De unas semanas para acá, algunos de sus seres más queridos la estaban abandonando. Su abuelo, que era el patriarca de la familia, un hombre fuerte como un roble, “un oso”, como dice ella. También su caballo favorito, ‘Cadete’, con el que pasó ratos inolvidables cabalgando en la serranía, cerca del Cortijo en el que tiene ahora depositada su ilusión… Por eso, la imaginábamos sumida en una tristeza negra como un pozo… Y aunque si hablas con ella y te detienes más de lo debido en esos inesperados vacíos en su corazón, a punto está de romperse, después, Genoveva Casanova consigue buscar ese recuerdo bonito y alegre que, como las flores naranjas de cempasúchil, le devuelvan la luz al rostro y despejan las sombras.
Es su cultura, la cultura mexicana que poco o nada tiene que ver, al menos en lo que concierne a la muerte, con la pasional mediterránea o las telarañas y las bestias de ultratumba anglosajonas. Quizás por eso, porque pese a los más de veinte años que lleva en España y sigue manteniendo sus tradiciones tan intactas como su acento, el Instituto Mexicano junto al Tequila Don Julio, le han encargado la decoración del Altar de Muertos. Una colorista estructura repleta de guirnaldas, flores, calaveras pintadas, dulces, frutas, con el que se celebra en ese país norteamericano el regreso de los seres queridos del más allá durante un día, el 2 de noviembre, para relacionarse con los vivos. “Y será un día maravilloso”, cuenta emocionada la escritora y fotógrafa a ¡HOLA! A los pies del altar, hablamos desu relación con Cayetano , su ex marido, de sus hijos, Luis y Amina, que no quieren ser conocidos y también, de la Duquesa de Alba, su segunda madre cuando llegó a Madrid.
- ¡Pero qué bonito Altar, Genoveva! Yo no sabía que tenías este arte…
- (Risas) Tuve ayuda, ¿eh? Porque estuve haciendo peticiones, y papel picado, y el cafecito y las flores de cempasúchil…
- ¿Pero tú ya lo habías hecho?
- Sí, claro, porque esto es una cosa que se hace todos los años en México y, cada quien monta su altar. Y es muy bonito porque ves también lo que cada quien hace cada año. Además, el chiste es ir cambiándolo, aunque tus seres queridos sean los mismos… Y espero que no se vayan añadiendo más por ahora.
- Te quería dar el pésame…
- Gracias.
- En unos pocos días, cuántas pérdidas, Genoveva.
- Mi abuelito y mi caballo. Mi abuelo era una pieza muy importante en mi familia.
- La verdad es que los mexicanos vivís de una manera tan distinta la muerte, que dais envidia…
- Sí, lo vivimos de una manera muy diferente… Es una suerte. La tradición es muy bonita, un sincretismo entre las tradiciones indígenas y las españolas. Los indígenas entendían que los muertos se iban al mundo de los muertos que, para los católicos, sería el cielo y para ellos la celebración era haber tenido la suerte de pasar de haber pasado los años con la gente que queremos. Apreciar eso es algo maravilloso. Esta fiesta significa celebrar una vida maravillosa.
- Alivia.
- Sí, el pensar en las cosas bonitas, despedir a una persona tomándote tu tequila, poner unos mariachis a cantar y decir: “¡Qué bonita vida tuviste caray, qué bien la pasamos!”. Es alentador.
- Es que el duelo, la oscuridad… Aquí, en cambio, ves colores, luces…
- Es alegre, porque lo que quieres es que los muertos no sufran, que lo pasen bien del otro lado y, cuando vienen, es como cuando tú invitas a alguien a tu casa. Si invitas a tus amigos, a tu familia… ¿Qué haces en tu casa? La pones bonita, la llenas de flores, cocinas cosas que les van a gustar, les pones la música que les gusta, ¿no?
- Da aire a la tristeza, ¿no?
- Sí, sí, sí… Respiras. Piensas que estás celebrándolo y estás compartiendo con él. El altar es como una puerta para los muertos, para que pasen del otro mundo a éste y compartir así un día con ellos. Por eso preparas tantas cosas para celebrar ese tránsito, aunque sea solo un día. Las velas iluminan el camino, el incienso purifica el ambiente, también la sal ahuyenta las malas energías… Las flores son muy representativas de esa protección…
- Genoveva, entre idas y venidas, son más de 20 años llevas en España…
- 23 casi.
- ¿Estas tradiciones las has mantenido siempre como mantienes el acento?
- (Risas) Claro, sí, por supuesto. Además, me encanta que los chicos sientan que México también es su país. Y que entiendan de qué se trata.
- Ellos, ¿qué se sienten? ¿más mexicanos que españoles o más españoles que mexicanos?
- Yo creo que, como se han criado aquí, se sienten muy españoles pero es que también les enorgullece mucho el compartir sus cosas mexicanas con sus amigos y, cuando van a México, se sienten en casa. Es muy curioso porque Luis por ejemplo coge el acento en dos segundos. En dos segundos está hablando con el “órale”, con el que “qué padre” (risas), y luego, como nosotros tenemos en México una familia muy bonita, muy unida y mi abuelo era super super cariñoso, era muy oso, muy patriarca, ellos se sienten muy queridos. Tenemos comidas familiares en donde la gente se ríe, se lo pasa padre… Mis hijos se sienten bastante mexicanos por el amor familiar.
