victoria1© Carlos Villarejo

Su nuevo pódcast 'Malas personas' se estrena hoy

Charlamos con Victoria Martín, de 'Estirando el chicle': 'Lo del WiZink no lo haría nunca más en mi vida'

La periodista comenzó su carrera en comunicación y dio un giro a su vida al dedicarse por completo a la comedia


Actualizado 14 de octubre de 2022 - 14:30 CEST

Estirando el chicle se ha convertido en un fenómeno en el mundo del entretenimiento y, sumado al éxito viral, Victoria Martín y Carolina Iglesias se llevaron el premio Ondas por su trabajo. Ahora, en pleno descanso del programa, y tras haber metido a 14.000 personas en el WiZink para el último episodio de la temporada, cada una emprende sus propios proyectos en solitario. Muchos han intentado enfrentarlas, criticarlas por sus palabras, pero detrás de todo el amor, el odio, y sobre todo, el trabajo, hay una comunicatora nata que intenta dar alas a una idea que surge desde el humor pero con un toque de filosofía. Victoria Martín, a sus 32 años, estrena Malas personas, un proyecto que se estrena hoy en Podimo con Esty Quesada (Soyunapringada) como invitada especial, pero que empezó a rodar hace meses y en el que cumple algunos de los sueños creativos que ha tenido en los últimos tiempos. Hablamos con ella para que nos explique cómo se siente y abra una ventana a cómo es la mente de alguien tan polémico y a la vez tan querido.

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- 'Estirando el chicle', el aclamado podcast, se da un baño de masas en Madrid arropado por numerosas 'celebrities'

victoria martín podcast malas personas© Podimo
Malas personas se estrena este jueves 13 de octubre en Podimo y saldrá cada 15 días

Cuéntanos, cómo surge Malas personas.

El podcast surgió en febrero porque estaba escuchando una entrevista de una actriz española que decía algo así como que ella era superbuena persona, que su familia era maravillosa, le encantaba el medioambiente, los animales, feminismo... todo. Ella era buenísima persona y no entendía a la gente mala. Y me dio por pensar que había un pódcast ahí, había cosas que hablar que era los grises de la vida, que nadie es bueno ni malo y al final eres tú y tus circunstancias y muchas veces la vida te supera. Y a veces tomas decisiones que no eres ni la mejor ni la peor persona del mundo por ellas. Me gustaba mucho hablar de ese tema, Malala a lo mejor es buenísima persona y luego en su casa tú qué sabes lo que hace, a lo mejor grita a su madre, no lo sabemos. Entonces me gustaba e interesaba hablar sobre eso. 

Y a la hora de prepararte para ello, teniendo en cuenta que esto es una idea superfilosófica, ¿cómo se conjuga eso con el humor?

Yo he ido a un colegio supercatólico y me obsesionaba mucho eso, los pecados, la culpa... y me parecía superdivertido. Tengo una parte de monólogo en el pódcast que son como unos quince o veinte minutos en los que hablo cada vez sobre un pecado, la envidia, ¿quién no es envidioso? Lo somos todos, es así. Pero la envidia traspasa muchas cosas y atraviesa mucho a la gente, es una forma de comunciarnos entre nosotros, incluso de ocultar cosas a un amigo, alegrarte por él en realidad y decir que sí... todo es superhumano. Me parece guay exponerlo y que venga luego gente invitada que me contara la relación que tiene con él y cuándo han sido peores personas, cuándo han sido peores con ellos. Me parecía una entrevista distinta. Y muy divertido porque al final ser buenista es un rollo. Mola más meterte en lo malo, al final somos todos despreciables. No nos salvamos ninguno. 

¿Alguna vez has entrevistado o vas a entrevistar a alguien que te dé envidia?

Yo tengo envidia a todo el mundo, soy una persona superenvidiosa. Pero envidio mucho la tranquilidad que tiene mucha gente, el dinero... me gustaría mucho ser millonaria pero eso lo digo siempre. Pero yo creo que sí porque todos tenemos envidia, ¿quién no? Un sociópata. 

¿Y lo consideras algo realmente malo o puedes admirar a alguien a quien envidias?

