Elon Musk, la persona más rica del mundo, un hombre hecho a sí mismo que incluso planea llevar a la humanidad a Marte (los cohetes de una de sus empresas ya transportan a menudo a astronautas de la NASA a la Estación Espacial Internacional) daba la imagen de tenerlo siempre todo bajo control. Para llegar al nivel de éxito que él ha alcanzado eso es lo que se suele dar por hecho, pero su llegada a Twitter está desmontando esa idea. A la red social ha llegado dando palos de ciego. Y no tanto por haber despedido a la mitad de la plantilla en un día (unas 3.700 personas) y ni siquiera por la desafortunada manera de hacerles saber que estaban fuera de la compañía, sino por no haber analizado mínimamente a quién destituía y a quién no.
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Después de que el viernes miles de sus empleados averiguaran que les había echado al no poder acceder a su ordenador portátil, Twitter ha tenido que ponerse en contacto con algunos de ellos para pedirles que vuelvan. En la mayoría de los casos les han explicado que se trató de un error, pero en otros les ha solicitado que regresen porque su papel es necesario en la compañía. En otras palabras, que se ha dado cuenta de las funciones que llevan a cabo cuando ya no estaban.
Eso ocurre cuando el nuevo dueño de la red social está pidiendo implementar nuevos servicios a los usuarios y lo está haciendo, además, a una velocidad nunca antes vista con un nivel de exigencia tal que algunos trabajadores se han tenido que quedar a dormir alguna noche en la oficina. Entre esos cambios, como los referentes a la verificación de cuentas.
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Muchos de los despedidos se dedicaban precisamente a monitorizar el funcionamiento de esos cambios. Finalmente, Musk se ha visto obligado a retrasar la implementación del nuevo sistema de verificación, que había previsto para este mismo lunes, a causa de las elecciones de medio mandato en Estados Unidos. Algunos de sus empleados habían manifestado su preocupación por el poco tiempo que habían tenido para desarrollarlo y por las posibles consecuencias que eso podría tener en el proceso electoral.
Por suerte, el magnate ha atendido su demanda al respecto, pero las intenciones de este preocupan tanto a usuarios como a anunciantes, muchos de los cuales se han retirado temporalmente de la plataforma hasta saber más del camino que va a llevar. Pero no solo ellos. Incluso la ONU se ha pronunciado, temiendo el daño que los planes de Elon Musk con la red social pueda provocar a nivel social.
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Por eso le han solicitado por escrito que "no ceda a la presión de los gobierno para eliminar contenido". Volker Turk, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, le ha transmitido su "preocupación", dado que relevante papel de Twitter en el espacio público digital y sus repercusiones en la sociedad en general. "Tiene una enorme responsabilidad" en la protección de la libertad de expresión.
"El respeto de nuestros derechos humanos comunes debe ser el parapeto del uso y la evolución de la plataforma". Además, el hecho de haber despedido a todo el equipo que se encargaba de velar porque todo eso se cumplía no es precisamente, a juicio de Turk, un buen comienzo.