- No sé si has pensado alguna vez “a ver si se me van mis hijos a México…”
- Amina tiene ganas, ¿eh? Y, claro, yo la entiendo perfecto. Es que México es un país maravilloso. Es maravilloso. Tiene estas tradiciones tan coloridas…. España también tiene las suyas….
- Y tú, ¿dónde te sientes más cómoda?
- Yo no podría elegir entre México y España. Es muy difícil. Es que yo llevo la mitad de mi vida aquí. Yo soy mexicana, me siento mexicana y, si se me olvida, me tomo un tequila (risas) pero no se me olvida… Lo que pasa es que el tequila no falta en mi casa. ¿Las margaritas de tamarindo? ¿Las has probado? Con su chilito… ¡Qué cosa! Con mucho hielo. Frappeadas.
- Tú eres muy disfrutona.
- Uy sí, muy disfrutona, muy disfrutona. Sí, además es que lo bueno del tequila es que es una bebida que puedes tomar a cualquier hora del día, no es un digestivo. Y cada tequila tiene su momento, su forma de beberse, me parece tan bonito todo lo que hacemos. Hay un chiste en mexico muy bueno que dice que lo mismo lo puedes tomar de mil maneras y todo te sabe diferente. “Esto ¿qué lleva? Lleva su tortilla, frijoles, queso, pollo… Y ¿esto otro? Lleva su tortilla, frijoles, queso, pollo…”(risas) Pero sabe riquísimo y distinto.
- Últimamente, las noticias sobre ti son “Genoveva Casanova de vacaciones con su amigas”, “De concierto con amigas”… No sé si es que te lo pasas tan bien con amigas, que no necesitas amigos especiales.
- (Risas) Pues sí… Pero, a ver, si de repente aparece alguien guay que me aporte, entonces, bienvenido, pero…
- No es algo que busques, ¿no?
- No. Para nada. Estoy muy bien. Me lo he trabajado mucho también porque uno tiene que trabajarse interiormente porque, lo que no puedes hacer es pensar que tiene que venir alguien a hacerte feliz, ¿sabes? No le puedes poner esa responsabilidad a nadie. Es súper injusto. Uno tiene que ser responsable de sí mismo. Tienes que construir tu felicidad, construirte tú por dentro para que, lo que tengas haga feliz.
- Eso es un trabajazo increíble…
- Es mucho trabajo, sí. Porque siempre vivimos en una cultura de “cuando tenga”, “cuando consiga”, “cuando haga”… y justo el día de muertos te recuerda que no. Que no es así. En la vida ya tenemos las cosas importantes. Ya las tenemos. Así que, disfruta de tu pan de muertos, de tu chocolate, disfruta con tus abuelos, con tus padres y con tus amigo porque esas son las cosas que se quedan en la vida.
- También es que nos da mucho miedo la soledad…
- Nos da mucho miedo vivir solos y, al final, la soledad es el momento en el que uno avanza, en el que uno evoluciona y te preparas para ser suficientemente consciente para que, cuando no estés solo, aprecies esa compañía.
- La buenísima relación que tenéis, que es sorprendente, tú y Cayetano. Eso ¿cómo se logra?
- Cayetano y yo hablamos todos los días. Y ¿cómo se consigue? Poniendo el amor por encima de todo. Nos la pasamos juzgando a los demás justamente porque estamos esperando siempre que el otro nos dé lo que nosotros necesitamos, en vez de nosotros pensar más en lo que tenemos que dar al otro. “Tú no me hiciste feliz”, “tú no me cuidaste…” y, cuando uno se divorcia, es muy fácil caer en eso. En cambio cuando uno se concentra más en dar a los demás en vez de estar pidiendo a los demás, uno vive mejor.
- Pero es difícil no caer en el reproche y tienes que estar en el mismo mood. Porque si tú das y das y das llega un momento en que…
- Es que en el dar también está la satisfacción. A mí me hace mucho más feliz hacer felices a los demás que el hecho de que alguien me quiera hacer feliz a mí en lo personal. Yo he encontrado en eso mucha paz y mucha evolución también. Cuando no juzgas, cuando tratas de sanar a base de dar amor, las cosas cambian mucho. Yo creo que eso es muy importante.
- Cuando tienes una relación tan fuerte con Cayetano, tan firme, que es como un anclaje vital, ¿cómo una consigue pasar pantalla? ¿no resulta difícil enamorarse de otra persona?
- Yo creo que no. No lo sé. No lo sé, la verdad…
- Tú has tenido parejas...
- Sí, claro, he tenido parejas y él tiene pareja ahora mismo. Yo creo que lo que pasa es que son tipos de amor diferentes, ¿no? Para mí, Cayetano es mi familia. Es mi pilar. Somos los dos pilares de una familia de cuatro.
