Ha sido un susto muy grande”, nos confiesa, al otro lado del teléfono, Pedro Trapote . El pasado jueves por la noche, su esposa, Begoña García-Vaquero comenzó a sentir un gran malestar. “Estaba preocupadísima porque fue consciente de lo que había sucedido”. La mujer del empresario había sufrido un ictus.
Tal y como nos cuenta el propio Pedro, Begoña pronto se dio cuenta de que lo que le ocurría era grave, y que se trataba de esta enfermedad cardiovascular. “Yo creía que era simplemente un corte de digestión o alguna cosa así... La tensión arterial le subió a treinta y tantos... una barbaridad”.
Por fortuna, estaban, en ese momento, en Madrid, y también por suerte, se encontraba en su casa Sergio, hijo de Pedro , quien, además, es médico, por lo que sabía perfectamente cómo actuar en este caso. “Seguimos el protocolo. A las tres de la mañana llamamos a una ambulancia, al Samur... y se quedó ingresada en el Hospital de La Princesa, en Diego de León”.
En este tipo de situaciones, las primeras cuarenta y ocho horas son vitales, puesto que “existe un riesgo grande de que se repita el ictus”, pero no ha sido así. Es más, Pedro nos dice que tienen motivos para ser optimistas.
“Ayer comenzó a andar un poquito y ya se encuentra bien”, aunque todavía permanece en el hospital: “Esto fue la noche del jueves al viernes, y ya estamos hoy a miércoles, a ver qué nos dicen”.
Pedro confía en que “Begoña lo va a superar y no le van a quedar secuelas. Este tipo de lesiones son muy delicadas y uno no sabe por dónde van a discurrir”. “Ella ya habla bien. Ahora supongo que, con el tiempo, tendrá que adaptarse a cosas, pero yo ya soy francamente optimista. Ha sido un susto muy grande, pero también confío mucho en su juventud, en sus fuerzas... Es una mujer sana, nunca ha tenido nada”.
Pese a que todavía no saben cuándo le darán el alta, espera que no tarden mucho -“yo creo que le queda una semana”-.
Este nuevo ‘susto’ llega después de un año muy complicado para Pedro que en abril del año pasado, tuvo que afrontar uno de los golpes más duros de su vida, la muerte de su hijo, Pedro . El ganadero falleció de forma inesperada a los 52 años en su finca de Sevilla, y su fallecimiento sumió en la tristeza al conocido empresario: “Ha sido un colofón terrible para mi vida personal. Terrible. Es un dolor difícil de superar. Desde luego, me va a costar muchísimo... Enterrar a un hijo es tan contranatura, que te deja verdaderamente…”, nos relataba entonces.