A lo largo de su carrera, Antonio Banderas ha tenido la oportunidad de mantener varios encuentros con Carlos III. La primera vez que el actor malagueño conoció en persona al primogénito de Isabel II fue en 1998, en el estreno de La Máscara del Zorro en Londres. “Fue una noche muy bonita. La recaudación que la película hizo en aquella noche fue entregada en su totalidad a una de las fundaciones que él presidía. A Katherine Zeta Jones y a mí nos sentaron uno a cada lado del entonces príncipe, que no paró de hacer comentarios y preguntas durante la proyección”, recuerda el actor malagueño en las páginas del último número de ¡HOLA!, con motivo de la proclamación del nuevo Monarca.
La segunda vez que se vieron fue en las Navidades de 2016, en el Palacio de Dumfries (Escocia), donde el entonces Heredero al Trono ofreció una cena de gala para celebrar los veinte años de amistad y los proyectos comunes con Porcelanosa. Antonio, uno de los invitados españoles a la fiesta, asistió con Nicole Kimpel desde Londres, donde en ese momento residía la pareja, que estaba cursando estudios de Diseño de Moda, en la escuela Saint Martins. El cineasta ha compartido con ¡HOLA! sus recuerdos y sus impresiones de Carlos III.
—Antonio, ¿qué es lo que más te llamó la atención o te impresionó de ese segundo encuentro?
—En esta segunda ocasión me llamo la atención la cercanía que tuvo con todo el grupo, no muy extenso, de españoles que fuimos invitados a este encuentro que finalizó con una cena. En la distancia corta se mostró como una persona accesible, ingeniosa y divertida.
—¿En la conversación, por qué temas se interesó?
—Hablamos de cine, de España, del hecho de haber establecido mi residencia en Londres en aquellos días. Y también hablamos del espacio al que fuimos invitados durante dos días. Se trataba de una finca enorme con diferentes edificaciones a la que la Casa Real le daba un uso para la educación y la formación de niños. Se les acercaba a la ecología y al amor por la Naturaleza. Fue muy bonito e interesante.
—¿Recuerdas alguna anécdota de tu encuentro con él?
—¿Anécdotas? No sé si a esto se le puede llamar anécdota, pero el recorrido al que fuimos invitados por las distintas habitaciones y estancias del castillo de Dumfries, donde se nos ofreció la cena, fue increíble; por los cuadros que allí se podían contemplar, por el carácter, el ambiente y el sabor escocés de los espacios y por la categoría de los acompañantes: Mario Vargas Llosa, Isabel Preysler y su hija Tamara, Paloma Cuevas, Nieves Álvarez...
“Todo transcurrió de manera natural, sin imposturas. El humor estuvo presente y el ambiente fue relajado y tranquilo”
—¿Cómo discurrió la cena en el palacio? ¿ Fue todo tan mágico como se ve en la distancia?
—Todo transcurrió de manera natural, sin imposturas. El humor estuvo presente y el ambiente fue relajado y tranquilo. Obviamente, dada la naturaleza del personaje, sí se puede decir que el encuentro estuvo rodeado de un cierto sabor mágico y excitante.
—¿Qué fue lo que convirtió esa noche en una velada interesante?
—Sin duda, la potente presencia del entonces príncipe Carlos le dio a la velada un carácter único. Él no es solo una figura representativa de la Monarquía británica, es un hombre culto, inteligente y con una fuerte personalidad que no oculta un ser ingenioso y, por momentos, divertido.
—¿Qué es lo que más recuerdas?
—Al finalizar la cena, el ahora Rey nos obsequió con la presencia de dos gaiteros que interpretaron algunos temas tradicionales. Estar en un castillo escocés, junto al Príncipe de Gales oyendo aquellas melodías antiguas y bellas, se convirtió en algo muy hermoso y emocionante.
—Tú has vivido en el Reino Unido… ¿cómo recibiste la noticia de la muerte de la Reina?
—Entendiendo el papel que la Monarquía desempeña en la escena política y social del Reino Unido. La reina Isabel II ha sido parte de la vida cotidiana del pueblo británico por siete décadas. Y ha representado estabilidad, así como un fuerte apego a las tradiciones, la historia y el devenir de una nación que se ama a sí misma, con todas sus grandezas y sus contradicciones. La Reina logró personificar una serie de sentimientos profundamente arraigados en el pueblo británico, de ahí las muestras de respeto y cariño que este país ha escenificado en los actos que han rodeado su fallecimiento y su funeral.