Comenzaron a destacar en las redes sociales hace poco más de cinco años y en este tiempo, María García de Jaime y Tomás Páramo han hecho que lo que comenzó siendo un hobby, acabe siendo un trabajo con el que ganarse la vida. Ellos son lo que consideramos influencers, una profesión a la orden del día, aunque aún existen muchos mitos y connotaciones negativas en torno a ella y comentarios hirientes de gente que no entiende el trabajo que hay detrás de cada una de las publicaciones que comparten los creadores de contenido.
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Y es que lo que comenzó hace unos años como una nueva tendencia, se ha ido convirtiendo en un rentable negocio que va más allá de colgar una simple foto en un perfil. En torno a los influencers se crean muchos puestos de trabajo y, además, ayudan a las marcas a llegar a un público muy amplio y a posicionarse.
En los últimos años, hemos ido viendo cómo los influencers han llegado cada vez a más ámbitos. Ya es algo muy común verlos no solo en los front row de las mejores pasarelas del mundo, sino también en festivales de música y galas de cine. Aún así, muchas personas huyen todavía del cartel de influencers, precisamente por los comentarios negativos -cada vez menos-, que hay sobre este trabajo. Sobre lo que significa ser influencer, las oportunidades y satisfacciones de este trabajo y también las críticas que se reciben hemos hablado con María y Tomás, a quienes sí les gusta decir, con la cabeza bien alta, que son influencers.
“Hay una carrera de esfuerzo detrás, hay emprendimiento, hay muchos puestos de trabajo, muchas familias que viven alrededor de nosotros”
-¿Cómo veis hoy en día la profesión de influencer?
-TOMÁS: Todavía hay mucha gente que trata como de maquillarla, que trabaja de esto y se avergüenza de decir “soy influencer”. A María si le preguntas qué es, te podría decir abogada, yo te podría decir publicista, que es lo que hemos estudiado, pero no, a mucha honra te digo que soy influencer porque es el trabajo y la profesión de la que hoy vivo y de la que se alimentan mi familia y mi vida.
-Pero hoy en día se está normalizando más.
-TOMÁS: A veces vamos a ciertas fiestas y galas y la gente se pregunta qué hacemos ahí. Pero creo que los influencers se han convertido en una figura pública y no han llegado ahí porque les han tocado con una varita. Si tú ves la evolución de muchos de nosotros, al final hay una carrera de esfuerzo detrás, hay emprendimiento, hay muchos puestos de trabajo, muchas familias que viven alrededor de nosotros. Yo creo que poco a poco estamos valorando e incluso desmitificando o humanizando esta profesión que creo que es necesaria y, además, usada de una forma correcta puede ayudar, llegar e inspirar a mucha gente, porque tenemos un altavoz. Por ejemplo, nosotros con nuestra historia. Venimos de vivir en casa de nuestros padres, una semana en cada casa con la maleta a cuestas. A mí, muchas veces me juzgan de familia pija, de que hemos podido vivir muy bien, pero cuando Tomás nació, mis padres no estaban pasando por un buen momento y no se podían permitir ni darme una casa, ni ciertos privilegios.El que hoy estemos donde estemos y tengamos lo que tenemos ha sido fruto de nuestro esfuerzo y nuestro trabajo y, por supuesto, cada día vamos a seguir esforzándonos y trabajando para seguir construyendo. No hemos llegado a una meta, la meta no existe, pero que siempre exista la cultura del esfuerzo y esa motivación para seguir creando y seguir adelante y que la gente en nosotros pueda encontrar un ejemplo de que todo se puede conseguir.
-MARÍA: Creo que cada vez se está valorando más nuestra profesión, así que por esa parte estamos muy contentos. Yo noto que cada vez está más a la orden del día y hay más gente lo necesita, gente que nunca se pensaba que iba a necesitar a un influencer. Creo que entre todos nos podemos ayudar y que es una profesión como otra cualquiera. A nosotros nos hace mucha ilusión cuando nos reunimos con el típico padre que tiene una empresa de toda la vida y nunca ha tenido redes sociales y, de repente dice “voy a apostar por eso”… Y luego le funciona y está feliz de la vida porque, por ejemplo, ha vendido muchísimos zapatos y se da cuenta del poder de las redes sociales. Pero claro, hasta que no lo conoces, lo juzgas, y es entendible. Mismamente nosotros. Tomás estudió publicidad y sí conocía las redes, pero yo no lo entendía antes de dedicarme a esto. Creo que es algo que ha sido tan nuevo y rápido que cuesta entenderlo, pero la gente poco a poco lo va normalizando.