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lorenzo caprile hola© TELEMADRID

El modista vuelve a la tele, pero en solitario

Lorenzo Caprile: ‘La cámara me quiere’

El modista nos habla de su nuevo programa, ‘Coser y contar’, pero también de su colección de alta costura y de una obsesión: la Edad de Oro de la moda Española


25 de septiembre de 2022 - 10:01 CEST

Como un señor a la vieja usanza, dio su palabra a una dama y tuvo que cumplirla. No importaba ni el respeto ni el miedo al que tendría que enfrentarse. Se batiría el cobre. Cuál ha sido la sorpresa que ni Giambologna quemando Florencia, por aquello de sus ancestros transalpinos… Y todo esto para explicar cómo Lorenzo Caprile pasó de ser el sempiterno modista del vestido rojo de la Reina Letizia en la boda de Dinamarca a convertirse en el juez más carismático de   Maestros de la Costura , a ser imitado por humoristas, a… ¡Tener un programa propio! Sí, sí. Coser y contar. Y basado, para más inri, en una idea original suya. Porque ahora que el talent de La1 parece historia, no podíamos perdernos tan fácilmente a esta estrella emergente de la televisión.

Lorenzo Caprile HOLA© TELEMADRID
El modisa madrileño afirma que sin ser una gran capital de la moda, Madrid tiene mucho que decir en su Historia

Así que Telemadrid ha salido al rescate… Y él, obvio, ha dicho sí. Y no porque le haya picado el gusanillo de la tele o porque él ya no quiera saber nada más de agujas e hilos. Qué va. Lorenzo deja muy claro el motivo. “No es que a mí me guste la tele.  A la tele le gusto yo ”. Es un hecho. Para bien o para mal. Pero no vayamos a confundirnos. Su programa en la autonómica va de lo que él sabe hacer y de lo que él se ha procurado aprender. Sobre la moda y la profesión. Su historia, sus anécdotas, su valor… En este caso, unido a Madrid. Ya veremos si seguimos con el resto de España… Sin prisas. Porque, el brillo de los focos no le obnubila en absoluto. Lorenzo no quiere ser personaje. Le llaman de programas, como concursante… pero, eso, no. Prefiere seguir a lo suyo, a sus bodas, que después de la pandemia, afortunadamente, tras ese duro trance en el que tuvo que gastar sus ahorrillos, son un boom y a su colección personal de alta costura. Porque este verano pensó que su Diógenes iba a devorarlo y que tendría que… tirar cosas. Pero ha puesto orden en el caos y ha descubierto, no solo que tiene hasta 12.000 piezas esperando financiación para una exposición o un museo… Sino joyas que ni siquiera sabía que tenía. Y no hablamos de “Chaneles” o “Valentinos”. Para nada. Edad de oro de la costura española.

- Lorenzo, cuéntame todo sobre Coser y contar.

- Estoy muy ilusionado. Es una idea que tenía, que se empezó a forjar a partir de la segunda temporada de Maestros… porque me llegaban un montón de mails proponiendo cosas muy interesantes, pero que yo sabía que la productora me las iba a tumbar porque eran muy chiquitinas o que no tenían cabida en un talent ¿Sabes? Del tipo: “que si en mi casa vivió fulano de tal”; “que si no sé quién tenía una colección increíble”,… cosas muy anecdóticas, pero que necesitaban darle forma. Ahí empecé a darle vueltas. Y pensé: “por qué no hacemos un programa visitando lugares que tengan que ver con la Historia de la moda, de la costura, de la profesión…” Y en un momento dado, lo pensé en grande. A nivel nacional. Pero luego eché un par de cuentas y hacerlo a nivel nacional, 1) habría sido un programa carísimo y 2) que a mi no me da la vida para más. Porque sería estar viajando, tipo Calleja, por toda España. Y entonces lo reformulé y pensé en ofrecerlo a Telemadrid.

- O sea, que es una idea original tuya.

- Sí. Macarena Rey, que es mi jefa en Shine, me dio carta blanca y presenté el proyecto. Les encantó y aquí estamos. Ha sido todo rapidísimo.

- ¿Y Madrid da para tantas anécdotas de moda?

