No cabe duda de que Cayetana Fitz-James Stuart ha sido una de las personalidades más apasionantes de la historia reciente de España. Carismática, magnética y figura irrepetible, la aristócrata representó como nadie a la Casa de Alba y, en una época en la que las mujeres no solían aparecer en primer plano, supo tomar las riendas de su fascinante vida. No obstante, Cayetana no estuvo sola.
Luis Martínez de Irujo, su primer marido y padre de sus seis hijos, desempeñó un papel clave dentro del ducado. Gracias a sus conocimientos financieros —fue consejero del Banco de España, entre otros cargos—, el marido de Cayetana modernizó la estructura económica de la Casa de Alba y consiguió otros hitos, como terminar la reforma del palacio de Liria.
Allí es donde ahora su primogénito, Carlos Fitz-James Stuart, actual duque de Alba, recibe a ¡HOLA! y recuerda el legado de su padre, cuando se cumplen cincuenta años de su pérdida. El aristócrata ha auspiciado la publicación de la biografía Luis Martínez de Irujo. Duque de Alba. El peso del nombre (Ed. La Esfera de los Libros), que ha escrito el historiador José Miguel Hernández Barral.
“De mi padre aprendí su amor a España y su gran sentido social”
—¿Por qué no se ha reconocido hasta ahora la labor de su padre, que renovó y modernizó la Casa de Alba?
—Debido a su enorme modestia. Siempre estaba en segundo plano con respecto a mi madre. Siempre la consideró, como es lógico, titular de la Casa.
—Su hermana Eugenia apunta que su padre tenía “cero ego” y quería “cero protagonismo”.
—Totalmente de acuerdo. Así era.
—¿Qué capítulos de la biografía le han resultado más especiales?
—Me gusta toda la primera parte. Cuando éramos pequeños, nos encantaba estar al lado de nuestro padre y jugar con él. Pero la parte más interesante es cómo va ostentando cargos tan importantes como el de su nombramiento como director de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, la creación de las empresas agrarias y, luego, su nombramiento como presidente del Instituto de España, que traía consigo ser miembro del Consejo del Rey.
—¿Qué ha descubierto de su padre gracias al libro?
—La afición de mi padre por la ciencia. Sé que daba clases y ayudaba a hacer los deberes de Matemáticas y Física a hijos de amigos suyos.
“Cuando éramos pequeños, nos encantaba estar al lado de nuestro padre y jugar con él. Recuerdo que era muy divertido cuando nos contaba cosas y lo mucho que me imponía cuando leía mis malas notas”
Sus mejores recuerdos
A pesar de la excelente documentación y de los grandes detalles recogidos en esta biografía de Luis Martínez de Irujo, la publicación no profundiza en su inesperada pérdida. Cabe recordar que el primer marido de Cayetana de Alba falleció en Houston (Estados Unidos), a los cincuenta y dos años, a causa de una leucemia. El propio Carlos Fitz-James Stuart acompañó a su padre en sus últimos días, mientras este recibía tratamiento.
“Fueron momentos muy tristes”, confiesa el actual duque de Alba a ¡HOLA! sobre la pérdida. “Evidentemente, son momentos que uno no olvida nunca, porque son trascendentales en la vida de una persona. Además de por cómo era mi padre, por todo lo que representaba para todos nosotros, que era muchísimo”, añade.
“La gran suerte de mi vida es haber tenido unos hijos tan estupendos”
—¿Qué recuerdos personales guarda de su padre?
—Era muy divertido cuando nos contaba cosas y recuerdo lo mucho que me imponía cuando leía mis malas notas.
—¿Qué aprendió de él y cuál fue la mejor lección que le dio?
—Su amor a España y su gran sentido social.
—¿En qué se parece al carácter de su padre?
—Posiblemente, en su pragmatismo y su sentido del deber.
—Supongo que su madre recordaría historias de su padre con usted. ¿Qué es lo que más resaltaba ella?
—Mi madre era muy consciente de las virtudes de mi padre. Sobre todo, ella destacaba su gran sentido de responsabilidad y cómo se identificó totalmente con la Casa.
