Iván Sánzhez Zapardiel. Es nuestro Iván Sánchez de toda la vida. Actor, productor, hasta chef incluso, pero ha escrito su primera novela y ha decidido también que su madre, a través de su segundo apellido, debía de estar en la portada. ¿Quizás porque en ella hace un alarde de un sexto sentido femenino súper desarrollado con el que es capaz de desmenuzar el alma de una mujer con una sola frase? Puede ser. Reflexiona sobre ello con timidez, una sonrisa y… porque le formulamos la pregunta, que si no…. Porque Iván es más de escuchar que de hablar, confiesa. Sin embargo, en Sueño, como se titula su debut en la literatura de la mano de Planeta, no ha tenido miedo a expresarse .
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No se ha cortado ni un pelo en hablar del amor. Desde el miedo a la pérdida, desde el redescubrimiento o desde la primera vez. Un matrimonio y su hija bajo la luz blanca del sol griego le sirve de excusa para hacerlo. Y relata que perdía las horas escribiendo sin acordarse que, a lo mejor, las niñas tenían que cenar… Estaba absorbido completamente. Una sensación que, hasta ahora, solo le ocurría con personajes intensisimos, poliédricos y con un lado oculto al que había que ponerle focos y taquígrafos: véase el Miguel Bosé de la madurez que interpreta en Bosé , la nueva serie de HBO en la que, confiesa a ¡HOLA!, se cuenta y se ve “to-do”. Así de gráficamente, y que le ha servido para conocer a alguien, con quien ya tenía una amistad, desde un punto de vista nunca explorado: el de Miguel Dominguín Bosé. O sea, el del ser humano con sus grandezas y sus conflictos. Su capacidad para mimetizarse con el cantante de Nena o Sevilla es casi tan impresionante como su manejo del lenguaje y la ortografía.
- Iván, estoy impresionado con tu libro. No parece la novela de un debutante.
- ¿No? ¿De verdad?
- A ver, no te lo diría…
- (risas) ¿Ves? Es que me he dado cuenta de que, ahora, lo que me interesa es hablar con la gente de su reacción tras leer el libro. Al final, como actor, me gusta la cuarta pared. Sin el público del teatro o del cine, da igual lo que hagas. ¿De qué vale si no? Me gusta el ejercicio de ver qué se refleja en el espejo. O, cuando tiras la pelota, si no te viene de vuelta, es como si no hubieras hecho nada.
- Pues mi impresión, Iván, es que parece que ya hubieras escrito. Que tienes madurez de escritor
- Porque siempre he escrito mis cosas. Mis notas. Pero cosas pequeñas. De viajes. Viajo muchísimo. De hecho, si te cuento cómo escribí el primer capítulo de esta novela… No te imaginas qué vomitera tuve ahí. Fue una locura. Porque la historia me venía, no sé por qué, constantemente a la cabeza. Y pasaron meses y la historia volvía… Y dije: ‘Qué raro’ porque nunca jamás me había pasado y nunca me había planteado escribir un libro, jamás. Total que, empecé a darle vueltas, y al ver cómo iban pasando los meses, cinco, seis, y la historia seguía en mi cabeza, que me planté. Decidí que un tres de enero me sentaba a escribir. ‘Me siento el tiempo que haga falta. Todos los días y me doy hasta el 1 de junio a ver qué pasa, qué sale’, porque yo soy muy organizado y… fue sentarme, ponerme a escribir y ¡zas! Empezaron a brotar muchas cosas que, en un principio, no sabía que eran. No hubo planificación. Nada. Solo una decisión: sentarme a escribir.
“La verdad es que no sé por qué pero dicen que tengo un sexto sentido muy desarrollado: el femenino. Siempre me he sentido cómodo rodeado de mujeres. Con mi madre, mis hermanas, mis tías…”
- Hubo un punto de inflexión, ¿no? Querías plasmar lo que saliera de tu cabeza, pero no sabías qué era, ¿es así?
- Exacto. No sabía ni el qué ni el para qué. Ahora, sí sé la reflexión que hay detrás de todo eso.
- Que es tu visión sobre el amor...
- Hay cosas de Iván. Claro. Dicen que los escritores, cuando escriben su primer libro, vuelcan muchas cosas de sí mismos. Aquí no son autobiográficas, pero sí que hay mucho de mí. En los tres personajes, obviamente, hay parte de Iván. Al fin de al cabo, yo soy quien escribe pero… También he de confesarte que ha sido el proceso creativo más libre que he experimentado nunca.
- ¿Más que el de la interpretación?
- Sí, fíjate. Porque con la interpretación puedes tener un proceso muy libre de trabajo, pero luego, tienes a un director, tienes unos compañeros… Todo se tiene que adecuar a algo más grande que tú. Vale que puedes jugar, sí, pero, aquí, tal y como yo he jugado en el libro como escritor, nunca. La libertad ha sido absoluta. No me he cortado ni un pelo. Lo que me salía es lo que está escrito.
