Luján Argüelles, a quien en la actualidad vemos al frente de ¿A quién le gusta mi follower? (Netflix), es una de las comunicadoras más queridas de nuestro país. Una presentadora que, hace años, vivió su época de mayor éxito profesional, aunque su imagen de mujer triunfadora no coincidía con su interior, inseguro y triste. Ahora desvela su vida de luces y sombras, en su testimonio más íntimo y personal, recogido en su nuevo libro, Aprendiendo de nuevo a vivir, donde, entre otras cosas, confiesa que “lo peor es vivir muriendo por dentro, pero lo maravilloso es cuando empiezas a despertar”.
—¿Y cuesta conseguirlo, Luján?
—Salir de la zona de confort es complicado, porque terminas descubriendo cosas que te incomodan, pero no es costoso. Al contrario. Yo creo que todos debemos revisar en un momento de nuestras vidas lo que nos ha ocurrido y ver quiénes somos, dónde estamos y hacia dónde queremos proyectarnos. Es muy higienizante.
—Lo que me resulta curioso es que comenzaste este viaje cuando tu hija, Miranda, te preguntó si eras feliz.
—Siempre digo que mi hija es mi gran maestra, porque me abrió las puertas del universo que yo necesitaba para estar en el punto en el que estoy, pero no fue ese el único detonante.
—Una curiosidad, ¿qué le respondiste?
—Que sí lo era, pero que una no puede ser siempre feliz. Ahora, echando la vista atrás, siento que no fui tan sincera con ella como lo hubiera sido ahora.
—¿Qué veías antes cuando te mirabas al espejo y qué ves ahora?
—Antes no todo lo que veía en mí me hacía sentirme bien. Ahora, sin embargo, veo una mujer llena de paz, serenidad y felicidad.
—El éxito, la fama, la televisión, ¿dónde quedan en estos momentos de tu vida?
—En el mismo lugar en el que estaban, pero el éxito para mí, en estos momentos, es sentirme en paz conmigo misma y recuperar la felicidad cuando siento que la estoy perdiendo.
—Ahora, después de separarte hace dos años, lo que tienes que hacer es aprender de nuevo a enamorarte, ¿no?
—¡Claro, claro! Ese debería ser mi próximo libro, ¿no? (Risas). Pero eso lo tengo muy claro. No es que no lo haya tenido, pero lo que quiero es un amor que me entusiasme, que me ayude a crecer y, sobre todo, que me secuestre el alma.