Hace más de una décaca, Bar Refaeli protagonizó una sonada polémica por haber eludido sus deberes como ciudadana israelí y librarse de hacer el servicio militar. Recordemos que Israel es el único país del mundo en el que la ‘mili’ es obligatoria por igual para hombres y mujeres una vez que alcanzan la mayoría de edad. Durante 24 meses los jóvenes deben someterse a la formación y el entrenamiento militar, del que solo pueden quedar exentos por razones de conciencia religiosa, matrimonio, embarazo o maternidad.
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La famosa modelo y exnovia de Leonardo Di Caprio se convirtió en el blanco de todas las críticas al contraer matrimonio en 2007 —para acto seguido divorciarse— con un amigo de la familia. Aquella decisión le libró de vestir el uniforme caqui para poder continuar con su, entonces, exitosa carrera en las pasarelas y el cine. Pero también le hizo padecer el boicot de muchas de sus campañas y los reproches de algunas de sus compañeras de profesión. Ante aquel aluvión de críticas, Refaeli declaró en su momento: “Realmente yo quería hacer el servicio, pero no me arrepiento de no haberme alistado (...) Así es como son las cosas para los famosos, tenemos otras necesidades”.
Al contrario que su compatriota, la también famosa modelo Mishel Gerzig se siente muy orgullosa de haber servido en el Ejército israelí. Así lo manifesta en la entrevista que la prometida de Thibaut Courtois ha concedido a ¡HOLA! y que puede leerse en su último número. La futura mujer del portero del Real Madrid no solo nos habla de la disciplina y los valores que le aportaron sus dos años en las FDI (Fuerza de Defensa de Israel), también de la ansiedad que sufrió tras dejar el Ejército y retomar su carrera de modelo.
Fue la mejor época de mi vida, pero también la más dura”, dice Mishel de los dos años que pasó en el Ejército
Mishel nos cuenta que se convirtió en capitana de la Marina, donde comandó barcos de rescate. En virtud de una ley que se aprobó en el año 2000, las mujeres israelíes ya pueden acceder al mayor número de posiciones en el Ejército (como pilotos de la Fuerza Aérea, en misiones de Inteligencia de campo, en puestos de artillería e incluso operando el sistema antimisiles Cúpula de Hierro), aunque todavía tienen limitadas algunas actividades, como por ejemplo, conducir tanques.
“Durante años no había oficiales mujeres de la Marina. Lo estudiamos y nos dimos cuenta que el curso era muy duro a nivel físico y que no hace falta tener tanta fuerza para capitanear un barco, así que lo abrimos a las mujeres”, explica en declaraciones a EFE la general de brigada Racheli Wizel. En este sentido, Mishel afirma que rompió “todos los estigmas por ser una mujer que hacía ‘un trabajo de hombre”.
—Mishel, con dieciocho años, dejas tu carrera para hacer el servicio militar. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿qué te aportó?
Sí, a los dieciocho años decidí aparcar mi carrera de modelo y alistarme en el Ejército. Durante dos años fui capitana de barcos de rescate en la Marina y tenía a quince soldados bajo mi mando. Fue la mejor época de mi vida, pero también la más dura. No veía mucho ni a mi familia ni a mis amigos, me perdí muchas vacaciones, fiestas de cumpleaños y viajes. Pero lo que hice fue tan importante que me sentía muy orgullosa. Conocí a un montón de personas maravillosas, que ahora son muy buenos amigos. Rompí todos los estigmas por ser una mujer que hacía ‘un trabajo de hombre’ y me probé a mí misma que soy capaz y que soy mucho más fuerte de lo que la gente podría pensar.
—¿Recomendarías a las mujeres de otros países, en los que el servicio militar no es obligatorio como en Israel, que hicieran esta formación?
No sé cómo funciona en otros países, pero el entrenamiento al que me sometí y mi servicio me aportaron una gran disciplina, me enseñaron los valores del trabajo en equipo, el amor hacia tus semejantes, hacia tu país y tu familia. Aprendes lo que es la verdadera responsabilidad y el trabajo duro. Pero, sobre todo, a no rendirte y a ser la mejor versión de tí misma. No es fácil y hubo momentos en los que pensé que me rompería y que lo dejaría. Pero ahora, cuando miro atrás, veo que me convirtió en la mujer que soy hoy, una mejor persona. Siempre conservaré esos recuerdos.
“No es fácil y hubo momentos en los que pensé que me rompería y que lo dejaría. Pero cuando miro atrás, veo que me convirtió en la mujer que soy hoy”
—Has comentado que al dejar el Ejército viviste una etapa muy complicada debido a la ansiedad… ¿Cómo lograste superarla?
—Cuando terminé en el Ejército, decidí darle otra oportuidad a mi carrera de modelo, trabajar duro y devolverle a mis padres todo lo que me habían dado. Empecé a trabajar intensamente, a volar por todo el mundo y algo no estaba bien. Un día, en el avión en el que me dirigía a un trabajo, empecé a sentir que me faltaba el aire, se me nubló la vista, mi corazón latía muy rápido y no sentía mi cuerpo. Pensé que me estaba dando un ataque al corazón y, en realidad, estaba sufriendo un ataque de pánico. Fue un año muy oscuro en mi vida. Gracias al apoyo de mi familia y de mis amigos, pude luchar contra ello y trabajar en mi salud mental. Leí y estudié a cerca de los ataques de pánico y aprendí a practicar la respiración y la meditación. Así que, cada vez que sufro uno, sé cómo reconocerlo, como respirar profundamente y cómo hablarme a mí misma: me recuerdo que soy fuerte, que estoy sana y que pasará en un rato.
—¿Qué consejo darías a las personas que lo sufren?
—Mi consejo principal es hablar de ello, compartir con los más cercanos lo que te está pasando e ir a un psicólogo, que no es algo de lo que avergonzarse. Recordar que en la carrera de la vida hay que tomarse un descanso de vez en cuando. La salud mental es igual de importante que la salud física.