Javi Martín saltó a la fama por ser uno de los descarados reporteros de Caiga quien Caiga , programa que, liderado por El Gran Wyoming, le convirtió en uno de los presentadores y actores de referencia del momento. Sin embargo, hoy no quiere hablarnos de sus proyectos profesionales, que son muchos, sino de su trastorno bipolar que le llevó a ser ingresado en un par de ocasiones en un psiquiátrico y a pensar en quitarse la vida en su momento. Ahora quiere hablar alto y claro de ello, y cuenta su historia en su primer libro, Bipolar y a mucha honra (Ed. Planeta) para que quienes pasen por la misma situación que él pasó se den cuenta de que no están solos y de que hay mucha más gente que siente lo mismo que él sintió. “Nunca pensé que escribiría un libro, y menos que sería por tener un trastorno mental, y tampoco pensé que alguna vez me querría quitar la vida”, dice abiertamente.
-¿Por qué has querido escribirlo ahora?
-Porque sentía la necesidad de contarle y explicarle al mundo lo que me pasó.
-¿Qué te pasó?
-Sufrí una depresión muy fuerte, de la que pensé que no podría salir nunca jamás. De hecho, estuve a punto de quitarme la vida porque veía que era la única salida.
-Sin embargo, encontraste otra forma de salir.
-Así es. Tra superar esa etapa, empecé a pensar en las personas que a lo mejor están viviendo la misma situación que yo y que, al igual que yo en su momento, creen que no van a poder salir nunca de ese pozo oscuro. Tenía la necesidad de decirles que es una etapa muy dura, sin lugar a dudas, pero que se sale de ella con terapia y medicación. También que los familiares y amigos te pueden ayudar a sobrellevar mejor la situación. El trastorno bipolar no significa que estés siempre arriba o abajo. Puedes llevar una vida estable durante todo el año.
-En el prólogo, El Gran Wyoming presupone que habrás tenido serias dudas para salir de este segundo armario. ¿Cuál es el mayor obstáculo que salvaste a la hora de escribir el libro?
-La verdad es que me lo pensé mucho cuando empecé a contarlo en los medios de comunicación. Tenía mis dudas sobre cómo me afectaría a nivel laboral y pensaba que a lo mejor dejaría de llamarme la gente. Pero, por otra parte, había una fuerza mayor: quería contar y explicar mi historia para evitar suicidios. Qué más puedo pedir si lo puedo conseguir. Prefiero eso a que me llamen más o menos para trabajar.
-¿Cómo ha sido el proceso de escribir el libro? ¿Ha sido liberador para ti?
-Absolutamente. A mí me ha valido de mucho contar lo que llevaba dentro, el no guardármelo y comprobar que lo que me ha pasado te puede llegar a hacer más fuerte. No me escondo y cuento cosas muy dramáticas que creo que pueden ayudar a acabar con los estigmas de la salud mental.
-¿Crees de verdad que puedes contribuir a ello?
-Yo creo que todas las personas, sean más o menos populares, pueden conseguirlo si hablan abiertamente de los problemas que han pasado o están pasando, de su sufrimiento y su dolor. Que no tengan problemas en decir que toman medicación para la mente, que van al psiquiatra o que han sido ingresados en un momento dado. Tener un trastorno mental es muchísimo más normal de lo que la gente piensa.
-A ti te diagnosticaron el trastorno hace diez años, ¿cuándo supiste darte cuenta de lo que te pasaba?
-Fue un proceso, porque mi primer brote fue la manía y estaba encantado con esa fase. Me lo pasaba muy bien. Con el tiempo, estando ya estable, entendí que tenía un trastorno y que debía cuidarme. Que no había que tomar drogas, que no había que abusar del alcohol, que había que dormir ocho o nueve horas, que había que cuidarse mentalmente y que había que hacer caso a los psicólogos y a los psiquiatras y dejarse acompañar por la familia y el entorno que son los que a veces te dan las claves para salir del problema.
-¿Hubo algún detonante para tu trastorno? ¿La fama influyó?
-Creo que no. Yo la llevé muy bie. Estaba encantado y no fue nada estresante para mí. Esto es algo que le puede ocurrir a cualquiera. Te puede sobrevenir de repente y sin ninguna razón aparente.
-¿Se puede superar o uno no está realmente curado nunca?
-Hay distintos tipos de trastornos y niveles, pero lo que sí que es verdad es que siempre se puede llevar una vida muchísimo mejor. Yo he pasado por etapas elevadas y fases de depresión muy fuertes, pero mi vida ahora mismo es completamente estable. Sigo entrando y saliendo, voy de vacaciones, me subo al escenario y me encuentro mucho mejor de lo que me encontraba antes de ser diagnosticado bipolar. He ido a terapia y he arreglado todos mis asuntos internos con la psicóloga. Eso me ha servido para sentirme mejor y conocerme muchísimo mejor.