No, creo que el hecho de ser envidioso no te convierte en una persona buena o mala. Vivimos en un mundo horrible y hostil, si quiero envidiar a mi vecina porque se ha comprado un coche nuevo déjame. La envidia viene de la más profunda admiración, a veces. O de sentimientos fuertes y encima es muy paralizante. Yo creo que cuando tú sientes envidia por alguien es porque lo odias o lo amas muchísimo, no hay término medio y eso me encanta, las cosas extremas y los sentimientos extremos de los humanos. 

© Gtresonline
Victoria y Carolina saltaron a la fama con Estirando el chicle

Cuéntanos, ¿cómo te has preparado para el pódcast? Porque muchas veces la gente tiene la idea de que algo así no es trabajo comparable con el de una oficina, por ejemplo

Somos dos personas en guión, yo y Yunez Chaib, que es un cómico buenísimo. Yo escribo el grueso de lo que es el guion, sobre todo la parte de monólogo, que al final son ocho páginas de hablar y de odiar y divagar sobre el tema y el pecado que toque en ese momento. Y luego Yunez chistea cosas, trabajamos un poco rebotando todo. O sea, el proceso de escritura a lo mejor me lleva una semana, lo que pasa que como es cada quince días pues estoy tan agusto, yo voy poco a poco, no me cuesta nada esa parte porque me gusta mucho, es la que más me gusta. Me cuesta más venir aquí a decirlo. Ojalá alguien lo dijera por mí.

¿Y hasta qué punto es preparado o es directo? ¿Cómo funciona? En ese momento tú sueltas lo que te viene a la cabeza, ya que eres tan espontánea, ¿o cómo?

No, el monólogo va cerrado, lo que pasa es que si luego se me ocurren más cosas las 'tiro', ahí estoy sola. También me apetecía hablar de mis cosas sin tener una persona a la que tienes que entrevistar delante porque en ese caso no puedes decir cualquier cosa. Luego ya que entre la persona y esa parte es absolutamente libre y hablamos como si fuera una conversación entre amigos.

En principio este tiempo de pausa de Estirando el chicle era para descansar pero no descansas nada.

No 

¿Pero por deseo o por necesidad?

Bueno, por necesidad, pero además me apetecía, me hacía ilusión hacer este proyecto porque estaba superpensado, lo tenía todo clarísimo. La estética del pódcast ha sido superclave para acomodar todo, hemos hecho unas fotos guapísimas, un spot increíble. Y tenía tan claro todo que me apetecía hacerlo, pero también evidentemente curramos todos por necesidad. Ojalá no trabajar. Por suerte este trabajo está muy bien, no me puedo quejar, es un regalo. 

Precisamente esto que me decías de la estética, tus fotos en Instagram siempre son graciosísimas, montajes, looks y disfraces...

Me encantan. Todo es rosa, una estética super Paris Hilton que me encanta, es un referente para mí importantísimo. Cuando dicen que Paris Hilton es tonta, por favor, Paris Hilton es la persona más inteligente del mundo, igual que Kim Kardashian, son dos genios. Lo que pasa es que como son mujeres, como les gusta la moda, o incluso fingen que les gusta la moda, les encanta la fiesta... se las tiene muy denostada. Pero se han reído de todos nosotros. Se han reído de los señores en traje. Kim Kardashian vendiendo ahora mismo cosas para meter los bastoncillos de los oídos, es un genio. Me encanta esa estétitca y ellas. Las admiro muchísimo, Lindsay Lohan, todo eso. Lo he juntado todo, también con Chicas malas. La estética ha ido por ahí. Creo que me guío mucho por los referentes que tengo. 

© Carlos Villarejo
Hablará de los pecados y de cómo te hacen sentir

Al principio de tu carrera usabas mucho esta influencia millennial de la que todo el mundo se reía porque estaba un poco denostada, ahora la cosa ha cambiado.

Ahora estamos mayores, los centennials me miran como si fuera una boomer. A mí cuando me llamaron boomer por primera vez... ¡o Charo! Pero cuando vi lo que era pensé 'es que soy una Charo'. ¡Sí, soy!

