Es mexicana. Y eso significa mucho a la hora de afrontar la vida. Y también la muerte. Y no, no es que sea una madre coraje. Es madre. Punto. Da su vida por su hijo. Sobre todo cuando éste no ha heredado de ella la fuerza o el carácter o el arrojo, sino que es más frágil, más delicado, más sensible, como lo era su padre, el mítico Camilo Sesto. A principios de este mes, Lourdes Ornelas volvía a mirar cara a cara a la Calaca -como llaman a la dama oscura en su tierra natal- cuando quiso arrebatarle a su hijo Camilo Jr. con una gravísima neumonía que lo tuvo varias semanas ingresado en el hospital después de que un helicóptero medicalizado tuviera que aterrizar de urgencia en su casa de Torrelodones para salvarlo. Ahora, dice, se encuentra mejor.
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Poco a poco, cuenta. No se separa de él. Todos los días está a su lado. Con él y con su novia, María, a la que llama “ángel”. Y, entre las dos, intentan que el único hijo del genial cantante de Alcoy comprenda que lo suyo, sus problemas y adicciones, son reversibles, que puede salir de esa espiral. Por lo pronto, ella se ha ocupado de cortar con aquellas relaciones que no son buenas para él, aunque eso suponga que le “eche la bronca”. Es el precio a pagar. Pero no le importa. A fin de cuentas, de verdad, solo la tiene a ella. Se tienen el uno al otro. Hablamos con Lourdes Ornelas durante el estreno de La chica salvaje, la última película de Olvia Newman.
- Lourdes, ¿tú te calificarías como una chica salvaje?
- Soy bastante salvaje, ¿no me ves? Soy mexicana.
- Ser mexicana son palabras mayores…
- Hago lo que puedo, que llevo una racha un poco…
- Dura...
- Difícil. Pero ahí, estoy.
- Pero es verdad que ese arrojo lo tienes porque eres una mujer muy echada para adelante.
- Sí lo soy, siempre lo he sido.
“Yo tengo que ser fuerte porque Camilo solo me tiene a mí aquí. Yo no me puedo venir abajo”
- Hay otras personas se vendrían abajo y tú en cambio estás ahí, inasequible al desaliento.
- Yo tengo que ser fuerte porque Camilo solo me tiene a mí aquí. Yo no me puedo venir abajo. Aparte, no es mi carácter, pero, ¿sabes qué? Cuando estás en una situación difícil como yo he estado, sale una fuerza de no sé dónde. Sobre todo, nos ocurre a las madres. Pero, además, yo es que vengo de un país muy fuerte. De México. Ha habido dos terremotos ahora…
- Por cierto, ¿Cómo está tu familia?
Toda mi familia está bien, pero estamos acostumbrados, esas cosas forjan tu carácter y te hacen más fuerte.
- No sé si te ocurre pero cuando se tira durante mucho tiempo de fuerza y entereza, cuando hay un momento de relax, uno se viene abajo.
- No, no. Al menos, en mi caso, a mí eso no me pasa. Tengo la suerte de no ser una persona ni dramática ni depresiva porque pienso que en la vida a mí me ha tocado, y soy consciente de que a otras personas les tocan cosas más difíciles. No me quiero quejar porque esta es mi vida. Y que tampoco soy de quejarme... A todo el mundo le sorprende un poco porque están esperando que yo me tire “al piso”. Eso no va a ser, pero porque no es mi carácter. De hecho, hoy venía a este estreno corriendo de una comida con un arquitecto, que estamos haciendo el mausoleo de Camilo y, de ahí, he ido a comer… Yo vivo. Yo no me dejo caer en la cama. No, no y no. No tengo tiempo.
- ¿Cómo está Camilo?
- Bien, ahí, poco a poco. Esperamos que entienda…
- Depende de él…
- Es que tiene que ser él… No quiero ahondar mucho, pero depende de él.
- ¿Él entiende que tiene que salir de esa espiral?
- Poco a poco lo va a entendiendo. Pero no es… Es que… Es ponerse en su lugar, ¿me entiendes? Es que es un tema difícil de hablar…
- Me imagino…
- Y no quiero frivolizar ni tampoco hablar algo que le haga daño a él.
- Por supuesto. Pero imagino que él ahora está en un ambiente seguro, ¿no?
- Su ambiente seguro soy yo. Su novia y yo.
- Por eso tienes que estar fuerte…
- Soy fuerte. La gente está esperando que yo sucumba, pero no lo haré. Hay gente que pasa por cosas peores y yo digo: “Lo mío tiene solución. Todavía”.
- Claro. Lo irremediable, gracias a Dios, no ha sucedido.