- Pero escribir también es un acto muy solitario…
- Sí, eso es un pelibro. Fíjate que había leído que, a veces, el escritor es un tipo raro… Es que el proceso de creación es tan brutal, tan personal que… sí, se te pasan las horas y las horas, y sigues escribiendo y tienes que parar porque… ¿Las niñas? ¡Tienen que cenar! (risas) Y hay que ducharlas. Y llamar a mi madre por teléfono… (risas) Me he obligado a parar porque es un proceso tan personal e íntimo... Es que te vas del mundo sin darte cuenta. Empiezas a vivir solo en tu cabeza.
- En tu novela, hay tres historias pero, sobre todo, mucho monólogo interior. Tus personajes, más que vivir una aventura, reflexionan, piensan, recuerdan, sueñan.. Ahí hay un trabajo de introspección muy grande por tu parte y además, de un tema tan profundo como el amor.
- Al principio, no me di cuenta. Dándole vueltas, claro que me he dado cuenta de que es una reflexión mía acerca del amor con todas las cargas que llevamos y que nos han metido. Nuestras experiencias, nuestras decisiones… pero creo que de una forma positiva ¿es así?
- Lo es
- (risas) Y es ficción. Ficción, pero con mucho pensamiento detrás. Lo hablaba el otro día con una de mis tías que me decía: ‘Iván, me lo voy a volver a leer porque creo que hay más cosas debajo de la superficie. Que cuentas más de lo que he visto en la primera lectura’. Creo que ha sido un viaje emocionante a mi interior. Precioso.
- En la novela, él teme perder el amor, ella lo redescubre cuando lo creía marchito, la hija vive el primer amor. Tu momento es…
- (risas) El del cúmulo de experiencias. Las buenas, las malas... Adjetívalas como quieras. Al final, todos somos un saco de experiencias que debemos estructurar y poner en estanterías para que tengas un cierto orden porque, si no haces ese trabajo, caes en una locura total y nos perdemos. Para mí, este libro ha sido parte de ese trabajo. Ha sido maravilloso en el sentido más personal. He sacado mucho y me he quedado muy limpio de muchas cosas. Otras las he ordenado para que tuvieran sentido. Y otras, ya no están.
- Te ha servido de terapia, vamos...
- Total.
- Y es luminosa.
- Eso es lo que quería. Porque lo primero que escribí, como te contaba al principio, era algo…
“Lo de Bosé ha sido bestial... Miguel está vivo, lo conozco… y ha habido una inmersión en él, en su vida, en todo lo que tiene que ver con él, brutal.”
- Intenso.
- Bueno, muy bizarro. Toda la parte primera del sueño es muy bizarra… Pero luego, veía mucha luz. Y fui hacia ella… Porque si no lo hubiera hecho, la historia habría sido más densa, más oscura… Pero me venía la luz y se equilibró. Es una cosa rarísima, que yo nunca había experimentado, quizás porque nunca había escrito de verdad, pero el proceso ha sido como te cuento.
- Me ha sorprendido lo bien que conoces los resortes del alma femenina...
- Sí… Siempre ha sido así. La verdad es que no sé por qué pero dicen que tengo un sexto sentido muy desarrollado: el femenino. Siempre me he sentido cómodo rodeado de mujeres. Con mi madre, mis hermanas, mis tías…
- ¿Tu casa era un matriarcado?
- No, pero mi padre, como tantos padres en la época, era una figura que estaba más fuera de casa que en casa por motivos de trabajos y que en ambas familias, la de mi padre y la de mi madre, ha habido muchas mujeres. Quizás haya sido más permeable... No lo sé. Pero siempre he tenido una sensibilidad muy femenina.
- Y me llamó especialmente la atención en el personaje de la mujer madura, de Sofía, porque parece que son sentimientos que un hombre nunca comprende, que somos muy brutos y muy obtusos.
- (risas) Pero las etiquetas son horrorosas, ¿eh? ¿Por qué un hombre no puede sentir o por qué un hombre no puede entender…? Pero es cierto que el feedback que he recibido de algunas personas que han leído el libro como tú es: ‘¿Cómo te acercas así a las mujeres?’. Hasta mi editora me llamó para decírmelo nada más darle el manuscrito.
- Es que es llamativo…
- No soy un gran dialogador. No soy muy de hablar. Yo soy mucho más de escuchar. No hablo, pero escucho muy bien. Creo que puede ser eso. Y creo también que, en los últimos diez años, me he escuchado a mí mismo y ése es un trabajo muy grande personal de conocimiento y de autoconocimiento. Es muy necesario hacerlo para poder salir y querer y amar de una manera sana y no joderle la vida al otro.
- El amor es compartir.
- Lo es. Y también aprender a estar solo. Estar solo era algo a lo que no estaba acostumbrado. Ahora no estoy solo, tengo pareja, pero no he pasado muchas temporadas solo, solo de verdad. Y creo que tenemos que aprender a estar solos aún estando con pareja también. Le tenemos un miedo atroz a estar solos y no pasa nada. De hecho, en el silencio, en la paz, en la tranquilidad, en el aburrimiento (risas) aprendemos quiénes somos.