Y crees que tienes una evolución por delante o estos gustos millennial ya forman parte de tu identidad

Realmente no, esto no tiene nada que ver con nada que haya hecho antes ni nada. Es totalmente distinto, pero sí que me apetecía. Me apetecía rendir homenaje a las mujeres a las que admiro, que no es Malala, es Paris Hilton. Me parece que ellas han sabido muy bien guiar esto de los grises, de dudar entre si son tontas o listas, si son frívolas o no. Kim Kardashian, que me hago abogada y ayudo a personas a salir de la prisión, pero luego soy una persona que está anclada en los roles de género y dice cosas que pueden causar TCA a personas... que dicen por favor, Kim, para. Me parecía muy interesante eso de sus vidas, entonces por eso lo trasladé. Pero no, no lo he hecho por nada en concreto y creo que se me van ocurriendo cosas y las que salgan pues adelante, si no nada. La verdad que es más sencillo que eso.

Algo que tienes en común Paris Hilton y que tiene cualquier persona famosa es la recepción de todo lo que haces en redes sociales. El hate, el amor, ¿merece la pena seguir creando de esta manera tan pública cuando te enfrentas a tantos malos comentarios?

Yo que sé, es que me odio bastante yo ya. Entonces no sé, no me importa tanto. Afecta, evidentemente, y afecta a tu salud mental, pero al final es una parte muy pequeña, porque como la mayor parte del tiempo estoy en mi casa, en un pijama roñoso, sin duchar, escribiendo como una loca. Pues tampoco le doy tanta importancia. Es que creo que de verdad que le damos mucha importancia a las cosas, a nosotros mismos. Pensamos que somos invencibles y les damos mucha importancia a las redes pero no deberíamos. 

A veces está más cerca que en redes sociales, tú que eres tan directa y espontánea, cómo lleva tu familia que compartas detalles suyos. 

Mi padre está enfadadísimo, lo llevan fatal. A mi madre le hace gracia, aunque hice un chiste en los teatros que era metiéndome con mi madre y sí que se enfadó, se picó un poco. Mi padre... claro, estaba enfadadísimo. Lo he contado todo. Mis amigas a veces estamos hablando y dicen 'esto, Victoria, no lo cuentes', y ya me ponen sobreaviso. Y yo abro las notas del móvil y a copiar. 

Esa misma sobrexposición a la que tú te enfrentas la han vivido otras personas conocidas. ¿Vas a hacer como Taylor Swift que ha decidido no contar nada más sobre su vida o vas a seguir como hasta ahora? 

No sé hacer comedia de otra forma. Hay gente que sabe hacer comedia de una botella de agua, pero a mí más hablar de otras cosas, entonces me cuesta mucho como separar. Al final hablo de mi vida porque es lo que me hace gracia y con lo que sé sacarle comedia. Hablar de tu historia y que todo viene un poco de drama. Pero no, no creo que pueda renunciar a ello, me encantaría pero se me da mal. 

© @livingpostureo
Victoria es muy amiga de Carolina Iglesias y Lala Chus, con quienes trabaja en Estirando el chicle

Carolina, tú, Lala Chus, Andrea Compton... Vosotras, como otras grandes generaciones de artistas, sois todas amigas, ¿cómo se juntas tantas personas talentosas?

Es un poco esto nos habían contado de que las mujeres llevamos mal entre nosotras, de que hay muchísima competencia. Esto encanta porque con Carolina y conmigo lo hacen muchísimo. Ahora que ella ha sacado su podcast me lo dicen para enfrentarnos. Yo me alegro muchísimo por ella, es que somos amigas de verdad. Lo único que quiero es que le vaya bien y ella quiere que me vaya bien a mí. Entonces creo que como el hecho de estar tan unidas es una respuesta a la gente misógina que piensa que las mujeres somos enemigas o que nos envidiamos muchísimo entre nosotras. Yo creo que cada una está a su rollo. Somos muy distintas, pero sí, sí que nos llevamos todas, evidentemente unas mejor que otras. Evidentemente Lala y Carol son mis amigas, y luego tengo compañeras, pero me parece importante esto que hemos creado entre las compañeras para tener cierta sororidad, echarnos un cable, de hablar bien las unas de las otras en los sitios. Es importante, es importante.

