Ha sido un largo camino desde que anunció que tenía cáncer, pero, después de once meses (trescientos cuarenta y dos días) de lucha contra la enfermedad, Ana Rosa ha vuelto a coger las riendas de su programa. Y lo ha hecho con toda la ilusión del mundo, el ánimo de una guerrera y una expresión que lo resume todo: “Bendita rutina”.
Ni un solo cambio, a excepción del decorado. El lunes 10 de octubre llegaría a Mediaset, a las siete de la mañana, y repetiría los mismos pasos que había dado a lo largo de tantos años en sus instalaciones. Así lo había planeado. Como si no se hubiera tenido que ir. La diferencia, la expectación que generó su regreso al plató de El programa de Ana Rosa, los ramos de flores, la ola de cariño de sus compañeros, con los que estaba “deseando reencontrarme”, y de los espectadores, “que tanto me han ayudado en los días duros”, sin olvidar “las ganas” que tenía de retomar su pasión: “Me siento como una novata en su primer día de trabajo”. “Tengo ilusión y la necesidad de contar cada mañana el momento, también complicado, que nos ha tocado vivir”, explicaba la presentadora casi al tiempo que se anunciaba su esperado regreso.
De su directo más difícil, cuando aquel 2 de noviembre de 2021 comunicaba, con serenidad y mirando fijamente a cámara, la peor noticia de su vida, al más feliz. De tener que hablar de ella para contar que “me han detectado un carcinoma en una mama” a la alegría de haberse recuperado del cáncer que le fue diagnosticado el pasado otoño y dio la cara muy a tiempo, por lo que, afortunadamente, estaba “localizado y no hay metástasis”.
“Mis hijos se han portado genial todo el tiempo y mi marido me acompañó cada minuto y me hizo la vida divertida”
Tiene el coraje de las luchadoras, de las mujeres que no se rinden; estaba convencida de que se iba a curar — “Me pienso poner bien, ¿eh? Voy a dar mucha lata todavía”. “Soy una persona con mucha salud y mucha suerte, así que todo va a salir bien”— y tenía razón.
Todos a su lado
En todo este trayecto, Ana Rosa ha contado con el amor incondicional de su marido , el empresario sevillano Juan Muñoz, padre de sus gemelos, Juan y Jaime; su hijo mayor, Álvaro Rojo, nacido de su matrimonio anterior; su nuera, la psicóloga Ana Villarrubia, y su hermano. Todos han estado a su lado. También los españoles. Se lo demostraron nada más saltar la noticia y, de nuevo, en su regreso, que generó una expectación sin precedentes en el mundo de la televisión.
Muy querida, Ana Rosa ha recibido muestras de cariño desde todos los ámbitos sociales. Cientos y cientos de ciudadanos que han querido arroparla en su regreso a los que se han unido compañeros; políticos, incluido el presidente del Gobierno; personalidades de la cultura; actores, y presentadoras, como Susanna Griso, en un vídeo tan extraordinario como emotivo, publicado por Mediaset. En él celebran todos su regreso y le recuerdan que la han echado mucho de menos: “Bienvenida, Ana Rosa”. Y ella les responde: “¡No puedo estar más emocionada! Compañeros y amigos, estoy en deuda eterna”. La periodista escribía este mensaje en Twitter horas después de ser fotografiada caminando por las calles de Madrid. Un paseo en el que, frente a los micrófonos de Europa Press, volvía a agradecer las muestras de cariño, que calificó como “superemocionantes”. “Todo este tiempo ha sido tan bonito, el cariño y todo”.
“Es una enfermedad que la padece toda la familia, no solamente los que la estamos viviendo. Sufren exactamente igual. Yo he tenido mucha suerte, una familia muy unida”
“Me encuentro bien. Si no, no volvería”
“Gracias a Dios, me encuentro bien. Si no, no volvería”, añadía risueña e ilusionada en las horas previas a su reaparición por todo lo alto. Grandes invitados en plató aseguraban un extra de atención. El presidente del PP, Alberto Núñez-Feijóo, acudiría para ser entrevistado por ella en el bloque político de El programa de Ana Rosa y José Ortega Cano también había adelantado que le iba a contar todo en la sección El club social. Aunque al cierre de esta edición los encuentros no se habían producido. Tampoco sus nuevas y esperadas declaraciones. No obstante, horas antes de retomar su vida laboral, respondía a nuestras preguntas mientras disfrutaba de su fin de semana en familia. Fue un avance de su testimonio más personal en exclusiva para ¡HOLA!