- Es que la soledad da miedo si no es elegida.
- Por eso hay que aprender a estar solos aunque no queramos. Pero no nos enseñan. Somos capaces de encender la tele solo porque haga ruido y tener la sensación...
- Para no pensar en nada, pero entiendo que tú como actor debes estar habituado a conectar contigo mismo porque tú eres tu herramienta de trabajo.
- Sí, sí, y eso fue lo que me enganchó de mi profesión. Yo recuerdo que la primera vez que fui al teatro y vi qué era eso, salí fascinado. Porque, de alguna manera, sin que suene pedante, estudias el ser humano, los resortes, las personalidades y el cómo funcionamos, la psicología de los personajes, de las personas, al fin de al cabo, y con el manto además de que no es verdad lo que enseñamos...
- Como actor siempre puedes esconderte detrás de un personaje, pero, como escritor, ¿no te estás desnudando de alguna manera? ¿Da pudor?
- A mí, no. Como yo no soy escritor, como no es mi profesión, no es con lo que me gano la vida y como lo he escrito desde la libertad absoluta, sin saber que iba a ser un libro o que se iba a publicar, no he sentido eso. No sé lo que pasaría con un segundo libro, pero aquí he ido a calzón quitado. Sin pensar si gustaría, sino arriesgando... Como actor siempre piensas en eso. Audiencias, el director, arriesgo ¿más o menos? Aquí no ha habido límites.
- Tampoco con el estilo, a veces, es violento...
- O farragoso o desgarrado y abrupto también. Fíjate que, a veces, decidía o no poner comas, o decir una cosa de una manera que quizás no era ortodoxa, pero me gustaba… Y luego, me he dado cuenta de que eran decisiones lingüísticas que tenían un porqué. Vamos, que me lo han explicado porque yo lo hacía de manera inconsciente (risas).
- Iván, y firmas con tu segundo apellido…
- Sí. Es cierto. Lo he utilizado. Porque siempre he sido Iván Sánchez. Sánchez es mi padre, Zapardiel, en cambio, mi madre, que nunca aparece. Y me parecía un apellido muy bonito y… esto se lo debo a los dos. Los dos, mis padres, son grandes lectores y yo amo los libros por ellos.
- Le habrá hecho mucha ilusión a tu madre, imagino.
- Sí, claro. Y lo ha leído. Devorado. Mi padre aún no.
- Y, ¿lo has compaginado con el rodaje de Bosé?
- No. Con la corrección, pero sí que ya estaba preparando el personaje.
- La serie promete muchísimo...
- Cómo es, ¿eh? Es potente, ¿eh? (risas) Es la bomba. La gente se ha quedado flipándolo porque solo el trailer increíble. Yo ya he podido ver la serie entera. Los seis capítulos y ¡wow!
- ¿Cómo es ser Miguel Bosé de repente?
- Lo de Bosé ha sido bestial. Para mí, a nivel televisivo, junto con La reina del Sur , que también le metí mucho trabajo, ha sido el proceso más duro y también el más chulo que he vivido nunca. Porque, a parte, Miguel está vivo, lo conozco… y ha habido una inmersión en él, en su vida, en todo lo que tiene que ver con él, brutal.
- ¿Y meterte en su cabeza?
- Pues mira, yo lo conozco desde hace muchos años y él me dijo: ‘Iván, lo que necesites’, pero la decisión de dirección fue que los actores evitáramos estar con él, quizás para no intoxicarnos o influirnos de alguna manera, y ha sido curioso porque yo busqué información por otros cauces y sí, la encuentras, en youtube, en revistas, periódicos, pero es información laboral, la que siempre Miguel Bosé ha querido mostrar de sí mismo, pero la de él como Miguel Dominguín Bose, de ésa no hay casi nada. Así que ha sido un proceso que he hecho a través de amigos, de conocidos, de gente que ha estado en sus casas… y ha sido, te diré, que fascinante.
- En lo poco que he visto, parecéis la misma persona. La identificación es total.
- Ay qué bien. Me alegro muchísimo que me digas eso. Hay mucho trabajo detrás. Me obsesioné un poco, pero lo disfruté muchísimo también. Lo he pasado tan bien…
- Y has descubierto, imagino, cosas que no sabías...
¿De Miguel? Pfff muchísimas. Y también lo he entendido.Y comprendido. Es que el trailer es bestial, vale, pero en la serie pasan tantas cosas y se muestran de tantas maneras diferentes… Y se cuenta todo. O sea, Luis, to-do.
- ¿Sin paños calientes?
- To-do. Y no de una manera digamos que… festiva. Es, festiva y súper potente, sí, pero es muy humana.
- A él ¿Le gustará?
- Ojalá que sí. Ahora le voy a ver, en una semanita…
- Pues a ver qué te dice, ¿no?
Yo sé que las cosas que ha visto le han encantado. Al menos… De momento. (risas)