- Hay muchísimas. Y maravillosas. Madrid y la Comunidad de Madrid es riquísima en anécdotas. Y en lugares estupendos que tuvieron mucho que decir en la moda. Hemos estado en El Escorial, en Aranjuez, en Chinchón, en Alcalá de Henares… Allí está el Museo de la Prehistoria, por ejemplo… He estado pensando que me gustaría hacer para la segunda temporada un “Cómo se vestían los primeros madrileños” (risas) Tengo muchas ideas, y me las voy apuntando en una libretita… Dónde se vestía Ava Gardner, un Día de compras con la Espía de Rojo, Aline Griffith, la Condesa de Romanones…

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Caprile asegura que ni él mismo supo jamás el potencial televisivo que tenía.

- Hay mucho desconocimiento sobre el papel de España en la moda, ¿Verdad?

- Porque España, en ese sentido, somos el antimarketing. Y tenemos mucho desconocimiento en todo. Este programa intenta poner en valor esa Historia. A ver, yo no reivindico que Madrid haya sido una capital de la moda. Que haya sido París o Londres, porque sería mentirnos, pero sí que hay muchísimas anécdotas y muchísimos personajes y prendas que han tenido origen aquí o que han estado muy relacionadas con Madrid o con nuestra cultura en general. De hecho, la temporada comienza con un capítulo precioso dedicado al mantón de Manila que no tiene nada que ver con Manila y explicamos por qué se llama así.

- ¿Qué ha sido quizás lo que más te ha gustado enseñar?

- Pues mira, visitamos, con Sonsoles Llanzol, que se emocionó mucho, dónde estaba el taller de Balenciaga en Madrid, aunque ya sabes que en España no se podía etiquetar “Balenciaga” y se etiquetaba “Eisa”, que era el diminutivo de su madre. Eisa estaba en la Avenida de José Antonio número 9, que ahora es la Gran Vía y donde se encuentra el Hotel Catalonia. Sonsoles estaba impresionada porque quién le iba a decir a ella que, después de tantos años, regresaria a aquel taller al que iba con su madre ahora convertido en un lujoso hotel…

Otro capítulo que a mi me gusta muchísimo es el que, con mi amiga Lidia López Trabado, a cargo de la Colección López Trabado, dedicamos a los almacenes Madrid-París, que fueron los primeros grandes almacenes de lujo que hubo en España. Tan de lujo, tan de lujo que solo duraron diez años, pobrecitos míos… Y que estaban en lo que ahora es Primark. Y, más o menos, el edificio se conserva bastante bien. Le faltan dos cupulitas que había a los lados y explicamos cómo, antes de cerrar, e intentando sacarle un poro de rendimiento, alquilaron la mitad del edificio a la Sociedad Española de Radio, o sea, la SER, justo antes de cerrar a principios de los años 30… Otra historia maravillosa es la de Eugenia de Montijo y visitamos para ello el Palacio de Liria junto a Eugenia Martínez de Irujo, con el Director de Colecciones, Eloy Martínez de la Pera.

- Imagino que la Duquesa de Alba será otro capítulo, claro. 

- Sí, sí, para la segunda yo creo.

- ¿Cuántas entregas tiene ésta?

- Diez. Pero ojalá que este programa sea el Cuéntame de Telemadrid (risas).

- ¿Para tanto, Lorenzo?

- Mira, en las primeras reuniones con Telemadrid, sin pensar, saqué treinta historias. Y, de esas, seleccionaron las diez primeras. Hay un montón. A ver, no sé si para veinte temporadas, pero sí para seis o siete, ¿eh?

- El que tú sepas tanto sobre la Historia de la moda es por tu propia curiosidad, no porque sea algo que entre dentro de los programas curriculares de las Facultades de Moda o de Diseño, ¿No? 

- Lógico. Es algo que me fascina. Si te gusta el oficio, has de saber que había antes de ti, ¿no? Es mi opinión. A ver, como si fuera médico o abogado, que tendría que saber qué han hecho por su profesión los que la ejercieron antes que yo. Pero vamos, en mi opinión.