Ni va a suceder. Pero ves situaciones que dices: “Virgencita, que me quede como estoy”.
“Yo he vivido en una ciudad muy peligrosa como es México, maravillosa pero peligrosa. Y tú sabes cómo es el carácter mexicano: es capaz de hacer de lo malo, algo bueno”
- Eso ya es mucho.
- Yo estoy bien. Lo puedes ver.
- Por eso, te creo.
- Camilo está bien porque es algo reversible. Como yo le digo: “Malo fuera que no fuera algo reversible. Mientras sea reversible, tenemos una esperanza, hijo”.
- ¿Él ha heredado de ti esa fuerza?
- Nooo. Se parece mucho a su papá. Es más débil, yo creo. No de carácter, sino de afrontar las cosas.
- Las cosas le superan…
- Yo le digo: “Camilo, estamos acostumbrados a terremotos. Tú puedes con esto”. Yo he vivido en una ciudad muy peligrosa como es México, maravillosa pero peligrosa. Y tú sabes cómo es el carácter mexicano: es capaz de hacer de lo malo, algo bueno.
- ¿Y Camilo está contigo?
- Vive en Torrelodones.
- ¿Y tú vas y vienes?
- Voy y vengo y estoy constantemente con él. A diario.
- Para estar al cuidado.
- Al pendiente. “Al cuidado” no le gusta. Pero está bien dentro de lo que cabe la situación.
- ¿Y él lo acepta bien? Me refiero a esa presencia tuya tan importante en su vida...
- Totalmente.
- Porque podría ser que se rebelara…
- No, no. A ver, a ratos. Pero luego, se arrepiente. Si estamos solos… ¿Me entiendes? No se rebela.
- Lo digo porque quizás es un hombre solitario.
- Pero está solo… solo que…
- ¿Que tú, para estar tranquila, tienes que estar ojo avizor…?
- Sí. Es mejor así. Y lo estoy. Pero tiene también una novia maravillosa que también. Divina. María. Un ángel. Y es un apoyo para mi tremendo. Ahora, está con él. Y yo estoy tranquila.
- ¿Tú te llevas bien con ella?
- Me llevo super bien. Yo estoy agradecida. Siempre se lo digo: “Si no fuera por ti, no sé qué haría”. Porque somos las dos las que estamos ahí siempre.
- Qué bien que tengas ese apoyo...
- Sí, sí. Es una persona maravillosa, y yo se le agradezco… A veces soy hasta pesada cuando le agradezco tanto…
- ¿Camilo se ha quitado las amistades que no le iban tan bien?
- Se las he quitado yo. Y se las estoy quitando cómo puedo.
- ¿Y él se ha dejado?
- No me deja mucho pero… Es mejor pedir perdón que permiso. ¿Sabes lo que te quiero decir? No es que me deje, es que yo no pido permiso. Mira, como madre, haces lo que puedes con lo que tienes y yo creo que soy un apoyo muy grande para él y él lo sabe. Pero como es un tema tan delicado que… ¿sabes? Mira, cuando llegamos a España, nos pidieron un posado pero yo ya lo dije: “está la situación para posados”, porque también la muerte de su padre le ha afectado muchísimo… Ya pasaron tres años. Le digo: “Camilo ya pasaron tres años, el duelo ya… tienes que empezar a deshacerte del duelo. No puedes vivir en el piso…”
- Con esa cultura que tenéis en México de la muerte…
- Y yo agradezco tanto tener esa cultura…
- Porque te ayuda a afrontar la pérdida de otra manera, ¿verdad?
- Yo la afronto bien, pero él echa en falta mucho a su padre. Está anclado ahí. Le ha afectado mucho. Yo pensé que le iba a afectar, lo sabía, pero no tanto… Pero claro. Cada quién lleva sus duelos…
- ¿Él se está tratando?
- Mira, es que no quiero exponerlo. No quiero decir cosas que lo expongan ni que le vayan a doler ni que me eche la bronca después. Yo lo que quiero es ayudarle, por eso no quiero exponerlo. Estoy hablando de otra persona, que es mi hijo, además, y que me puede echar la bronca y no, no quiero.
- Bueno lo que me contestas es amor absoluto a un hijo.
- Sí, pero no quiero decir nada que le afecte.
- ¿Que él malinterprete?
- Que la gente lo malinterprete.
- Pero cuando se habla desde el corazón como estás haciendo tú es difícil que alguien lo entienda de otra manera. Yo no soy padre, pero soy hijo y sé que hablas desde el deseo de protegerlo…
- Es que lo quiero por encima de todo.
- ¿Tú lo ves mejor?
- Sí
- ¿Y crees que está dando pasitos hacia adelante?
- Sí, poco a poco.