la primera vez?
—La cogí a finales de octubre. Me había puesto la tercera vacuna el cuatro de septiembre, ya que no podía ser hasta pasados seis meses de la neumonía, y menos mal que me vacuné, porque, si no, esta vez sí que me voy para el otro barrio. Debido a la medicación que tomo, soy inmunodeprimido, para entendernos, tengo menos defensas. El caso es que yo tengo cierto riesgo. Porque, claro, tengo más de sesenta y cinco años y patologías: tengo un stent, he tenido cáncer... Que debo ir con cuidado, vamos.
—Y tú lo habrás tenido.
—Sí, he tenido cuidado. Estamos rodando una serie, es verdad que sin mascarilla, porque no es obligatorio y nosotros los actores tenemos que estar sin ella. Pero nos hacemos antígenos y PCR durante toda la semana. Y, bueno, me ha tocado a mí, a nadie más del rodaje, que ya es casualidad…
—¿Qué se te pasa por la cabeza en ese momento?
—Pues primero, como te puedes imaginar, me asusté muchísimo. Ese día por la mañana me encontraba raro, pero pensé que era un catarro. Voy con cuidado, me hice antígenos en casa y me tomé la saturación de oxígeno, que es algo que desconocía antes y ahora sé que se debe hacer si tienes algún síntoma, y fui al rodaje, aunque no me encontraba bien. El enfermero me repitió el test de antígenos, dio positivo, me hizo una PCR y a las tres horas llegó la confirmación total. Así que la gente en contacto conmigo, entre ellos, Miguel Rellán, que estamos todo el día juntos, se hicieron pruebas y ninguno dio positivo.
—¿Y cómo está tu mujer, Ana? Porque imagino que también se asustaría mucho…
—Está muy bien. Tuve la suerte de que estaba fuera de España cuando me pasó y ella no podía hacer nada. No me encontraba tampoco fatal, como la otra vez, que no podía ni hablar; estuve dos días sin decírselo y cuando ya estaba embarcando hacia aquí le conté que había dado positivo, que había ido al médico y estaba todo controlado. En casa lo pasamos en distancia y con mascarilla, porque ella no lo tenía. Estuve cinco o seis días de eso que te encuentras mal, respiras mal y luego se me fue pasando. Desde el principio contacté con la gente que me había sacado de la UCI de infecciosos y me fueron indicando lo que tenía que hacer. Estuve muy controlado.
“Claro que me considero un hombre con buena estrella, en lo profesional también. He tenido la suerte de que, desde que empecé, prácticamente no he parado”, dice el actor, que se ha convertido en protagonista de un cómic
—Se te pasarían mil cosas por la cabeza, incluso que en cualquier momento tendrías que volver a ingresar…
—De todo, todo lo que se me había olvidado o he intentado borrar se me pasó por la cabeza. Y luego, estaba trabajando, con lo cual, claro, ha supuesto un perjuicio para la producción, pero, bueno, lo estamos sacando adelante.
—Y ahora estás ya a punto de terminar el rodaje de Sentimos las molestias.
—Sí, tiene que ver con todo esto —ríe—, con las molestias. En esta temporada estamos hechos una pena ya, con todos los achaques.
—Va de cómo asumir los años.
—Exactamente. De cómo se asume la vejez. Bueno, ahora se dice mayor, que es más fino; es verdad que no es lo mismo que hace cincuenta años. Un tío de mi edad —yo tengo sesenta y ocho—, hace medio siglo, estaba hecho un cristo. Muchos no llegaban. Ahora se lleva de otra forma, y yo no soy el mejor ejemplo, porque no estoy en plena forma ni muchísimo menos. Hablamos de todo eso, pues de las enfermedades, de los problemas de cara a las relaciones con la familia…Es una comedia con algún momento más o menos dramático.
—¿Y cómo aceptas tú ir cumpliendo años?
—Se acepta mal, porque tienes achaques, pero, dentro de eso, no lo llevo demasiado mal. Quiero decir que, como me han pasado tantas cosas, que no me duela nada es para mí todo un triunfo. Me conformo con eso.
—En la serie, Miguel Rellán y tú sois dos amigos que vivís distintas circunstancias e historias. ¿La amistad es posible dentro de tu profesión?