- Noto cierto retintín…

- Es que hay jovencitos que parece que el mundo empieza cuando ellos. Y, de repente, se les ocurre una chaquetita sin cuello con cuatro botes y dos bolsillitos y se creen un visionario… Pues mire, usted, eso ya lo hacía la señora Chanel hace cien años (risas).

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Con Eugenia Martínez de Irujo redescubriendo a Eugenia de Montijo.

- Es que es posible no sepan tampoco quién fue Coco Chanel…

- Eso suele pasar. Cuando voy a dar conferencias a las escuelas de moda, te llevas muchas, muchas sorpresas… pero cambiemos de tema, que bastantes enemigos tengo yo ya… (risas)

- ¿Por qué dices eso?

- Mis cosas…

- Pues retomemos. Entiendo que Maestros de la Costura pasó a la Historia… 

- Yo no lo sé. No lo doy por seguro porque si que es verdad que un “No” por escritor y definitivo de RTVE mi productora no lo tiene. Lo que sí está claro es que este otoño no vamos a grabar Maestros…. Que lo tengan ahí en la nevera, no lo sé. Y no me voy a meter en esos jardines porque tampoco tengo por qué saberlo. Lo unico que sé es que no hay un “No” firmado y que está, ahí, en un limbo… Yo espero que todos volvamos porque es un programa muy bonito y que, realmente, por muchísimos motivos, creo, tiene que estar en la televisión pública. Y no solo por la industria, por descubrir el talento español a través de un formato de entretenimiento... Porque si Maestros… es un 80% show y el otro 20% es moda, ya solo por ese 20% vale la pena, sino porque, como gay militante entre comillas, creo que se hace una gran labor dando cabida todo tipo de orientaciones, sexualidades… con toda naturalidad y respeto. Simplemente por eso, creo que es un programa que tiene que estar.

- Lo que está claro, Lorenzo es que la tele a ti sí que te ha gustado…

- No, no. Es algo muy diferente.

- A ti, en tus intervenciones televisivas, siempre se te vio muy cómodo, o ¿No?

- Yo antes de Maestros… he estado en televisión tres veces a lo sumo… Yo a la tele le tengo miedo. Y respeto. Le tenía miedo y respeto y se lo sigo teniendo: miedo y respeto. De hecho, todos los días rechazo cosas que me proponen. Que si Pasapalabra. Que si un concurso. Y yo no quiero. No, no y no. Yo no quiero ser un personaje de la tele. Una cadena ma ha dado una oportunidad a la que le estaré eternamente agradecido, ahora surge otro programa, Coser y contar, que me encanta porque tiene una parte cultural y didáctica estupenda, pero yo no quiero ser un personaje de la tele. Ahí, a la formulación de tu pregunta, hay que darle la vuelta. No es que a ti te guste la tele, es que a la tele le gustas tú. Que es diferente.

Ha nacido una estrella

- Pero eso es más importante todavía. ¡Cuánta gente se empeña en gustar y no lo consigue nunca! 

- Milagrosamente, eso es mérito de Macarena Rey porque ella lo vio cuando yo no daba ni un duro por mí y eso todos mis compañeros lo saben. Macarena es una genia de la tele y supo ver lo que yo mismo no veía y es que yo, sorprendentemente, a la tele le gusto. No es que a mí me guste la tele, es que a la tele le gusto yo.

- Por tu naturalidad, porque te muestras tal cual eres, porque no tienes sentido del ridículo…

- Por lo que sea, pero es así. A mí, la cámara me quiere. Está mal que yo lo diga, pero es así. Muy sorprendentemente, te repito, porque yo no daba un duro. De hecho, la primera temporada, yo firmé porque tengo una relación personal con Macarena y cuando ella me lo propuso -las primeras conversaciones tuvieron lugar en 2014-, le dije “Sí. Cuenta conmigo” porque yo pensaba que no iba a salir jamás. Y cuál fue mi sorpresa cuando me llamó porque había salido y, como soy un señor muy a la antigua y como le dí mi palabra a una señora, yo cumplí.

- ¿Y te cambió la vida de repente?

- No, no.

