Siendo tan solo un niño, Adam Michnik sintió un creciente interés por el papel de la política en la sociedad. Nació en Varsovia (Polonia) casi a la vez que la República Popular de Polonia y, aunque se crió en un ambiente claramente favorable al régimen, pronto se unió a clubs de pensamiento en los que los jóvenes discutían cómo cambiar la realidad que el sistema ofrecía. Eso se llevaría a tener serios problemas con las autoridades siendo universitario que, lejos de amedrentarlo, le sirvió de impulso para seguir luchando por sus ideales, lo que le supuso pasar por la cárcel.
Por eso, por su lucha incansable por la libertad de su país con la palabra como única arma, ha sido reconocido con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2022. Fue expulsado en varias ocasiones de la Universidad de Varsovia, donde estudiaba historia, por difundir ideas contrarias al poder. Antes de ser expulsado definitivamente, ya se prohibió la impresión de los libros que, a pesar de su juventud, ya había escrito.
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De nuevo, eso le motivó a seguir escribiendo (en periódicos), si bien lo hacía con pseudónimos. En el último de los actos de protesta en los que participó en la Universidad, acabó siendo detenido y condenado a tres años de prisión. Aunque fue liberado un año después, no se le permitió seguir con ningún tipo de estudio.
Tampoco eso lo detuvo. Unos años después consiguió que se revocara esa prohibición y terminó su carrera de Historia en la Universidad Adam Mickiewicz en la ciudad polaca de Poznań. No sería aquella, además, la única vez que pasara por prisión. Su activismo político le llevó a ser encarcelado en dos ocasiones más.
En medio, siempre estuvo volcado en su faceta divulgadora. Desde 1977 fue editor en varias revistas independientes y formó parte de la dirección de Niezalezna Oficyna Wydawnicza, una de las editoriales más destacadas de la oposición polaca. Durante el 'año revolucionario' de 1989, llegó a ser diputado y a trabajar mano a mano con Lech Wałęsa.
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En aquella época fundó el periódico independiente Gazeta Wyborcza, del que sigue siendo redactor jefe. Se considera a Michnik como un actor fundamental en la recuperación de la democracia en Polonia, sobre todo en lo que se refiere a la reconciliación nacional, para lo que tomó como ejemplo el modelo español de los Pactos de la Moncloa.
Es autor de varios libros sobre temas políticos e históricos y ensayos traducidos a varios idiomas, como 'Letters from Prison and Other Essays' (1986), 'The Church and the Left' (1992), 'Letters from Freedom: Post-Cold War Realities and Perspectives' (1998) y 'In Search of Lost Meaning: The New Eastern Europe' (2011) (En busca del significado perdido. La nueva Europa del Este, 2013).
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Sus artículos han sido publicados en periódicos y revistas europeos como Der Spiegel, Le Monde, Liberation y El País y los estadounidenses The Washington Post y The New York Review of Books.
En 2018 fue uno de los treinta intelectuales que firmaron el manifiesto 'Europa en llamas', sobre la amenaza de los populismos. Premiado internacionalmente en numerosas ocasiones, entre los galardones obtenidos se encuentran el Premio de Derechos Humanos Robert F. Kennedy (1986) y el Francisco Cerecedo de Periodismo (España, 1999).