¿Y cuando quedáis simplemente como amigas sois capaces de hablar de algo que no sea trabajo? 

Sí, sí, hablamos de muchas cosas, somos tontísimas, estamos todo el día hablando de chorradas. Somos realmente cómicas. Pero sí hablamos un poco de todo. Podemos desconectar, a veces no tanto como quisiéramos, pero sí.

Y tú trabajas con tu pareja.

Sí.

¿Cómo es eso?

Al principio era un infierno, ahora menos. Tenemos una productora que se llama Living y hacemos algunas cosillas. Somos tres personas la productora, Nacho, yo y otra chica. Un empresón. Pero hemos sabido no meternos en el trabajo del otro. Antes éramos muy de opinar del trabajo del otro y ahora hemos aprendido a distribuir nuestro curro porque si no eso era el divorcio. 

¿Y cómo lleva él las cosas que cuentas en el pódcast?

Él se ríe, aunque hay veces que sí que me reprocha 'cómo has contado esto, que me da vergüenza'. O 'me ha dicho mi madre que has contado no sé qué'. Pero se ríe, realmente es una chorrada, además también le interesa porque le da dinerito, entonces genial. Somos como influencers, rentabilizando nuestra vida. 

Tú ya trabajabas en la industria de la comunicación y el entretenimiento antes de hacerte conocida, ¿ha cambiado la impresión que tenías de ella ahora que estás en otro nivel?

Sí, te das cuenta de que es peor aún por dentro. Hay muchas cosas que están muy mal. Pero ahora llega un montón de gente superjoven, hay cómicas en plan Esperansa Grasia, por ejemplo, que me encanta. Son superjóvenes y hacen cosas que dices '¡qué guay! Y han dinamitado todo eso de cómo deberían, cómo tienen que ser las cómicas o qué es lo que tienen que hacer. Y a mí eso me parece brutal. Yo creo que está cambiando la industria muchísimo y se ha visto con 'El chicle'. Las mujeres lo están petando y eso es muy guay.

© Carlos Villarejo
Su idea es destacar que vivimos en un mundo de grises donde nada es buenísimo ni nada malísimo

Y después del WiZink, que fue una locura en donde llenasteis un estadio como si fuerais Mariah Carey, estrellas del pop, ¿qué hay después de esto? ¿Se puede mirar más arriba?

Pues no sé, yo creo que a seguir currando y vivir, trabajar y escribir, que eso es lo que me mola, pero lo del WiZink no lo haría nunca más en mi vida. Jamás. O sea, es la última y la primera y la última.

¿Por qué?

Porque la ansiedad que yo pasé... no está pagado, es que casi muero. Yo ese día estaba histérica, lo pasé muy mal y eso que habíamos hecho un montón de bolos. Lo teníamos todo claro, pero fue una cantidad de trabajo para todos. Fueron miles de cosas, grupo de baile, un escenógrafo, canción, de todo... O sea, fuegos artificiales teníamos también ¡Chelo vestida de ninja, desenmascarando así! Rigoberta Bandini... eran demasiadas cosas que gestionar. Era como nuestra fiesta final. Se ha vivido y ya está, era una fiesta a la que no voy a volver. Además, es una cosa que te pasa una vez en la vida. No vamos a volver a vender un WiZink en la vida. Entonces, mira esto se queda en mi memoria y punto.

¿Y por qué crees que no vais a volver a vender el WiZink? De aquí para arriba.

No, yo creo que eso ya es una cosa que te ha pasado una vez en la vida y ahora que lo vendan otros. Otros que necesiten visibilidad, como Berto Romero y los nuevos chiquillos que empiezan, Andreu... (risas)

En Estirando el chicle personajes como Chelo García Cortés han vivido una nueva vida. Ella se creía que no era el personaje que es para las nuevas generaciones y vosotras le habéis dado esa oportunidad. ¿Cómo fue que ella lo viera delante de vuestros ojos?