- Sus opiniones te influyen, te importan…
- Por supuesto, me influyen mucho. Y, además, él me apoya mucho. Me da mucha protección… Y yo también a él le aporto muchísimo a él. Yo también tengo mi papel en cuanto al lugar que tengo en su vida.
- ¿Tú te conoces con su chica actual?
- Sí, sí. Nos llevamos fenomenal. Barbara es una niña lindísima. Y simplemente es cuestión de entender que son lugares diferentes. Nosotros tenemos una relación de familia y ellos son una pareja. Es muy diferente.
- Y tus hijos entendieron que Cayetano y tú pudierais tener una relación maravillosa pero no juntos, ¿no?
- Después de tantos años, ellos lo tienen más que entendido que eso era así. Pero también te digo una cosa: mis padres siempre tuvieron una relación muy buena después de divorciarse. Entonces, para mí era lo lógico. Lo natural. Y más cuando yo no tengo mi familia aquí en España. Era muy importante para nosotros. Cayetano lo necesitaba, los chicos lo necesitaban y yo lo necesitaba. Todos necesitábamos tener la estructura familiar.
- Pese a tener otros anclajes como tus amigas…
- Ellas se convirtieron en mis hermanas.
- Ahora, ¿qué planes tienes laborales?
- Estoy muy enfocada en la finca. Estamos con un proyecto, que es muy bonito, introduciéndonos en la oferta de turismo rural y, además, constantemente sigo trabajando en hacer reformas en la casa. Restauraciones, mejor dicho, porque es un cortijo del siglo XVI. Y también aprendiendo mucho sobre agricultura, que yo no tenía ni idea. Me encantaba el campo, pero ahora estoy aprendiendo sobre él. Sobre la siembra, el riego, la floración… y los paseos por el campo son una belleza. Estoy descubriéndome como agricultora.
- Pero tú eras muy urbanita, ¿o no?
- Lo soy, pero no puedo vivir sin el campo. Voy y vengo. Estoy encantada. Ahora, estoy feliz porque tengo unos almendros superbonitos (risas).
- ¿Tus hijos lo entienden o dicen “mamá se ha vuelto loca”?
- Ellos están muy metidos. Luis, mucho. Bastante de hecho. Y está aprendiendo a pasos agigantados. Ha hecho aportaciones a la gestión de las cosechas increíbles.
- Ellos se mantienen al margen de los focos, la farándula… Y tú respetas obviamente su decisión.
- Al 100%. Y me parece una gran decisión. Me parece que cada quien tiene que decidir cómo quiere vivir su vida y me parece que si ellos quieren eso, 100% apoyándolos. Yo soy una persona que creo que lo más importante es que hagas lo que te llene, te hace feliz, lo que te hace evolucionar, te aporte… y ellos encuentran eso en otras cosas.
- Fíjate que siendo tú y su padre dos personas conocidas, ahora que actualmente se echan a las redes sociales con quince años, quizás para ellos habría sido su paso natural y, sin embargo, tomaron otro camino. ¿A ti te sorprendió?
- No, nada. Cayetano y yo hicimos un esfuerzo muy grande, desde que ellos eran unos bebés, para que tuvieran una infancia lo más privada posible. Había cosas que eran inevitables, momentos de la familia que no se podían soslayar… Pero hicimos un gran esfuerzo para que ellos tuvieran una infancia normal. Crecer con un foco y un objetivo para Cayetano fue muy difícil… Yo he lidiado con esto 23 años y ya me pilló siendo una adulta… pero ¿para un niño? Para Cayetano, vivir con eso fue muy duro y yo creí que era bueno para mis hijos que pusieran su atención más en una evolución personal que en una evolución social.
- Dentro de un mes se cumplirá el aniversario de la muerte de la Duquesa, ¿qué recuerdo tienes tú de ella?
- Tengo tantos… No sé elegir entre tantos… Me acuerdo todos los días de ella… Es que para mí fue tan importante… Ella me formó. Cuando llegué a España, yo era una niña. Lo que pasa es que compartíamos muchas cosas. Muchos intereses. A ella, de repente, le sorprendía que le hablara de libros, de arte, de cosas que no se esperaba. Que yo supiera de cine, de arte… Y compartíamos el amor por la lectura, por el cine, que nos fascinaba ir al cine juntas… Y luego, además, estaba loca por Luis y Amina.
- Para ti, debió de ser un cambio muy grande venir a España…
- Fue el cambio de mi vida y ella, la Duquesa, lo entendió. Si no hubiera sido por ella, por la forma en la que me quiso, me acompañó, me apoyó, me cuidó… Hubiera sido muchísimo más difícil. Y ella fue también la que me hizo comprender esto: el ser un personaje público, y cómo gestionarlo emocionalmente. Ella recuerdo que me dijo: “Utilízalo para algo que te haga feliz”. Porque, si no hay más remedio, debía hacer algo bueno con ello. Fue cuando empezamos a compartir juntas el trabajo humanitario. Ahí fue cuando dije: “La popularidad sirve para algo bueno. La popularidad puede ser algo positivo y no sólo un lastre”.