Después de dos años de pandemia sin peregrinación anual a Lourdes, en la que los voluntarios cuidan de los enfermos día y noche en su viaje de ida y vuelta, la pasada semana, se volvía a celebrar. Una multitudinaria visita al santuario en la que Tamara Falcó ha sido, en esta ocasión, una más junto al resto de voluntarios. Tras la tormenta mediática de su compromiso y posterior ruptura con Íñigo Onieva, la marquesa de Griñón se refugia en su familia, en sus amigos más cercanos y abraza su fe, que le está ayudando a superar los momentos más duros .
Fue el pasado miércoles 12 de octubre cuando partió en un autobús en dirección a la localidad de culto, en Francia, y lo hizo con el resto de sus compañeros hospitalarios, así como con los enfermos, a los que ayudó en todo aquello que estuvo en sus manos. Vistió el uniforme característico de la Hospitalidad de la Virgen de Lourdes de Madrid. Como auxiliar, llevaba una bata azul marino con el cuello y los puños en blanco, también un delantal y una cofia en color blanco y medias y zapatos azul marino. El traje se completaba con un cinturón con la hebilla dorada y la medalla de la Hospitalidad. Las reglas de vestuario establecen que si se necesita llevar bolso, este debe ser negro, azul marino o gris oscuro, una directriz que Tamara, por supuesto, cumplió.
Mientras su exprometido se marchaba a Turquía, ella ponía rumbo a Francia en un viaje muy significativo que ya tenía previsto hace tiempo, antes de todo lo sucedido en las últimas semanas
Durante los cuatro días de estancia se encargó especialmente de estar en las cocinas preparando las comidas y cenas —no olvidemos que el pasado año se graduó como chef—, además de ayudar a dárselas a aquellos que lo necesitaran. A eso se sumaron las guardias de noche de 19:00 a 7:00 de la mañana en la residencia donde se alojó. En este viaje tan especial al santuario, que incluye las basílicas de la Inmaculada Concepción, la de Nuestra Señora del Rosario y la de San Pío X, así como la gruta de las apariciones, donde la Virgen se presentó ante Bernadette Soubirous, Tamara coincidió con Natalia Onieva, pariente de su exprometido, que pertenece al patronato de la Fundación Ianuam y es habitual voluntaria en Lourdes, con la que compartió algunas imágenes.
Según ha podido saber ¡HOLA!, Tamara tiene claro que no hay marcha atrás, ha roto lazos con el círculo familiar y de amigos de Íñigo y ha cambiado su número de teléfono
Pero el viaje de Tamara no ha sido ni una casualidad ni una huida hacia adelante. No es la primera vez que visita el santuario, aunque sí como voluntaria, y este paso estaba pensado antes de que la infidelidad de Íñigo dinamitara su relación. Las circunstancias en su vida han cambiado, sí, pero no los planes previstos. Han sido días de recogimiento, de solidaridad y oración. También de necesaria desconexión con las circunstancias que ahora mismo la rodean. Pero también la hemos vuelto a ver riendo, espontánea como es ella, charlando animadamente con compañeras, organizadores y hospitalarios… “Gracias a la Hospitalidad de Madrid por brindarme esta oportunidad única de peregrinar a Lourdes. ¡No la voy a olvidar jamás y espero que sea la primera de muchas! Vuelvo a Madrid feliz”, dice la hija de Isabel Preysler, que ha regresado, seguro, reforzada y con las ideas aún más claras. No hay vuelta atrás en su decisión y, por lo tanto, no habrá reconciliación.
La marquesa de Griñón llevó el uniforme característico de la Hospitalidad y durante la estancia ayudó especialmente en la cocina preparando las comidas y cenas, así como en las guardias de noche de la residencia donde se alojó
Según ha podido saber ¡HOLA!, aunque Íñigo está muy arrepentido ella es firme en no dar ni un paso atrás. Tamara ha roto lazos y puentes con el círculo de su exprometido, toda la familia y todos los amigos. De hecho, ha cambiado su número de teléfono, por eso Íñigo no ha podido hablar con ella a pesar de no haber parado de intentarlo. Este mismo miércoles 19, reaparece en la colegiata de San Isidro de Madrid, en el cuatrocientos aniversario de la canonización del patrón de los madrileños, para dar voz a los misioneros en el pregón del Domund, una cita acordada desde hace meses en el calendario que Tamara no quiere perderse por su gran cariño a la misión.