-¿Qué supone vivir con un trastorno bipolar? ¿Qué es lo más complejo?
-A mí no me supone ningún problema. Solamente hay que observarse sin preocupaciones, miedos ni angustias, pero sabiendo que tienes un trastorno que puede aparecer en cualquier momento o que a lo mejor con la medicación no aparece, que también puede ocurrir.
-Confiesas en el libro que estuviste a punto de suicidarte, ¿qué te impidió que saltases desde un séptimo piso?
-En mi caso, el amor. El pensar en mi marido y en la gente que me quiere. Me dije que no podía hacerles eso. Seguí con muchísimo dolor durante algún tiempo, pero imaginé el daño que les provocaría y aguanté. Ese fue el detonante para ponerme en manos de mi psicóloga que fue la que supo qué hacer conmigo.
-¿Cómo es el tratamiento que sigues en la actualidad?
-Tomo tres pastillas por las noches todos los día y voy a la psicóloga dos veces al año y a la psiquiatra cada tres meses para contarles un poco como va mi vida. Siempre que voy les cuento que me va todo estupendamente y que no tengo ningún problema.
-En tu libro hay testimonios de tus padres, de tu hermana, de tu pareja y de profesionales y amigos, ¿hay que cuidar también a los cuidadores? ¿Qué necesidades presentan los familiares de las personas diagnosticadas?
-Sí, es importante también. Muchas veces no saben qué hacer y se encuentran desbordados. Para ellos es muy duro y lo pasan mal. Por eso es importante que los cuidadores, la familia y los amigos aacompañen a la persona con el trastorno al psicólogo y al psiquiatra porque también les van a dar claves de qué hacer y cómo gestionar todo. Es importante que manejen esa información porque mucha gente no sabe qué hacer y hay momentos muy críticos.
-De tu entorno, ¿quién es la persona que crees más ha sufrido?
-Sin duda alguna, mi marido. Él es quien lo ha vivido en casa y no sabía cómo gestionarlo. Hemos vivido momentos de muchísima tensión. Pero mis padres, mis hermanos y mis amigos también lo pasaron mal. Es como una bomba que cae en todos. Y es importante que se apoyen unos en otros para que cuando uno esté agotado llame a un familiar o a un amigo para que se encargue de la situación. Deben ayudarse y apoyarse.
-Tienes actividades muy vinculadas al arte, ¿en qué medida tu trastorno se inmiscuye en tu trabajo como actor?
-Hubo momentos en los que estuve con la fase maníaca subido a un escenario y podía haber parado la función para hablarle al público y hacer cosas que no debería hacer. Y hubo momento en los que por la depresión me veía incapaz de salir a escena. Sin embargo, yo creo que cualquier tipo de arte, dibujar, escribir poemas, cantar, bailar, ayudan muchísimo en los trastornos mentales. Te ayuda a evadirte y a sacar lo que llevas dentro.
-¿Ahora qué estas haciendo?
-Ahora estoy representando la obra Sueños de un seductor en el Teatro Reina Victoria. También soy embajador de la Fundación Adecco con la que doy charlas a empresas sobre salud mental. Y por otro lado soy director de la compañía “Arriba el telón”, de la Asociación La Barandilla. Es un hospital de día en el que doy clases de teatro a personas con trastornos mentales. Otras veces voy a institutos y hablo de los peligros del acoso escolar y de las drogas abordando también la salud mental.
-¿La gente y tus compañeros te miran de manera distinta desde que contaste que eres bipolar?
-Me miran de manera distinta pero positivamente y muy orgullosos. Hablo mucho de que se necesitan recursos en la sanidad pública para que no haya esas listas de espera con los psicólogos. Se está hablando más de salud mental, pero lo que falta es una acción política de verdad. Falta un plan nacional de prevención del suicidio, educación emocional en las escuelas y muchísimos especialistas en psicología. Todavía estamos en pañales en esa situación.
-Lo más importante de todo ¿cómo te encuentras en estos momentos?
-Ahora muy bien, me encuentro muy estable. Hace años que no tengo depresiones y prácticamente tengo unas subidas muy leves una vez al año que no me impiden hacer mi vida normal y seguir trabajando. Además, me parece que es muy importante el sentido del humor. El humor te sana de alguna manera y hace que las penas sean menos. Yo creo que gracias a él me encuentro estupendamente, feliz y contento.