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sandra barneda hola plus© Carlos Ruiz

Acaba de publicar ‘Las olas del tiempo perdido’

Sandra Barneda: ‘La amistad salva vidas’

A raíz de su relato sobre un grupo de amigos que vuelve a verse veinte años después, la periodista ha reencontrado también a sus amigos de la infancia


9 de octubre de 2022 - 13:56 CEST

Con  Sandra Barneda  no hace falta hablar directamente de intimidades. Es lo bueno que tienen los escritores que tienen su propio universo y sus obsesiones que, al final, a través de esas metáforas literarias, de los caminos erráticos o luminosos de sus personajes o de las herramientas argumentales que utilizan, es fácil leer entre líneas lo que pasa por su cabeza o su corazón. En el caso de la presentadora y  finalista del Premio Planeta  con Un océano para llegar a ti-¡ojo! el título más vendido en la última década de este galardón-, el mar y las emociones humanas son casi una obsesión. Y, como no podía ser de otra manera, analiza con precisión casi quirúrgica, aquí en  Las olas del tiempo perdido , una novela sobre el paso del tiempo, la culpa, la pertenencia, las cuentas pendientes, lo que pudo haber sido y no fue, la infancia… Y, sobre todo, la amistad. “La amistad salva vidas”, nos cuenta Barneda en una entrevista con ¡HOLA! en la que relata cómo a través de esta historia de cinco amigos, como Los Cinco, de Enid Blyton, que después de 21 años se vuelven a encontrar al pie de los acantilados de Cantabria, ella ha reencontrado a su tribu. A su pandilla. A aquellos siete amigos inseparables con los que jugaba cuando era pequeña y veraneaba cada año en un camping. En la Calle de la Paz. Allí donde era feliz y descubría qué era eso de la vida, no siempre tan generosa como uno quisiera.

Sandra Barneda HOLA PLUS© Carlos Ruiz

- Nueva novela, Sandra. Y de ¡500 páginas!

- (risas) Estoy encantada.

- ¿Cómo te da tiempo?

- No lo sé, porque todo al final está siendo muy atropellado.

- Las cosas siempre llegan juntas. Programa, libro, promoción…

- Pero todas buenas. De este libro, te diría que va a superar en éxito a superar a Un Océano… A ver, que una no escribe pensando en premios ni en ventas, pero el otro libro ya gustó mucho y ha sido el finalista al Planeta más vendido de los últimos doce años. Una barbaridad. Pues bien, esta novela ha arrancado súper bien. Ayer estuve en Valencia, que tuve la primera firma, y está siendo bestial. Pregunté y me dijeron de hecho, “Sandra, mejor que El Océano…”. Supongo que porque es una historia mucho más universal. Los veranos de infancia de juventud nos gustan a todos.

- Si se recuerda en abstracto, son momentos de mucha felicidad, pero también de melancolía. De hecho, a mí, a veces, me llegan a la cabeza en color sepia…

- (risas) Y a mí. Supongo que los idealizas. En el buen y en el mal sentido. Los veranos de infancia y de juventud pasan por ser los momentos en los que descubres todo y, en esta novela, luego está ese punto del reencuentro de los protagonistas 21 años después con la cruda realidad, cuando la vida te ha pasado por encima… Porque, en este caso, son personajes heridos y esta historia bascula entre lo que fueron, lo que son y lo que tienen que hablar y resolver.

Sandra Barneda HOLA PLUS© Carlos Ruiz

- Fíjate que, al principio, cuando no sabía nada de la novela, tan solo el título, pensé en esa conexión marítima de tu anterior texto y éste. Después de leerla, el símbolo está, pero el significado es muy diferente. En El Oceáno… era un espacio insondable entre los personajes y aquí, el agua es la metáfora de algo que viene y va pero nunca es la mismo. ¿Es algo buscado?