“Nunca me he planteado que no iba a salir bien, tenía la confianza plena en mis médicos, que me dijeron que estaban ahí para curarme”
—¿Qué has aprendido y cómo te ha cambiado esta enfermedad?
—Siempre he sentido que somos vulnerables. Y que la vida te cambia no de un día para otro, sino de un segundo a otro. Y no sé si aprendemos mucho… O aprendemos mucho de momento y luego se nos va olvidando lo que hemos aprendido, pero yo creo, sé que hay que hacer lo que te gusta, disfrutar de tu familia, de tus amigos, de la vida, no perder ni un segundo, ¡carpe diem!
“Una ayuda maravillosa”
—¿A qué te has aferrado para salir adelante? ¿Cómo ha vivido tu familia esta etapa tan difícil?
—Es una enfermedad que la padece toda la familia, no solamente los que la estamos viviendo. Sufren exactamente igual. Yo he tenido mucha suerte, una familia muy unida. Mis hijos se han portado genial todo el tiempo y mi marido no solo me acompañó cada día, cada minuto, cada tratamiento, a donde tuviera que ir, sino que también me hizo la vida divertida con humor y eso es una ayuda maravillosa cuando estás en una situación así.
—¿Has tenido miedo? ¿Cuáles fueron tus mayores desvelos como madre?
—He intentado alejar el miedo de esta situación porque te paraliza y no te sirve para mucho, pero sí la reflexión. Al final, mis hijos son todos mayores y tienen un padre maravilloso, una familia estupenda. Si el desenlace no hubiera sido este, si hubiera sido otro, seguro que mis hijos habrían estado bien. Quizá, es algo más egoísta, es verlos terminar su carrera o verlos enamorarse. Es más por lo que yo me perdería, pero ellos seguro que estarían bien.
“La vida te cambia no de un día para otro, sino de un segundo a otro. Hay que hacer lo que te gusta, disfrutar de tu familia, de tus amigos, de la vida, no perder ni un segundo, ¡carpe diem!”
—¿Pasó por tu cabeza no poder regresar a un plató de televisión o tener que retirarte?
—Nunca me he planteado que no iba a salir bien, tenía confianza plena en mis médicos, que me dijeron que estaban ahí para curarme. No soy de las personas que peor lo ha pasado, los tratamientos han sido benignos conmigo.
“He intentado alejar el miedo de esta situación porque te paraliza y no sirve para mucho, pero sí la reflexión”
—¿Cuál ha sido el momento más feliz? ¿Y cuál el más duro?
—Volver al plató es un momento muy feliz. Duros ha habido muchos momentos, pero también ha habido momentos muy buenos. Es la segunda vez que me alejo de mi pasión, el periodismo y contar la vida en directo. La anterior fue muy feliz por mi embarazo y esta ha sido un poco más complicada, pero también con final feliz.
La “receta” para esta difícil travesía nos la dio en sus publicaciones: “Comida sana —productos naturales y ecológicos, especialmente verduras y frutas—, entrenamiento tres días a la semana, yoga un día, caminatas largas, disfrutar de la familia, el apoyo de mis compañeros, las miles de personas que me hacen llegar su cariño y buenos deseos, pensamiento positivo y tener la seguridad de que me voy a curar gracias a nuestros excelentes médicos”, escribía junto a una imagen suya en la que aparece leyendo Un caballero en Moscú, de Amor Towles.
“Si el desenlace no hubiera sido este, seguro que mis hijos estarían bien. Son todos mayores y tienen un padre maravilloso. Una familia estupenda. Quizá, es algo más egoísta, es verlos terminar su carrera o verlos enamorarse. Es más por lo que yo me perdería”
A sus sesenta y seis años, y sin pensar en la jubilación, Ana Rosa ha vuelto a ocupar su silla, a ponerse frente a las cámaras. Solo fue un alto en el camino, “una prueba”. Ella es el alma del programa y está de nuevo al frente de su espacio, el más longevo de la televisión.