LAURA PONTE: VEO MEJOR AHORA QUE HACE 20 AÑOSFinales del mes de julio. Había dormido mal. Y el ojo, le dolía. En realidad era un dolor que le era muy familiar. Demasiado. Convivía con él desde hacía veinte años, pero no le había prestado mucha atención. Sabía lo que tenía. Varios herpes conjuntivos le habían producido una úlcera en la cornea. La cornea estaba débil, le daba sus molestias, pero lo había cronificado en su memoria. Lo de Santa Barbara, que le echamos cuentas cuando truena… Sin embargo, esa mañana, en cuanto se metió en la ducha y le cayó agua en los ojos fue como si le hubieran echado tinta. El dolor fue intensísimo y no, no veía. Le operaron de urgencia, temieron por su visión -los demás, ella nunca- y hoy cuatro meses después, la ex modelo y diseñadora, Laura Ponte vuelve a mostrar sin el parapeto de unas gafas de sol esa mirada que la convirtió en una de las grandes de las pasarelas y las vallas publicitarias. Esa profundidad entre irreal y misteriosa a la que uno parece arrojarse sin remisión cuando, sin batir las pestañas, espera la siguiente pregunta.Qué sorpresa verte, Laura! Cómo estás?Muy bien. Muy feliz. Feliz, sí. El ojo por fin ¿bien?Sí. Y dando las gracias a Dios todos los días. Que lo llevo conmigo siempre. Y sin gafas! Ya no tienes el ojo blanco!¿Sin gafas de sol dices? Las llevo más por el día porque sigo teniendo un poco de fotofobia, pero como llevo con fotofobia veinte años, ya no me molesta. No me acuerdo (risas)¿La luz artificial no te hace daño?Es unidireccional. No es como la luz del sol ¿sabes? Y por eso, la puedo soportar bien. De hecho, te diré: veo muchísimo mejor que hace dos décadas. Pero eso es una maravilla! No hay bien que por mal no venga, ¿no?¡A mí me lo vas a decir! Llevaba años diciéndome a mi misma: tienes que hacerte el trasplante, tienes que ahcerte el trasplante… Pero tenía la córnea tan finita… Si llego a saber que iba a ser así, no me lo pienso tanto. En el hospital, en La Paz, me quitaron muchísimo el miedo y la recuperación está siendo muchísimo más fácil de lo que yo podía imaginar. Ojalá me hubiera puesto en lista de espera para la operación y el traspplante y no hubiera esperado a que me reventase el ojo… Qué susto, Laura!La verdad, sí. Lo que pasa es que luego caí en tan buenas manos que todo fue fácil. Y la recuperación dices que no te está costando, ¿no?Hay una serie de cosas que no puedes hacer como levantar peso, mover muy rápido la cabeza, rascarte sin cuidado… Pero las revisiones van perfectas.Eras aprensiva o qué?Para nada.Entonces? ¿Dejadez? Tampoco… Tenía la cornea mal, pero son cosas que nunca piensas que pasen. Sabes que tienes una heridita pero nunca piensas que eso se vaya a abrir tanto como… así fue. Si no, lo hubiera hecho antes, como te digo, porque son cosas que se pueden prevenir… Pero cuando eres más joven, no te das cuenta. No lo piensas. No ves el peligro. Pero bueno, como siempre digo, como tengo la cabeza bien y es lo único que me ha importado tener en sus sitios desde hace tantos años, pues oye… ojos tengo dos ¿no? Si me hubiera quedado tuerta, oye, es una cosa física, no hubiera pasado nada. Pero, Laura, ¿tus ojos? ¿tu mirada? ¡Es mítica!Pero la mirada va desde aquí (se señala la cabeza) y de aquí (el corazón) no desde los ojosAy, no digas eso y cuidatelos!Lo haré, descuida (risas)Y los chicos?Estupendos. Viviendo una adolescencia bastante amable y como tienen que ser. Son cariñosos, buena gente. Eso es lo importante. Pero he leído que decían que parecías una cyborgA ver, yo también (risas)Y están cuidándote?