- Me ha nacido de manera innata. Una de las cosas que me pasa cuando escribo es que me siento libre. Es el lugar de hecho en el que me siento más libre. Me encanta enfrentarme a la hoja en blanco porque digo: “Aquí puedo hacer lo que a mí me dé la gana”. Y creo que en esa libertad y como suele suceder cuando trabajas en algún tipo de arte, conectas con el subconsciente. Por eso no es algo premeditado. Yo, con el tiempo, me he dado cuenta de que puede ser fruto de una obsesión… En mi caso, esa obsesión es la disertación, el análisis y la fijación en la evolución emocional de los personajes… Vamos, que estoy obsesionada con las emociones (risas). Creo que escribo historias para describir qué les ocurre emocionalmente a las personas.

- En esta novela es especialmente interesante que suceda en dos tiempos. Descubres cómo eran los cinco protagonistas cuando eran niños y luego, los vuelves a descubrir en la cuarentena, dos décadas después. Eso obliga al lector a pensar en los meandros por los que ha transcurrido la vida de cada uno hasta llegar al punto en el que están y que para nada esperabas. Y los personajes tampoco...

- Y que no significa que ese punto sea mejor ni peor. Son las decisiones que uno toma, ¿no? Cosas que tienes que encajar. Porque la vida va de eso, de encajar. De errar, de equivocarse, se acertar… A mí me parecía interesante abordar ese encuentro entre los amigos de toda la vida en el que da igual todas las capas que te hayas puesto que, al final, te tienes que desnudar y mostrar que eres el mismo niño que fuiste. Es más, que eres el niño que nunca te ha abandonado. Lo que pasa es que tú sí que le abandonaste.

“A vida va de eso, de encajar. De errar, de equivocarse, se acertar…”

- También exploras el mundo de la decepción. Cómo, cuando eres niño o adolescente, todo en la vida son posibilidades, todo son opciones, todo es posible… y cómo, con los años, descubres que quizás la vida no es...

- Tan generosa, no. Porque hay situaciones traumáticas e inesperadas que te pueden colocar en un lugar que no querías y te obligan a decidir si las transitas o atraviesas o si las dejas ahí. Y también cómo eso te marca porque la vida es como el movimiento de un péndulo: si tú no te lo trabajas, el péndulo vuelve y vuelve con más fuerza. En esta novela, ese trauma es una muerte y la muerte, en un 80% de las veces, acaba siempre diseminando amistades, parejas… Porque no pueden mantenerse sólidas después de un golpe así. En mi novela pasa. Es algo latente, de lo que no se habla, pero que está y en todos ellos se ha transformado en culpa.

- Por eso quieren reencontrarse, ¿no? Para saldar cuentas 

- Para poder aligerar su existencia. Y perdonarse. La novela habla del perdón. De perdonarse por todo. Por las ausencias que han tenido también. Por todos estos años de no verse, por haber truncado su amistad. Por eso, situé la historia también en Ajo, en Cantabria, porque ellos están colocados en una orografía escarpada. Todos están al borde del acantilado de sus vidas. Consciente o inconscientemente, están ahí.

Sandra Barneda HOLA PLUS© Carlos Ruiz

- Están en la cuarentena, que es una década en la que te das cuenta de que has dejado de ser joven y que la vida ya va muy en serio. También que, por mucho tiempo que te haya pasado y que finjas, tus amigos de cuando eras pequeño saben realmente cómo eres.

- Te conocen en esencia. Y por mucho que tú te hayas autoengañado o te hayas montado un personaje, ellos tienen el poder de desarmarte inmediatamente. Es el poder que tienen los que descubrieron la vida contigo. Eso también es algo de lo que me gustaba hablar, del poder de la pertenencia.

- De la tribu, ¿no?

- Exacto, la tribu. Que es una cosa muy ancestral. He reflexionado mucho sobre eso ¿Sabes? Yo creo que la amistad salva vidas. Salva muchas vidas. El pertenecer y saber que pertenecemos a un grupo nos hace sentirnos arropados, nos refuerza, nos da identidad, nos recuerda, en esencia, lo que somos, porque es un grupo de personas que te acepta incondicionalmente y en donde te sientes, no entre algodones, pero sí parte de. Por eso, me encantaría que esta novela provocara lo que está ya provocando: reencuentros de amigos.