“A mí, la cámara me quiere. Está mal que yo lo diga, pero es así. Muy sorprendentemente, te repito, porque yo no daba un duro”

- ¿No?

- Te cambia la vida porque recibes muestras de cariño todos los días. Gente que te reconoce, que te pide una foto, que te cuenta que gracias a ti, en la pandemia, descubrió la máquina de coser, que ha hecho las paces con su pasado porque su madre era modista y no entendía las horas que echaba cosiendo… Cosas muy bonitas. Alguna también desagradable, pero dos o tres en cinco años… Me ha cambiado la vida en eso, pero en todo lo demás, no. Yo sigo estando aquí, en mi taller, con mi equipo, con mi clientela, mis amigos siguen siendo los mismos y ya… Y no, no facturo siete veces más. Ni nada de eso.

- Esa era mi pregunta…

(risas) Porque eso es lo que todo el mundo piensa, pero en absoluto. Para nada. Además, los tiempos de los grandes cachés en la tele pasaron a la Historia hace muchíiiiisimos años. Yo estoy en Maestros… porque me lo paso fenomenal, porque es una experiencia personal maravillosa…Con mis compañeros, María, Palomo y Raquel es adoración.

- ¿Estás viendo a María Escoté en Masterchef?

- La estoy viendo, pero en resúmenes, me llegan noticias, nos mensajeamos… Somos como una pequeña familia de cuatro. Tenemos una amistad que, al margen de Maestros…, seguirá siendo. Vamos a estar unidos siempre. Los cuatro.

- Es curioso viniendo los cuatro de mundos tan distintos…

- ¡Vamos! Cada uno de su padre y de su madre. Me dirás tú qué tengo yo qué ver con Palomo o con María... Pero esa fue la magia. Somos un cocktail explosivo que ha funcionado y se quiere.

- Porque las bases eran las mismas, imagino.

- Por supuesto. La pasión, Si no tienes pasión y vocación, te digo yo que en la industria duras dos o tres años, que ¡cuántas muñequitas rotas conocemos, que se creyeron que esto era Jauja y para nada! Por supuesto que tenemos una base común, pero luego, cada uno, tiene un gusto, un estilo, y una forma de pensar muy diferente. Pero la mezcla funcionó.

El ¡HOLA! de la Historia de la moda

- Tú, por lo que me cuentas, en un Masterchef, en cambio, no te verías… 

- No, no, no. Te lo vuelvo a repetir. En Maestros… me lo paso pipa y en este formato de Telemadrid me siento cómodo. Eso es lo que quiero, seguir sintiéndome cómodo y hablar de lo que sé. Tampoco quiero tratar la moda como si hubiera que elevarla a los altares de la intelectualidad… A ver, eso no, que en moda empezamos a hablar del sexo de los ángeles y eso me aburre muchísimo y se convierte todo en un “truño”. Pero porque es querer sacar de donde no hay, pero esto que voy a hacer ahora en Telemadrid, de chascarrillos, de anécdotas, de historia… Me parece hacer algo así como el ¡HOLA! de la moda. A mí me gusta mucho más y me resulta mucho más interesante. Creo que es bonito descubrir la Historia de tu ciudad de otra manera.

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En las alturas de la Gran Vía donde tuvo su taller Balenciaga y Ava Gardner se bebió la vida

- ¿Qué época es la que más te gusta recordar?

- La Edad de Oro de la costura española que tuvo lugar entre los años 40 y 70 del siglo XX.

- Lorenzo, disculpa mi ignorancia pero, ¿cómo es posible que la Edad de Oro de la costura española tuviera lugar en una época tan presumiblemente gris como fue la Dictadura?