Finales del mes de julio. Había dormido mal. Y el ojo le dolía. En realidad era un dolor que le era muy familiar. Demasiado. Convivía con él desde hacía veinte años, pero no le había prestado mucha atención. Sabía, además, lo que tenía. Varios herpes conjuntivos le habían producido una úlcera en la córnea. La córnea estaba débil, le daba sus molestias, pero como los calambres o el ardor, lo había cronificado en su memoria. Lo de Santa Bárbara, que le echamos cuentas solo cuando truena… Y aquella mañana, hubo tormenta. En cuanto se metió en la ducha y le cayó agua en los ojos fue como si le hubieran echado tinta. El dolor fue intensísimo y no, no veía. La operaron de urgencia, temieron por su visión. Los demás. Ella, nunca. De aquello ha pasado tiempo ya, y la exmodelo y diseñadora Laura Ponte vuelve a mostrar, sin el parapeto de unas gafas de sol, esa mirada que la convirtió en una de las grandes de las pasarelas y las vallas publicitarias. Esa profundidad, entre irreal y misteriosa, a la que uno parece arrojarse sin remisión cuando, sin batir las pestañas, espera la siguiente pregunta.
- ¡Qué sorpresa verte, Laura! ¿Cómo estás?
- Muy bien. Muy feliz. Feliz, sí.
- El ojo por fin, ¿bien?
- Sí. Y dando las gracias a Dios todos los días. Que lo llevo conmigo siempre.
- ¡Y sin gafas! ¡Ya no tienes el ojo blanco!
- ¿Sin gafas de sol dices? Las llevo más por el día porque sigo teniendo un poco de fotofobia. Pero como llevo con fotofobia veinte años, ya no me molesta. No me acuerdo (risas)
- ¿La luz artificial no te hace daño?
- Es unidireccional. No es como la luz del sol, ¿sabes? Y por eso, la puedo soportar bien. De hecho, te diré: veo muchísimo mejor que hace dos décadas.
- Pero eso es una maravilla. No hay bien que por mal no venga, ¿no?
- ¡A mí me lo vas a decir! Llevaba años diciéndome a mí misma: ‘Tienes que hacerte el trasplante, tienes que hacerte el trasplante…’ Pero tenía la córnea tan finita… Si llego a saber que iba a ser así, no me lo pienso tanto. En el hospital, en La Paz, me quitaron muchísimo el miedo y la recuperación está siendo muchísimo más fácil de lo que yo podía imaginar. Ojalá me hubiera puesto en lista de espera para la operación y el trasplante y no hubiera esperado a que me reventase el ojo…
“Tenía la córnea mal, pero son cosas que nunca piensas que pasen. Sabes que tienes una heridita, pero nunca piensas que eso se vaya a abrir tanto como… así fue”
- ¡Qué susto, Laura!
- La verdad, sí. Lo que pasa es que luego caí en tan buenas manos que todo fue fácil.
- Y la recuperación dices que no te está costando, ¿no?
- Hay una serie de cosas que no puedes hacer como levantar peso, mover muy rápido la cabeza, rascarte sin cuidado… Pero las revisiones van perfectas.
- ¿Eras aprensiva o qué?
- Para nada.
- ¿Entonces? ¿Dejadez?
- Tampoco… Tenía la córnea mal, pero son cosas que nunca piensas que pasen. Sabes que tienes una heridita, pero nunca piensas que eso se vaya a abrir tanto como… así fue. Si no, lo hubiera hecho antes tal y como te digo, porque son cosas que se pueden prevenir… Pero cuando eres más joven, no te das cuenta. No lo piensas. No ves el peligro. Pero bueno, como siempre digo, como tengo la cabeza bien y es lo único que me ha importado tener en su sitio desde hace tantos años, pues oye… ojos tengo dos, ¿no? Si me hubiera quedado tuerta, es una cosa física, no hubiera pasado tampoco nada.
- Pero, Laura, ¿tus ojos? ¿Tu mirada? ¡Es mítica!
- Pero la mirada va desde aquí (se señala la cabeza) y de aquí (el corazón). No desde los ojos.
- Ay, no digas eso y ¡cuídatelos!
- ¿Y los chicos?
- Estupendos. Viviendo una adolescencia bastante amable y como tienen que ser. Son cariñosos, buena gente. Eso es lo importante.
- Pero he leído que decían que parecías una cyborg...
- A ver, yo también (risas)
- ¿Y están cuidándote?
- Sí, pero en especial, mi madre. Ella ha estado cuidándome todo el rato. Este año, como me ha pasado de todo, que ha sido mi ‘annus horribilis’ de la salud, la pobre no se ha separado de mí. Ha sido una maravilla. Y una suerte.