“El mayor, que será el vigésimo duque de Alba, es una persona muy formada, muy educada, con un gran sentido de responsabilidad… Me siento muy orgulloso de él”
—En la biografía, se habla de las notas que su abuelo, don Jacobo Fitz-James Stuart, dejó a su madre para tomar las riendas del ducado y la Casa de Alba. ¿Cuáles son las que recibió usted de su madre?
—Siempre me inculcó el amor por la Casa, por el arte y por el deporte. Decía que estas eran las mayores satisfacciones que da la vida. Yo también he intentado inculcar eso mismo a mis hijos.
—En la presentación de la biografía, que tuvo lugar el pasado septiembre, se reunió con todos sus hermanos. ¿Cómo lo vivió?
—Con enorme ilusión y con una gran tranquilidad moral.
—¿A qué se refiere con “tranquilidad moral”?
—Mi padre era una persona muy extraordinaria y, por su carácter, era muy discreto y respetaba tanto a mi madre… Mi padre reconocía que el título era de ella y, por tanto, era la importante. Entonces, él siempre figuró en segundo plano, aunque siempre tenía un protagonismo enorme en todo lo que se hizo en la Casa. Entonces, me parecía absolutamente oportuno hacerle justicia. Por ello, al encargar el libro, me quedo tranquilo moralmente.
“Creo haber saneado la economía de la Casa de Alba”
Hace un mes, el duque de Alba celebró su setenta y cuatro cumpleaños. Se muestra cercano y directo. “Tú pide”, nos comenta durante la sesión fotográfica. En el encuentro, también se vislumbra un atisbo de su peculiar sentido del humor, aunque prefiere guardar la seriedad que se espera de un hombre que vive centrado en sus negocios, su familia y la responsabilidad histórica del título que ostenta. Eso no quita que comparta su ilusión por el nacimiento de una nueva nieta: los duques de Huéscar, Fernando Fitz-James Stuart y Sofía Palazuelo, tendrán su segunda hija en enero.
El duque de Alba, “ilusionado” por la próxima llegada de su segunda nieta, nos revela: “A mi abuelo, al padre de mi madre, yo le llamaba “gran papá”. Y, para mi nieta, soy “gran pa””
—¿Cómo define el momento que vive actualmente?
—Estoy en el mejor momento de mi vida. Estoy haciendo muchas cosas para la Casa. Me estoy realizando muchísimo. Estoy con una enorme satisfacción en todo lo que me rodea. Hasta ahora, he tenido mucha suerte. Dios quiera que siga esta racha tan buena que estoy teniendo.
—¿Y qué valoración hace de la situación actual de la Casa de Alba?
—Aunque es feo que yo lo diga, porque esto lo deben decir los demás, creo haber saneado su economía, así como la ordenación general de la Casa.
—Siempre se decía que su madre era la mujer con más títulos nobiliarios y, por tanto, la persona más poderosa de España. ¿Qué siente usted al ostentar treinta y seis títulos nobiliarios, seis de ellos con grandeza?
—En estos momentos, la persona con más títulos de España es la duquesa de Medinaceli, la nieta de la famosa duquesa de Medinaceli.
—En cualquier caso, treinta y seis títulos son muchos.
—Lo vivo con absoluta normalidad. Con orgullo. Lo normal. He nacido con ellos y no me paso el día pensando en los títulos.
—Otra cosa que heredó de su madre fue el interés que suscita su vida privada, provocando incluso rumores no veraces…
—No sé a qué se refiere. ¿A las novias que me han adjudicado? Es verdad casi todo lo que se ha dicho.
—Me refería a su vida después de su separación.
—Sí. Tampoco doy mucho que hablar en este tema.
—Su hijo mayor ya le ha hecho abuelo y una segunda nieta está en camino…
—Me ilusiona muchísimo pensar en la continuidad.
—El cantante Raphael siempre dice que no le gusta que le llamen abuelo. ¿Es su caso?