- Porque pasaba un poco lo mismo que está pasando con Eli Saab o Zuhair Murad en Oriente Próximo, que aquí la mano de obra era baratísima. Pertegaz, Elio, Balenciaga… se podían permitir talleres de 200 o 300 costureras y oficiales. Hombres y mujeres cosiendo y bordando vestidos que tenían la misma calidad o más que los talleres de París o Roma, pero cinco veces más baratos. En el caso de Balenciaga, por ejemplo, que la Casa madre estaba en París, muchas señoras veían el desfile en París, pero luego se venían a Madrid, se pasaban dos semanas en el Ritz y, mientras, los mismo modelos que habían visto en París, se los hacían en Eisa y, en vez de costarles 30.000 dolares, les costaban 500. Era así. Lo mismo que pasa hoy en el Líbano. Esas colecciones deslumbrantes de Saab, llenos de pedrerías, se las puede permitir porque tiene a 400 mujeres bordando piedras. Eso no lo puedes hacer ni en París, ni en Milán ni en ningún sitio. Y que luego, también es verdad que, en aquellos años, había una vida social espectacular y la diferencia de clases estaba mucho más acentuada. La brecha social era enorme. Que la clase social alta era muy muy alta, con una vida social intensísima, y necesitaba ropa. Por eso, aquí en España hubo talleres espectaculares. Yo reivindico mucho la figura de Flora Villarreal, injustamente olvidada.

La gran desconocida, Flora Villarreal

- Fue la modista del vestido de novia de la Duquesa de Alba en su primera boda ¿No?

- Eso es. Era la eterna rival de Balenciaga. Se pisaban las clientas y eran los talleres más increíbles de Madrid. Flora estaba en Castellana 9 y, cuando cerró Flora, ese taller, lo absorbió María Rosa Salvador de Dafnis.

- ¿Por qué cerró?

- Porque estaba ya mayor…

- Pero, después de esa época dorada, ya no hubo un relevo en España. ¿Por qué?

- Ahí tuvo la culpa - es algo que están investigando varios expertos, mi amiga Lidia López Trabado, entre ellos - uno de los últimos gobiernos de Franco, que se inventó un impuesto al lujo. Y fue la tormenta perfecta. En los primeros 70, de repente, se inventan el impuesto del lujo, comienza la crisis del petróleo, se barrunta el fin de una época, de la Dictadura, el cambio… y, de la noche a la mañana, porque fue así, según me contó María Rosa y Elio, que lo contaban muy bien, dejó de sonar el teléfono. Las clientas desaparecen. Si antes de encargaban treinta trajes, ahora te encargan dos o tres… Y en los años 70, mantener talleres de 200 personas se convierte en algo imposible… ¡Si me cuesta a mí con doce o trece, imagínate 200! Y que un determinado tipo de vida social terminó. Me acuerdo de imágenes del Liceo en Barcelona, como en el comienzo de la temporada de ópera, en la transición, gente tiraba huevos y tomates a las señoronas. Fue un cambio de época brutal. Ahora, los chavalines piensan que la Transición fue un juego de niños y no, no lo fue. En la Transición se vivieron años muy complicados.

- El lujo estaba mal visto...

- Por supuesto. De hecho, cuando llega la monarquía, es una monarquía austera, nada ostentosa. No se hizo Corte. Don Juan empezó a celebrar su onomástica en los 80s… Imagínate. El glamour de los 70 pasó de puntillas por España. Pero en años dorados… de austeridad, nada. Era todo increíble. De hecho, hubo edad de oro porque había mercado. Porque conocemos a Elio, a Pertegaz… pero también estaba Pedro Rodríguez, Jami, Vargas y Echevarría, Herrera y Ollero, Marvel, Marvel Jr., Lino, Natalio… Caruncho que fue la primera gran boutique con ínfulas de Madrid… La tienda de Ana de Pombo…

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El fin de una época

- ¿Tú llegaste a respirar ese ambiente o eras muy muy pequeño?

- Yo me acuerdo pero de muy pequeño… De cuando vivíaimos en Santiago Bernabéu, en esa etapa en la que hasta nos cita Carmen Posadas en su libro… Y recuerdo a mi madre, producidísima porque iba al Teatro Real o a la recepción de una embajada… Vamos, iba espectacular. Pero esas cosas se han perdido.

- A ver, tu madre, turinesa, venía de otra tradición…

- Qué va qué va. Iba como sus amigas. A ver quién de ellas llevaba el traje más bonito. Perteneceían a un mundo que ya ha terminado. Hoy se sigue haciendo una vida intensísima, pero a nadie se le ocurre cambiarse tres veces al día. Ni se pueden tener tantas cosas en un armario porque necesitas casas muy grandes, un servicio… Todo eso ha cambiado.