—Lo normal de verdad es llevarse muy bien, porque estamos en el mismo barco, lo que pasa es que es un oficio también muy individualista. Pero yo sí puedo decir que tengo buenos amigos.
“Vamos a celebrar la Navidad por partida doble, porque el año pasado desperté después de Reyes: habrá fiesta en Nochebuena, Fin de Año... y lo que venga”
—¿Te consideras una persona con buena estrella?
—Sí, claro, en todos los sentidos, no solo en el físico. En el profesional también. Yo todo esto no me lo he propuesto, he tenido la suerte de empezar con la gente que empecé, a quienes les gustaba mucho la historia del cine, que la primera película que hicimos funcionó… y yo estaba ahí. Y luego ha ido todo razonablemente bien, ha habido algunos éxitos… En todo, claro, está el componente del trabajo y hacerlo decentemente, pero hay un poco de suerte o como lo quieras llamar.
—De Opera prima a hoy han pasado cuarenta y un años. Y desde entonces no has parado de trabajar.
—Con algún altibajo, pero muy pequeños, de verdad. No he parado, no. Es lo que decíamos de la suerte.
—Más de cien películas, series, por supuesto teatro... ¿Tienes algún trabajo favorito que has hecho?
—Es obvio que Opera prima, por lo que pasó después y porque creo que sigue siendo una película asombrosa, con cosas muy buenas, hecha por unos chavales de veinticuatro o veinticinco años. Habré hecho unas ciento y pico películas, no las he contado, pero creo que estoy a punto de llegar a las ciento veinte… Una barbaridad. Incluyo todo, no todas de protagonista, por supuesto. Y de todas debe haber como un diez por ciento que están bien y algunas francamente bien. Yo creo que La buena estrella es una gran película, La niña de tus ojos también, La caja 507, Celda 211, Amanece que no es poco… Todas tienen algo que te hace recordarlas. Luego habrá unas veinte o treinta decentes y otras que no tengan demasiado interés, pero lo bueno de la películas es que, incluso las malas, son reflejo de una época y culturalmente me parece que son interesantes para verlas de vez en cuando.
—La reposición de Los Serrano en Prime Video está siendo un éxito entre gente muy joven.
—Sí, entre los chicos de doce, trece, catorce está arrasando otra vez. Hicieron un lanzamiento muy acertado por TikTok como por partes temáticas, pues El amor y Los Serrano, El colegio y Los Serrano, y la gente se empezó a enganchar. Chavales pequeños. Alguno me conocería por alguna serie, pero muy pocos, y de repente no te puedes imaginar. Me vienen críos de diez años, no sé cómo me reconocen, para pedirme un autógrafo o una foto. Es muy gracioso.
—¿Nunca te ha dado por ponerte detrás de las cámaras?
—No, no tengo capacidad de concentración. Me cansaría enseguida.
—Sin embargo, tu hijo sí te ha dado órdenes.
—Bueno, muchas tampoco —ríe—. Ahora estamos trabajando juntos. Él está en dirección y, sí, bueno, claro, me llama y me dice “ponte aquí”, “te toca” —ríe—, ese tipo de cosas… Está en dirección, pero no es el director. Así que órdenes prácticas de organización, sí, y yo encantado las recibo. Soy muy disciplinado en el trabajo. En la vida normal ya es otra cosa, pero en el trabajo sí.
—¿Te gusta trabajar con tu hijo?
—Sí, mucho. Al principio, cuando era más joven, siempre estaba más pendiente. A ver si se va a equivocar o no va a estar a la altura, pero Ricardo lleva ya mucho tiempo en esto y me parece que lo hace estupendamente. Y es muy divertido, nos lo pasamos muy bien.
—¿Celebrarás la Navidad por todo alto, ya que el año pasado estabas ingresado y no pudiste?
—Claro, es que es muy fuerte, yo no celebré las Navidades, yo me desperté después de Reyes. Esta la vamos a hacer por partida doble: ¡fiesta de Nochebuena, de Fin de Año, de Reyes y lo que venga! Y os voy contar una cosa en primicia, sale un cómic el día uno de diciembre, que es El sargento Resines, y debajo reza “la covid no pudo con él y ahora…”.