—Me gusta. A mi abuelo, al padre de mi madre —Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó—, yo le llamaba “gran papá”. Y, para mi nieta, soy “gran pa”.
—Y con el nuevo año, se producirá la llegada de una nueva nieta.
—Sí, claro que sí. Estoy ilusionado con el tema. Y que vengan más nietas, que vengan primas de estas dos niñas.
—¿Se refiere a su hijo Carlos?
—Sí, claro.
—Ya están empezando a decorar las calles con adornos navideños. ¿Le gustan estas fechas?
—Sí, me encanta la Navidad porque me llena de buenos recuerdos. Por otro lado, es triste, porque faltan muchas personas a las que quieres mucho. Pero siempre soy muy feliz en Navidad.
“Espero reunir a mis hermanos por Navidad en palacio. Que vengan los más posibles, porque siempre falta alguien”
—¿Qué recuerdos tiene de estas fiestas con sus padres?
—Yo era muy trasto y me escondía por los sitios. Me divertía mosquear (sonríe). Eso es de un gamberro, eh (vuelve a sonreír).
—¿Quiere decir que le gustaba mosquear a los suyos?
—Sí, sí.
—¿Volverá a reunir a sus hermanos en palacio por Navidad?
—Sí, eso espero. Que vengan los más posibles, porque, unas veces, por enfermedad de la familia de unos, y otras veces, porque no están, siempre falta alguien. Pero bueno…
—Podrán celebrarlo todos reunidos, ahora que vuelven a estar en armonía.
—(Asiente).—
Tutankamón y la casa de alba
Antes de Navidades, el 1 de diciembre, se estrena la exposición Alba y Carter. Cien años descubriendo Tutankhamon, en la que se celebra el centenario del hallazgo de la tumba del famoso faraón y la amistad de su descubridor, Howard Carter, con su abuelo paterno —Jacobo Fitz-James Stuart, quien, además de también ministro en los últimos años del reinado de Alfonso XIII, fue embajador de España en Londres.
“Estoy en el mejor momento de mi vida. Estoy con una enorme satisfacción en todo lo que me rodea. Dios quiera que siga esta racha tan buena”
—¿Comparte usted también esta afición por la arqueología?
—Sí, desde luego. Me interesa muchísimo todo lo referente al arte. La arqueología era un punto que le interesaba muchísimo a mi abuelo y, muy especialmente, Egipto. Llegó a hacer tres viajes, que, para entonces, que no había tantas facilidades, llama la atención. Uno de ellos, lo hizo con mi madre, a la que también le gustaba mucho Egipto.
—¿Qué otras aficiones tiene usted?
—Fundamentalmente, la pintura y la arquitectura.
—Al igual que su padre, es un gran desconocido. ¿Cómo se definiría?
—Pues no sé… Eso se lo tengo que dejar a los demás… Creo que lo estoy haciendo muy bien, pero es una cosa particularmente mía (ríe).
—Como no se atreve a definirse a sí mismo, ¿qué podría decir de sus hijos?
—Son estupendos. En todos los sentidos. Es la gran suerte de mi vida, haber tenido unos hijos tan estupendos como tengo.
—El mayor, Fernando, le tomará el relevo.
—En su día, será el vigésimo duque de Alba. Es una persona estupenda, muy formada y muy educada. Además, con un gran sentido de la responsabilidad… Me siento muy orgulloso de él.
—¿Y qué distinguirá a su hijo mayor del resto de duques de Alba?
—Es el más preparado académicamente.
—Por último, me gustaría preguntarle por Carlos III de Inglaterra, ahora que acaba de ascender el trono. ¿Qué opinión le merece?
—Siempre dije que iba a ser un gran Rey, ya que es muy culto e inteligente. Ese grado de extravagancia se lo podía permitir siendo príncipe de Gales, pero estoy seguro de que no será así como rey.
—¿Conoció a su madre, la Reina Isabel II, que vivió tantos momentos con doña Cayetana?
—No, nunca. Sí a su madre, la Reina María, quien recordaba su relación con mi abuelo.