“El pertenecer y saber que pertenecemos a un grupo nos hace sentirnos arropados, nos refuerza, nos da identidad, nos recuerda, en esencia, lo que somos”

- ¿A ti te ha ocurrido?

- ¡Mi reencuentro lo voy a tener, sí! Te lo juro. Pasó cuando decidí dedicar mi novela a mi primera tribu. No lo tenía claro al principio. Siempre espero que me fluya.... Y, al fin de la historia, pensé en dedicársela a la primera tribu real, a la del camping. Porque yo veraneaba en un camping. Éramos cuatro hermanos y mis padres debían de pensar: “¿A dónde vamos con… esta tribu?” Mis hermanos son mayores que yo. El anterior a mí, me lleva cinco años; con la anterior, ocho… Y a esas edades, tantos años, se notan mucho. Así que, yo, de pequeña, tribu de hermanos no tenía, estaba más descolgada, pero en el camping, eso se solucionó. Íbamos siempre al mismo camping, a la misma calle. De la Paz, y yo allí pasé cada verano desde que tenía un año hasta los dieciséis. Y para mí, el verano era largo. Empezaba cuando llegaba Semana Santa porque con mis padres ya la pasábamos en el camping y, hasta que llegaba el verano, íbamos cada fin de semana. Por supuesto que tenía mis amigos… Con dos de ellos, he mantenido relación y cené hace poco. Les conté que les había dedicado mi novela. Ellos se emocionaron mogollón y, en esa cena, lo pensamos: “Por qué no nos reunimos?”. Y somos siete ¿eh? Algunos no nos vemos desde hace veinte años. Pero conseguimos localizarnos a todos excepto a uno.

- ¿Y?

- Espera que te cuento. Planeta me preguntó si quería hacer la presentación de esta novela el día de mi cumpleaños en Barcelona, así que, ¿qué mejor que reunir a mi tribu ese día? Pero seguíamos sin localizar a Óscar… Hasta que hace poco, otro amigo de la tribu, David, me dijo: “Lo hemos encontrado. Él nos ha encontrado”. Óscar vio mi novela en una librería, leyó la dedicatoria y se quedó clavado. Se me ponen los pelos de punta, fíjate. Óscar me escribió y me dijo que estaba emocionado y solo pensaba en que llegara el día para darnos un abrazo… Ahora, algunos de mis amigos actuales me dicen: “O sea, Sandra, que te has escrito una novela para forzar tu propio reencuentro”. (risas) Pero me ha pasado. Y me hace mucha ilusión.

Sandra Barneda HOLA PLUS© Carlos Ruiz

- Imagino que también te revolverá cosas por dentro ¿o no? Porque con ellos tendrías tus primeros enfados, tus primeros amores…

- Sí, me revuelve mucho, pero supongo que forma parte del empuje emocional de esta novela. Hay mucho de ese borboteo emocional… Y tengo muchas ganas de verlos porque formábamos algo muy bonito.

- En esos años, cuando eres un teenager, todo es muy intenso. Y no hay gama de grises. Todo es blanco o negro. 

- Todo es super intenso y es así porque descubres todo. Te abres a la vida. Compartes las primeras veces. Ya sea desde las excitación, la ilusion, el miedo, desde la inseguridad… desde tantos lugares… pero ellos siempre estaban ahí. Es algo de tanta intimidad…

- Pero luego es llamativo que esos amigos se abandonan. Y se abandonan durante años…

- Bueno… Pero son tu pasado y tu pasado forma parte de tu columna vertebral. Es mucho tener ese pasado común. Por eso creo que es super sano tener esos encuentros en diferentes etapas de nuestra vida porque te vuelven a conectar.

“Si vamos a lo esencial, si conectas con las raíces, la vida es fácil. Lo que pasa es que los aderezos que le metemos nos la hacen complicada…”

- Pero ¿por qué pasa?

