Skip to main contentSkip to footer
pelayo d az© GettyImages

Como el diastema interdental en su momento, la nueva moda es ensancharse el puente de la nariz

Pelayo Díaz, a la vanguardia en la nueva moda que revoluciona el mundo de los retoques estéticos

Un grupo de modelos de belleza ‘diferente’, con la tibetana Tsunaina a la cabeza ponen de moda este rasgo facial


18 de octubre de 2022 - 12:24 CEST

Ya se lo decía Verónica Forqué, la pobre, a una  Rossy de Palma  que, aún sin entrar en la treintena, ya se había convertido en musa de Jean Paul Gaultier y la había inmortalizado en sales de plata Herb Ritts. “Mira, Juana -observaba la pelirroja mientras le pasaba una brocha por el óvalo de diamante invertido de su cara-, si fueras menos cardo, ahora que se llevan las caras raras, hasta podrías ser modelo”. Aquello era una broma interna y un guiño al espectador. Sucedía en 1993. En Kika. Un hilarante diálogo entre la protagonista, maquilladora profesional y mujer al borde de un ataque de nervios en el resto de su tiempo, y su asistenta, lesbiana, con bigote y con un hermano psicópata sexual. Porque, en realidad, nada más lejos de la realidad. No se llevaban las caras raras.

Pelayo Díaz© GettyImages
Sobre estas líneas, Pelayo Díaz, una de las ‘celebrities’ que se ha apunado a la nueva moda de ensancharse la nariz.

Por aquel entonces, la mallorquina era una avis “idem” en el mundo de la moda. Su perfil -volvamos al cliché- “picassiano” era tan arrebatadoramente cubista como impactante en la portada de una revista porque, aunque le acompañaba un cuerpo de escándalo, los 90’s se caracterizaron precisamente por ser la década en la que las top models dominaban la Tierra. Claudia Schiffer, Naomi Campbell , Christy Turlington, Cindy Crawford, Claudia Bruni, Linda Evangelista… Todas, extraordinariamente perfectas. Sus medidas, sus rostros, su piel, sus melenas. A decir verdad, como de otro planeta. Pero, como los dinosaurios, se extinguieron… Porque, entre tanto 90-60-90, las excepciones a la regla les birlaban contratos a traición. Tenían ese “je ne sais pas quoi” imperfecto que llamaba poderosamente la atención. Ya fueran los labios de Esther Cañadas, la mirada insondable de Laura Ponte, o por supuesto, que su 1,60 metros o su cara angulosa o su escaso pecho la convirtieran en “antimodelo” entonces y, hoy, sin embargo, en epítome de todo lo contario. O sea, en “supermodelo a perpetuidad”. Véase la referencia Kate Moss.

Vanessa Paradis© Cortesía de Chanel
La actriz francesa Vanessa Paradis tiene los dientes incisivos muy separados, un rasgo que hace años se convirtió paradigma de lo actractivo.

La moda se define precisamente por su futilidad. Por ser algo tan pasajero como triturador. Se alimenta constantemente de la novedad. De lo rabiosamente nuevo. Y con un hambre voraz, exclusivo y excluyente. Eso sí, tan pronto lo deglute, lo deshecha. Y a por otra cosa, mariposa. Pero Pedro Almodóvar fue entonces un visionario. Aquella frase de su guión hoy es la Palabra del Señor. En la moda ya no es necesario que el modelo en cuestión responda a la escala aurea. Es decir, a lo que los clásicos definieron como proporciones que, sumadas, por arte de matemática, era bello. Ni mucho menos. Hoy cuanto más se difiera de los cánones de belleza mucho mejor. Que siempre ha habido cánones. Desde la Venus de Milos a las Tres Gracias de Rubens pasando por Marilyn Monroe o Kim Basinger. Es decir, han cambiado con el devenir de los siglos pero nunca tan rápido como en los últimos años. Hoy, el concepto “belleza” se ha diversificado tanto que ése es su único común denominador: la diferencia. Ser diferente es la máxima expresión de la belleza. Es decir, estar en el off off del cánon es lo que nos hace bellos y con identidad. Con lo que, por lógica, ser diferente está de moda. Pero ¿qué ocurre cuando somos comunes y corrientes? La respuesta es sencilla, que es muy difícil no caer en las redes de la imitación para, por ende, ser diferente.

Modelo Daphne Groeneveld© @daphnegroeneveld
daphnegroeneveld-Collage-U34707150681sQF© @daphnegroeneveld/ @tsunaina
Sobre estas líneas, a la izquierda, la modelo neerlandesa Daphne Groeneveld; a la derecha, Tsunaina, también modelo.

Lo era Slick Woods. También Lindsay Wixson. Giorgia May Jagger -y su padre-, Jessica Hart y, en su momento, Lauren Hutton o  Vanessa Paradis . Todas ellas tenían -y tienen- diastema. Es decir, los dientes incisivos pronunciadamente separados. “Un desajuste” que puede producirse por una distensión entre el tamaño del maxilar superior y el de los dientes, o porque el “frenillo” que une el labio superior con la encía es demasiado grande y espacia los dientes o porque los incisivos laterales -o sea, los dientes a la derecha de las paletas- son pequeños y los incisivos centrales, de natural, intentan cerrar los huecos. Pero eso se convirtió en el paradigma de lo atractivo  y lo deseable ¿recuerda? Se puso de moda. Y Madonna se amplió su diastema, tensor dental mediante; David Delfin se puso brackets para separarse los dientes… Llegamos incluso a ver cómo hubo quien se limó el límite interdental para crear un “diastema” por arte de magia y, claro está, de lima. Era el “diastema” un complemento más de moda. Aderezado, incluso, con una funda dorada y una “D” serigrafiada. (Sí, Madonna otra vez).

