¿Cómo está Tamara? Es la pregunta que más veces nos han formulado en estos últimos días. Aparentemente, se la ve… bien. Pero cómo está realmente en su interior. Nos cuentan sus cercanos, las personas que mejor la conocen y están a su lado, que su vida es una noria, arriba y abajo. Una montaña rusa con los vaivenes de un momento emocionalmente tan convulso..., pero, poco a poco, recomponiéndose, porque, sobre todo, confía en Dios. La profunda fe de Tamara es la que le da esa confianza en que Dios tiene un plan para ella. Saca las fuerzas de la oración, porque, simplemente, ella es católica (no ultracatólica, que, como ella misma dice, ese término no existe: “Se es católico o no se es”); del cariño de su familia; de los amigos que han cerrado filas en torno a ella, y del aplauso unánime de la opinión pública, que ha seguido, como si fuera una telenovela, cada uno de los últimos capítulos de su vida. En todo ello ha encontrado fuerzas para reponerse, para enfrentarse a la adversidad, para seguir viviendo y luchando, para pensar con claridad y dibujar ante sí un futuro nuevo y mejor. Y, sobre todo, diferente.
Muchas han sido las muestras de cariño que ha recibido. También de apoyo. Y las felicitaciones son incontables. De buenas a primeras, Tamara ha dejado de ser una celebrity admirada por su estilo, su gracia y su saber estar a ser mucho más que eso: un fenómeno. El fenómeno Tamara. Una mujer que, ante una crisis sentimental de tintes amarillistas y escandalosos, ha logrado darle la vuelta y reforzarse en lo humano, como una persona con valores, con determinación profesional, que se ha consolidado como una de las figuras más queridas y admiradas de este país.
“Yo he amado hasta el extremo y me ha fallado, pero no haría las cosas de forma distinta”
Tamara no es una mujer hundida. Tampoco una mujer frívola que se haya quitado un peso de encima. Tamara es una mujer que ha sufrido un terrible desengaño amoroso a ojos de todo el mundo, a la que ha mentido el hombre con el que quería contraer matrimonio, porque —creía— era el hombre de su vida. Pero no, no es una mujer vencida. No es ninguna víctima. Tamara Falcó confía en que podrá con esto. Tiene la energía y todas las armas en su interior para lograrlo.
Porque si bien pudiera estar rota, ha decidido que en lugar de sumirse en la tristeza peleará por el equilibrio, el sosiego y la determinación para no permitirse flaquear y para mirar al futuro con esperanza.
Porque si bien, con la tempestad, se pudo despertar la ira o la rabia, ahora Tamara Falcó busca el perdón. No quiere que en su corazón haya lugar para el odio. “Estoy en paz”, contaba a ¡HOLA! en conversación telefónica minutos antes de poner un océano físico y psicológico de por medio, tan ancho como el Atlántico. Entre su vida pasada y la vida futura que se abre ante ella, pese al desengaño amoroso y la ruptura de su compromiso, no quiere renunciar ni a la calidez del matrimonio ni al de una familia. Eso sí, cuando Dios quiera.
Pero que nadie crea que ese perdón significa una reconciliación con Íñigo. En absoluto. El perdón forma parte de su sanación. De su alma. Para que no haya lugar a rencores ni malos sentimientos que la lleven por sendas oscuras. Como cristiana, perdona, por supuesto. Como mujer, no hay segundas oportunidades. El perdón para así poder mirar hacia adelante, hacia un futuro pleno. Sin mochilas. Y así de claro lo expresa a sus íntimos.
Tamara, al otro lado del teléfono, y antes de embarcarse rumbo a México, habló con nosotros de estos últimos momentos.
—Honestamente, creo que ya sé muchísimo. Seguir viendo cosas es un poco más de lo mismo. Si no fuera por los periodistas, jamás me habría enterado. De verdad, gracias por desenmascararlo. Y perdón por no haberos creído al principio.
—Hay quien piensa que no veías nada porque tú estabas muy enamorada.
—Eso no es un error. Se ha demostrado que él no sabe amar.
“Todo lo que ha pasado recae sobre su conciencia. La mía está tranquila”
—Cuando empezasteis a salir, ya se hablaba de lo mujeriego que era y de lo que le gustaba la noche. ¿No parecíais muy distintos?
—Si alguien insinúa que yo lo sabía, está tristemente equivocado. Os sorprendería cómo era él conmigo. Acordaos de que mintió a todos los periodistas a la cara. Imagínate a mí…
—Tienes claro que no vas a volver con él.
—¿Estamos locos o qué?
—Ahora es momento de pasar página…
—Eso pretendo. Esto ha sido muy duro. Yo solo he amado. En eso no hay falta. He amado hasta el extremo y me ha fallado. Pero no haría las cosas de forma distinta… Todo lo que ha pasado recae sobre su conciencia. La mía está tranquila.
En su primera aparición pública tras unas frenéticas setenta y dos horas, en las que vivió una auténtica noria de emociones, Tamara recibía una ovación cerrada de la prensa. Ella pediría perdón a los medios por no haberles creído
Con esas verdades en la cabeza, la aristócrata partió hacia la XIV edición del Congreso Mundial de las Familias, un compromiso laboral que, si bien ya tenía previsto desde mucho antes de que se desatara el huracán mediático que se ha llevado consigo el compromiso de su boda, también le ha servido para aclarar sus sentimientos en estos días confusos y, además, para desnudar su alma.
“No me cabe en la cabeza lo que ha sucedido”, comenzaba una emocionada Tamara Falcó en su intervención en la ponencia, titulada Familia y entretenimiento. Poco después, dejaba mudo al público asistente: “Creo que él y todos los que están perdidos en las sombras merecen conocer la verdad y el amor de Dios. Mi propósito en la vida es llegar al cielo. Todo lo que haga —y meto la pata sin parar— es camino a eso”, dijo la hija de Isabel Preysler con voz temblorosa. Y cuando esta pendía de un hilo que parecía romperse, Tamara sentencia firme: “No siento odio hacia él, me da pena”.
“Ha sido un despertar espantoso, pero, al mismo tiempo, pienso en el perdón”. Fuerte, sincera y honesta, Tamara Falcó volvía a demostrar su entereza y su calidad humana. “Estaba muy ilusionada, hice una oración fuerte y rogué que si mi novio era para mí, que llegáramos al matrimonio, y si no, que lo apartara…”. Pero que nadie se engañe con una presunta fragilidad de la aristócrata, cuyo sentido del humor y naíf de la vida ha sido muchas veces malinterpretado. En el mismo escenario mexicano donde han participado otras setenta personalidad de todo el mundo, entre los que también se encontraban la princesa Gloria von Thurn und Taxis y Joseph Grogan, exdirector del Consejo de Política Interior de Estados Unidos y antiguo asesor del ex Presidente Donald Trump, ella quiso recordar cómo las rupturas matrimoniales han sido una constante en su vida y cómo eso ha marcado para bien o para mal su carácter. Y sus miedos: “Mi madre había estado casada tres veces, mi padre había estado casado tres veces… Digo, cuatro. Siempre ha sido una situación de mucho dolor. El hecho de formar una familia, la verdad, siempre me ha dado mucho vértigo”.