- Porque evolucionamos… Y la vida, que te pasa por encima…

- Y que la vida es mucho más complicada cuando creces…

- Pero somos nosotros quienes nos las complicamos porque, si vamos a lo esencial, si conectas con las raíces, la vida es fácil. Lo que pasa es que los aderezos que le metemos nos la hacen complicada… Es como en esas películas que el protagonista se enfrenta a un temporal, que sigue hacia adelante y consigue llegar a salvarse porque camina sin importarle el ruido externo. Eso es lo que hay que conseguir, la quietud, el silencio, a pesar del ruido…

- ¡Pero ese es un currazo, Sandra!

- Hombre, de eso se trata. Es la big challenge de la vida, my friend.

Sandra Barneda HOLA PLUS© Carlos Ruiz

- Me hace gracia que me cuentes eso cuando en tu programa, La isla de las tentaciones, los chavales y las chavalas que van construyen castillo altísimos de naipes que se tambalean por cositas de nada. Que un beso, es solo un beso, no significa nada más y ¡menudos pollos montan!

- Porque necesitan un aprendizaje. Yo también alucino con cómo la mente viaja de rápido. Cómo crea auténticos infiernos en uno que no son tales. También porque son muy jóvenes y lo viven de manera muy intensa. Es la edad. Viven con esa intensidad y con esa inexperiencia… Aún así,  La isla de las tentaciones  es el vivo ejemplo de todas las cosas que nos pasan en la vida a nivel relaciones porque, digan lo que quieran, todos hemos tenido una relacion tóxica, intensa, apasionada, destructiva… A todos nos han roto el corazón… O hemos sido nosotros los cabr* que los han roto… Hemos vivido una relación en la que éramos dependientes, en la que éramos castigadores… Hasta que hemos aprendido a ser resolutivos o a no colgar la culpa al otro.

- Aprender a asumir responsabilidades…

- Una vez me dijeron una frase que, entonces, no supe entender: “La responsabilidad te hará más libre”. Yo decía: “Esa frase no la entiendo”. Pero es cierta. Asumir tu responsabilidad te hace más libre porque depende de ti. Si tú das a otro la responsabilidad y le metes la carga, vives en una continua frustración porque no puedes hacer nada. Como todo se lo metes al otro, ¿qué depende de ti? ¿Cómo puedes tu cambiar tu realidad? Empiezas a hacerte responsable de las cosas que te ocurren cuando tú mismo te das cuenta de que eres el change maker, el hacedor del cambio. Que tú puedes cambiar si quieres.

- El otro día te vi en la televisión y te sorprendiste mucho cuando Jorge Javier te dijo que el no tuvo una infancia o una juventud como la que cuentas en tu libro y que, por eso, ha vivido esos años de locura cuando ya era más mayor. Eso me hizo pensar en si las cosas se pueden hacer a edades que no tocan.

- Yo entiendo que si no has tenido una infancia, te tires toda tu vida buscándola y que tu vida se convierta en un intento por vivir aquello que no viviste y que lo intentes vivir además con esa misma intensidad. Entiendo que es positivo siempre y cuando sea para ti un disfrute, cuando sea bueno para ti, cuando llene un vacío y tú te sientas bien. Lo que pasa es que a veces queremos vivir cosas que ya no tocan o van en contra de tu propio bien y que queremos vivirlas porque necesitamos huir no sé de qué. Ocurre con las parejas. Muchas veces, cuando te has enamorado muy joven y has tenido una pareja durante veinte o treinta años y, de repente, te dejas… la peña se vuelve loca. Y es normal. Supongo que porque antes de comprometerte con alguien tantos años tienes que haber vivido, tienes que haber reconocido en tu pareja lo que buscabas, lo que querías, qué tipo de amor quieres… Y eso solo lo consigues viviendo. Otras personas, en cambio, no necesitan nada. Encontraron a su amor verdadero cuando tenían quince años y no hubo necesidad de buscar nada más. Evolucionaron en pareja y viven felices sin que nunca hubiera que experimentar ni probar… Y otras… otras creemos que hemos encontrado a la persona, después de vivir y conocer a otras tantas, y que va a ser la persona de tu vida pero, se acaba el amor. O es algo imposible. O no pudo ser.