Pero eso ya forma parte del pasado. Hay un nuevo must de modificación facial que, como no podría ser de otra manera, uno de los mayores influencers del país ya ha adoptado. Se trata el ensanchamiento del tabique nasal. ¿Cómo? Sí, del tabique nasal frontal. Del puente. Donde nos colocamos las gafas para ser exactos. Lo que se ha llamado nariz “Avatar”. Y  Pelayo Díaz , a la avant garde en todo lo que tenga que ver con los últimos avances en belleza y moda -recordemos su séptum de Dior- , ya se ha dado sus pinchacitos para conseguir ese efecto.

Pelayo Díaz© @pelayodiaz
GettyImages-1430839553-Collage-U24540278652aIl© GettyImages
En estas imágenes, el ‘influencer’ Pelayo Díaz, donde se puede apreciar el llamativo cambio de su nariz (sobre estas líneas, a la derecha, una foto de septiembre del año pasado).

La cantinela del “¿Qué se ha hecho Pelayo?” formaba parte de toda conversación sobre retoques estéticos. El mismo influencer lo confesaba a HOLA en su primera entrevista tras su separación. Entonces, ya reconocía que, hacía un tiempo, se había sometido a una rinomodelación. O lo que es lo mismo, a una reconducción y rediseño de la nariz mediante rellenos de ácido hialurónico y un poco de bótox por aquí y por allá -especialmente en el ceño- con las diestras manos de Tacha Beauty, su centro de estética. ¿El motivo que esgrimía? Que desde pequeño, su nariz, herencia materna, no le hacía ni pizca de gracia. Pero en sus nuevas instantáneas en su red social, podemos observar cómo esa rinomodelación ha dado un paso más allá y su amplitud de puente es ya algo así como el “nuevo negro” de las pasarelas y las páginas de cosméticos de las publicaciones más in. ¿La máxima exponente de esta nueva tendencia? Otra vez, sí. Madonna, a quién le han valido no pocas críticas por parecerse precisamente a uno de los personajes de la película más cara y también más taquillera de la Historia. Eso es: Avatar.

Modelo Ellia Sophia© @buildabrat
Sobre estas líneas, la italiana Ellia Sophia es otro de los rostros que cumplen con esta nueva moda del tabique ancho y los ojos extremadamente separados.

Pero Madonna no lo ha inventado todo aunque parezca imposible creerlo. El referente estético de la “nariz Avatar” es una veinteañera que no ha nacido ni en Londres ni en Nueva York, ni Berlín o Milán, aunque ahora estas ciudades, centros neurálgicos de la industria de la moda y la belleza, sean parte de su reino: su nombre es Tsunaina y nació en el Tíbet. Ella ha sido la culpable o mejor dicho el must to be de la italoamericana de Brooklyn y también del asturiano. Ella ha sido la modelo que ha revolucionado el mundo de la moda con un tabique nasal tan extraordinario como extrañamente bello y, ahora, imitado. Un rasgo facial, por cierto, en el que tal vez no habíamos reparado nunca. Hasta ahora.

Modelo Tsunaina© @tsunaina
Modelo Tsunaina© @tsunaina
Sobre estas líneas, la precursora de la llamada ‘nariz Avatar’, la modelo nacida en el Tíbet, Tsunaina.

Porque si bien los ojos separados ya tenían sus adeptos, véase la llamada modelo de “ojos de pez”, la ucraniana Masha Tyelna, o las ya asentadísimas Cara Delevingne o Natalia Vodianova, se trataba de una expresión muy dificil de conseguir sin pasar por quirófano. El tabique, sin embargo, es algo perfectamente modificable mediante técnicas de relleno de ojos hundidos y de rectificación de nariz. Y, además, el relleno es reabsorbible por el propio cuerpo en cuestión 18 o 24 meses si es que el efecto no es del todo el deseado. O la moda cambia.

Pero ¿Quién es Tsunaina? La tibetana revolucionó primero las RRSS son su belleza insólita, de facciones casi geométricas y sus lunares salpicados en una tez de dulzura asiática. Pronto, protagonizó las portadas de las revista de moda de extremo oriente y Asia central como el Harpers Bazaar de Kazajistan que llamó la atención de la todopoderosa agencia The Squad Management para pasar a desfilar casi automáticamente después para Dior. Luego vendría Prada, Gucci… Abierta la veda, llegaría la canadiense Mei Pang, de ascendencia mongola, y más de un millón de seguidores como creadora de maquillajes, o la rusa Ayuna, natural de Siberia, también de rasgos orientales y aún más “avatarizada” con su cabello color platino.

Masha Tyelna© @mashatyelna
En la fotografía, la ucraniana Masha Tyelna, conocida como la modelo ‘ojos de pez’.

Pero el tabique ancho no es solo patrimonio de las orientales. Otras modelos de rasgos caucásitos y el tabique desproporcionado para los parámetros habituales han cambiado la fisonomía de la belleza hasta hacer de esta nueva proporción de nariz una necesidad plástica tan deseada como lo fueron los labios gruesos en los primeros 2000. La holandesa Daphne Groeneveld, la rusa Unia Pakhomova, la italiana Ellia Sophia o la inglesa Molly Bair también nacieron con este rasgo facial con las que de niñas eran arrinconadas en el recreo del colegio. Hoy sus caritas pequeñas, sus ojos extrañamente separados, sus pómulos prominentes y una nariz que reta el equilibrio, son las nuevas objetos de deseo.