Íñigo Onieva no se da por vencido. El empresario está decidido a luchar por el amor de la marquesa de Griñón y está dispuesto a hacer todo lo que esté en su mano para volver a conquistarla. “Pediré perdón a Tamara cuantas veces haga falta. Me tiene destrozado el haberle hecho daño y haberle engañado”, lamentaba públicamente ante decenas de cámaras de televisión que le esperaban a las puertas de un restaurante al que había acudido a almorzar junto a su familia. Y es que, además de mostrarse arrepentido, el socio de la discoteca LulaClub está superenamorado.
Consciente de sus errores pero con la esperanza de que su amor sea más fuerte y logre curar las heridas, pues “se quieren de verdad” tal y como ha sabido ¡HOLA!, el empresario no ha perdido la esperanza, pero tan poco las fuerzas para volver a enamorar a su chica, con la que hasta había fijado una fecha de boda, el 17 de junio de 2023.
Y aunque sabe que el camino no va ser fácil y que quizás esa fecha pase a ser un mal recuerdo, aferrándose a una ilusión y a un deseo, no se ha desprendido del anillo de compromiso que entregó a la que iba a convertirse en su mujer, sino que lo ha dejado en la joyería donde lo adquirió para que se lo custodien, pues aunque ahora es un símbolo que conlleva muchas connotaciones negativas, el no está preparado aún para desprenderse de él.
Destrozado por todo lo que ha sucedido, Íñigo va poco a poco recuperando el pulso de su vida, y tras la tormenta mediática, se ha refugiado en su familia. Tanto su madre, Carolina Molas, como sus hermanos, Alejandra y Jaime, han formado piña con el empresario, a quien apoyaron en su aparición ante la opinión pública tras haber estado un tiempo ‘desaparecido’ y con el que comparten algunas escapadas, como la que el joven hizo hace unos días con su madre. Mientras que Tamara visitaba este pasado fin de semana el santuario de Nuestra Señora de Lourdes, en Francia, tal como contamos en las páginas anteriores, el socio de la discoteca LulaClub decidía también poner tierra por medio para disfrutar de una corta estancia en Estambul (Turquía), una de las ciudades más mágicas del mundo.