- Y que ya al teatro vas de calle, no necesitas arreglarte, ¿No?

- Por eso, hoy por hoy, los talleres de moda vivimos gracias al mundo boda. Es el único momento en el que una mujer se plantea hacerse algo a medida. Si tiene una boda a la vista. La novia, la mamá, la madrina, la invitada…

“Los talleres de moda vivimos gracias al mundo boda. Es el único momento en el que una mujer se plantea hacerse algo a medida”

- Por cierto, después de la pandemia, el ‘momento boda’ ha tenido una explosión. 

- Una maravilla.

- Recuerdo que, en plena pandemia, estabas…

- Aterrorizado. Se había acabado el mundo, sí… Y mantener esto abierto tantos meses, dos años, ha supuesto un gran esfuerzo. Los cuatro ahorrillos que tenía de Maestros… se me fueron.

- Ahora, todo mejor.

- Sí. Porque el ser humano necesita, al menos una vez, decir: “mira, me lo voy a gastar. Me quiero disfrazar, me quiero dar un homenaje, voy a comprar siete kilos de langostas y voy a celebrar lo que sea por mis coj*”. Necesitamos eso porque si no, la vida es muy triste.

El síndrome de Diógenes ya está controlado

- Hablando de gastar… He leído que euro que te caia en la mano, euro que te gastabas en tu colección de alta costura hasta el punto que casi se te comen las cosas…

- Se me estaba yendo de las manos, sí (risas) Pero este mes de agosto, he hecho un trabajo espectacular. Me han ayudado mis amigos, mi hermana Paola… y hemos puesto orden en el caos. Y mi Diógenes ya tiene un sentido. Ya sé lo que hay. Lo que tengo, lo que me falta y lo que me sobra. Estoy super satisfecho.

- ¿Dónde lo tienes?

- Uy… En las afueras de Madrid.

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-¿Y lo tienes como Anna dello Russo, con temporizadores de temperatura?

- (risas) No llego a ese grado de frikismo. Está todo muy bien emperchado, en sus fundas, con antipolillas, alarmas, pero tanto, no. No tengo el poder económico para hacerlo. Y Anna, a ver, si no sabe, ella se lo inventa (risas)

- ¿Y cuántas piezas tiene tu tesoro?

- Calcúlo que estamos hablando de entre 10.000 y 12.000 y la colección de corsetería y lencería es sencillamente espectacular. Pero no todo es ropa. Tengo mucho complemento. Excepto bolsos. Por un lado porque tiene unos precios astronómicos y segundo, porque tampoco me han llamado mucho la atención. Pero de otros complementos, tengo zapatos, chales, pashminas, cinturones… La de sombreros también es una colección fabulosa.

- ¿Y qué piensas hacer con ellas? ¿Una exposición? ¿Un Museo?

- Mira, a ver si a través de esta entrevista surge algo porque llevo cuatro años buscando financiación… Porque es costoso, ¿eh? Si tienes una colección de cuadros o de esculturas, con cuatro paredes blancas y un punto de luz, punto y pelota, pero exponer moda es muy caro. No te sirve cualquier maniquí y espérate que no los tengas que hacer tú porque enseñar un vestido es fundamental la silueta y en el siglo XX las siluetas han cambiado muchísimo, luego restaura, tintes, un mínimo de decoración para poner en contexto… Cuesta muchísimo y no todo vale, ropa antigua puesta en una percha es un pingo.

¿Una exposición?

- Pues a ver si lo conseguimos… Pero te lo tengo que preguntar: ¿Has parado ya de comprar?

- (risas) De manera impulsiva y compulsiva, sí. Ahora, ya sé lo que me falta.

- ¿Qué es?

- Pues mira, cosas puntualísimas… Pero por tener más variedad porque, en un principio, pensaba que no tenía nada, y resulta que sí, que después de hacer limpieza sí que tenía etiquetas de los grandes de la Edad de Oro española. Así que, bueno, aunque tengo un pequeño apartado que no está nada mal, me gustaría adquirir alguna más. Sobre todo, de Flora.

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