“¿Donde está Elisabetta? ¿Habéis visto a la diseñadora?”. Pero el paradero de la maestra de la costura transalpina era un enigma. O, quizá, no tanto. Dependía de lo que los ojos estuvieran buscando, y resulta que estos andaban muy equivocados, porque la última imagen de la diseñadora, cuando abrió por primera vez una boutique en Madrid distaba mucho de la que ofrecía esta nueva pantera de ojos verdes que se había adueñado de la pista de baile del Lula Club. Con la melena oscura —entonces era rubia— recogida en una larga cola de caballo, un vestido de lentejuelas como segunda piel de pedrería carmesí y unos movimientos sensuales más propios de una reina de las bolas plateadas de discoteca que de las agujas y el dedal, Franchi festejaba su éxito rotundo en la capital acompañada de mujeres que, como ella, son “fuertes y con determinación. Mujeres que se quieren hacer ver y estar presentes, pero que, ante todo, son femeninas y elegantes. No son mujeres anónimas que quieren pasar desapercibidas, son una mujer que ocupa su espacio”.
Así hablaba de sus musas, de esa figura a la que, en abstracto, van dirigidos sus diseños, su forma de ver y de entender la moda; “una mujer latina”, sin miedo a nada y libre, que bien pudiera ser desde su compatriota Antonia dell’Atte a Mar Flores, pasando por Almudena Cid, Laura Ponte o Mar Saura.
Todas ellas fueron algunas de las invitadas a la nueva tienda con la que la italiana, desde Madrid, concretamente, desde la calle Serrano, quiere “proyectarse hacia el futuro y el mundo”. Pero antes, a golpe de cadera, había que celebrar el comienzo de la aventura. Por eso, tras un primer round entre vestidos y perchas, hubo un segundo con focos y DJ, y ¡HOLA! fue testigo de ambos en exclusiva. Y entre uno y otro vivimos momentos memorables, divertidos y únicos, porque esta era la misma noche en la que nos enterábamos de que Arantxa de Benito se iba a convertir en abuela. Quizá por eso la presentadora puso pies en polvorosa tras el deber cumplido, es decir, posar en el photocall y besar a la anfitriona. También porque confirmábamos el noviazgo, aunque a fuego lento, de Eugenia Osborne con Miguel Barreiro, pese a que fuera del “sí, estamos juntos” no había más que rascar. Porque vimos por primera vez sin gafas oscuras a Laura Ponte y sus ojos volvían a ser tan profundos y soñadores como antes de la aparatosa operación que le salvó la vista —y la retina—. Porque constatamos la impresionante figura de Lidia Torrent tras dar a luz. Porque ya lo sabemos todo sobre los planes de boda de Marta López con Kiko Matamoros. Porque finalmente vimos sonreír a Almudena Cid, que, rodeada por su grupo de amigas, parecía decir boys are not allowed (o prohibido el paso a Christian Gálvez, a secas), y porque es imposible no reírse con la exmusa de Armani, la pugliese Antonia dell’Atte, pidiendo clemencia a Tamara Falcó para Íñigo Onieva. Sí, en la misma sala donde el joven es relaciones públicas.