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Año 1998, entrega de los premios Amigo, unos míticos galardones musicales que habían comenzado a concederse el año anterior. Sobre el escenario, Ana Torroja y los hermanos Cano aplaudían a un Carlos Sainz que acababa de volver de la temporada de rallies perdiendo a pocos metros de la meta. Carlos les iba a entregar un premio a toda una trayectoria artística. Tras las cálidas palabras de agradecimiento de Ana, José María se acercó al micrófono para soltar la bomba: “Quiero anunciar que no voy a estar más con Mecano”. Aquella bomba no estaba preparada en absoluto, y pilló fuera de juego a la cantante y al autor de Malinche. Ayer, Ana habló sobre el final del grupo, que en realidad se había cocinado seis años antes, en 1992, y de hasta qué punto ella lo pasó mal.
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Primera separación: 1992
En 1992, Mecano dio la que sería su última gira. Fue una gira extraña, plagada de problemas (incluida una laringitis de Ana que los llevó a posponer conciertos), pero detrás de todo estaba, por una parte, el conflicto permanente entre los dos hermanos y el hastío de la solista como mediadora de conflictos, que la afectó psicológicamente. Tras aquella gira, anunciaron un descanso que se convirtió en una disolución. Y la disolución habría sido definitiva de no ser porque en medio hubo factores económicos que los forzaron a reunirse con un último disco, seis años más tarde.
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Una lucha de egos que acabó psicológicamente con Ana
Ana confirmaba anoche que la razón última de la separación de Mecano fueron los problemas personales de José María. El compositor, que aquel 1998 se casaría con Marta Gómez Visedo, había sido tres años antes padre de Daniel. Al pequeño lo habían diagnosticado con síndrome de Asperger y aquello aceleró el momento final. Pero solo era la gota que colmaba el vaso. Tal como la propia Torroja explicaba ayer, “fue una etapa en la que sufrí mucho”. Y, evidentemente, ese sufrimiento venía de muy atrás.
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Podría decirse que casi desde el principio. Miguel Ángel Arenas, conocido en la industria musical como El Capi, fue el descubridor de numerosos artista, como Mecano o Alejandro Sanz. Entonces, los tres eran apenas unos adolescentes y la idea que José María tenía en la cabeza era la de hacerse famoso como cantautor con Ana, su novia de entonces, haciéndole los coros, y Nacho tocando la guitarra. Aquel cazatalentos les dijo algo que les cambiaría la vida: los cantautores ya no tenían éxito y se llevaban los grupos. De hecho, vio que Nacho aportaba mucha energía y que Ana tenía la dulzura en la voz necesaria para que funcionara. El Capi, que ha dicho infinidad de veces que Mecano ha sido el mejor grupo español de la historia, se percató también de que aquel cambio de roles iba a traer problemas.
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Cada nuevo disco era una especie de competición interna en la que el éxito y el número de canciones elegidas de uno u otro hermano marcaba una nueva etapa. Al parecer, ni siquiera grababan juntos, y Ana se pasó los años intentando mediar entre los dos, yendo de un estudio a otro y templando los ánimos, porque cada hermano comenzó a producir sus propias canciones.
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Imposibilidad de volver
Los dos caracteres contrapuestos de los hermanos, con Nacho siendo una especie de showman en los conciertos y José María tratando de ser tomado más en serio, fueron el fin del grupo. “Como en todas las familias, surgen roces”, explicaba ayer Ana, quizá quitándole peso al hecho de lo mal que lo pasó intentando ser la bisagra que uniera una relación fraternal cada vez más dañada. Preguntada sobre un posible regreso del grupo, lo calificó de "imposible", algo que ha llegado a plasmar en una canción. Hoy, José María ve cómo su hijo ha echado a volar, también como compositor; Nacho continúa con su musical, a pesar de las dificultades de última hora con Chanel descolgándose del proyecto, y Ana sigue su carrera en solitario. Han pasado treinta años, pero Mecano sigue vivo en el recuerdo de todos, porque a pesar de las tensiones crearon un estilo irrepetible.