Estaba superemocionada y contenta. Yo me emocioné un montón también. Y luego hablando con ella es que la verdad es que es una tía estupenda y estaba muy contenta, decía 'es que esta gente no me conoce por Sálvame'. Son jovencísimos, estaba muy contenta de que para las nuevas generaciones ella fuera un referente bisexual, que lo es, obviamente. No sé si ese reconocimiento se lo hemos dado nosotras, pero yo creo que sí, que de alguna manera en este caso sí. Es uno de los programas más bonitos que hemos grabado, para mí.

© Carlos Villarejo
Su inspiración ha sido personajes como el de Lindsay Lohan en Chicas malas

También quería preguntarte por el momento Ondas. Ya teníais el reconocimiento de las redes sociales y de los fans y de repente llegasteis a ganar un premio de prestigio como ese. ¿En ese momento os sentís quizás más profesionales o simplemente es algo que se suma?

Es que éramos dos amigas. Nosotras no lo hicimos con ninguna intención, igual que hicimos Válidas que la pagamos nosotros, Nacho, Carol y yo. De hecho perdimos dinero, solo queríamos contar esa historia, queríamos hacerla y punto. Y así fue con Estirando el chicle. Yo creo que si lo hubiésemos planeado no hubiese salido tan bien. Éramos dos amigas hablando y de repente nos dan un Ondas. La gente empieza a decir ¿estas dos cómo han recibido un ondas? Y claro, te empiezas a creer lo que dice la gente. Cómo nos dan un Ondas a nosotras que no estamos haciendo un podcast político ni de una cultura excelsa. Nosotras no queríamos o no pretendíamos nada y de repente como que nos encontramos con la movida. Pero yo creo que es guay. Al principio nos costó un poco asimilarlo, pero luego es como oye, pues mira, estoy contenta, hemos hecho un buen trabajo, hemos trabajado muchísimo, es que nos lo merecemos. Ese Ondas es verdad y seguro que muchísima gente también se lo merecía, pero lo siento. Hemos currado mucho, tío, mucho. A veces curras y no sale, pero en este caso curras y pones todo tu esfuerzo. No hemos tenido vida en dos años, nada, ni fines de semana ni nada ylas cosas salen y dices 'es que es un proyecto muy guay'. Empezaría de cero a hacer 'El chicle' porque no me arrepiento de nada.

En el tiempo que llevas en la industria has sido guionista también de La Resistencia, por ejemplo. Al final tú misma tienes que ser consciente de que creas contenido que vale y que triunfa. ¿Es algo que piensas de ti mismo o todavía te aplasta el síndrome de la impostora, a pesar de todo el éxito?

Yo creo que a casi todos nos pasa el síndrome de la impostora, que no te crees nada. Yo lo hago todo con miedo, soy supermiedosa. Pienso seguro que esto no sale bien y seguro que esta es la vez que me van a pillar. Pero bueno, hay que seguir, ¿qué vamos a hacer si no?

¿Pero si lo haces todo con miedo, qué es lo que te anima a dar el paso? Porque hay mucha gente que con miedo no se atreve.

Pues que estoy desquiciada, sinceramente. Pero Nacho me anima muchísimo. Yo si no llega a ser por él, vamos, no habría hecho nada. Es él quien me dijo que dejara mi trabajo. Yo trabajaba como periodista, entonces me dijo que dejara todo. La verdad es que siempre me ha animado. No sé por qué tiene tanta, tanta fe. Al final me gusta mucho escribir y yo creo que es por eso por lo que sigo tirando. Sigo tirando por aquí hasta que me dé el ictus. Luego ya a otra cosa y punto.

Esta semana ha sido precisamente el día de la salud mental, ¿cómo cuidas tú tu salud mental con toda esta presión?

Es un privilegio. Me lo puedo permitir, pero mucha gente no. Ya no sólo me queda animar a que la gente vaya a terapia, porque también tienes que aprender a ir a terapia y eso se consigue yendo mucho y gastando mucho. Y no todo el mundo tiene dinero. Se van a generar más ayudas para esto, pero al final creo que es un euro por persona, es ridículo, es imposible. La gente necesita un seguimiento real y no está ocurriendo, no está pasando. 

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