A punto de celebrar cuarenta años sobre los escenarios, Nina ha hecho de todo y obteniendo siempre un gran reconocimiento. Después de convertirse en la azafata del mítico Un, dos, tres –con sólo 21 años– y emprender una carrera discográfica, representó a España en la edición de Eurovisión de 1989, obteniendo un excelente sexto puesto. Pero su máxima cota de popularidad tuvo lugar cuando Nina formó parte de ese fenómeno de la historia de la televisión que fue Operación Triunfo, donde se convirtió en la directora de la academia e instruyó a David Bisbal, Chenoa, David Bustamante y Rosa López, entre otros concursantes.
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Su siguiente éxito lo consiguió en las tablas, cuando Nina protagonizó el musical Mamma Mía y consiguió que más de dos millones de espectadores llenaran los teatros españoles durante seis años. Por todo ello, la barcelonesa es de las pocas artistas que no necesita apellido para ser identificada: “Es lo que tiene que ver un único nombre como nombre artístico, como Beyoncé, Rosalía o Noah. De repente, tener un único nombre para el artístico coge como más entidad. Supongo que será eso”, responde a ¡HOLA!, con total humildad.
Ahora la cantante se propone otro nuevo reto, llevar Los puentes de Madison al formato del musical, que tanto domina. Esta producción se estrena el próximo mes de noviembre en el Teatro EPD Gran Vía, de Madrid. Con motivo de este próximo estreno, hablamos con Nina, quien recuerda los episodios que han marcado su vida. En conversaciones con ¡HOLA!, la artista también reivindica las canas y se sincera sobre la decisión de no haber sido madre junto a su pareja, el filólogo y promotor cultural mallorquín Antoni Mir.
—Vuelves a los escenarios con otro musical y en un lugar tan emblemático como la Gran Vía madrileña. ¿Cómo reaccionaste cuando te llegó la propuesta de Los puentes de Madison?
—Con mucha incredulidad, si tengo que ser sincera. Me la propusieron justo en pospandemia y llevaba desde el 2018 o 2019 sin subirme a un escenario. Cuando llegó la pandemia, pensaba que podía ser el final de mi carrera porque ya no hay tantos para mi edad. Lo pensé seriamente. Por eso, cuando me llegó la propuesta de Los puentes de Madison, sentí: ‘No puede ser. Es una broma’. Al principio, me lo pensé un poco porque, vocalmente, es de una exigencia impresionante. Por suerte, tuve a Gerónimo Rauch, que fue quien me lo propuso e insistió. Estoy muy feliz, de verdad, y lo siento como un regalo que me ha hecho la vida a los cincuenta y cinco años. Sobre todo, por lo que te decía: ya he hechos muchos papeles de musical y me quedan muy pocos.
—Seguro que te quedan muchísimos musicales por hacer.
—Bueno, a menos que te escriban adrede, es complicado. De grandes papeles, quedaría Sunset Boulevard y poco más. Tampoco te vas a poner en cualquier producción a hacer cualquier papel, después de haber hecho cosas importantes. Por eso, que te llegue este título con esta partitura es un regalo de la vida.
—¿Cómo es llevar una película tan mítica al mundo del musical?
—La película va a pesar, lógicamente, porque fue supervista y es aún muy recordada. No creo que no haya nadie que no conozca Los puentes de Madison. Luego, por las interpretaciones de sus protagonistas, que es de las películas que han marcado un antes y después en su filmografía. Eso pesa un poco. Pero, aunque no tenemos el primer plano del cine, vamos a contar con una partitura mágica y maravillosa, que eso no lo tiene la película. También vamos a contar con una escenografía impresionante. Llevo muchos musicales a mis espaldas y lo que he visto ya no se ha visto nunca en España. Y va a ser un musical muy impactante. Además, tiene una historia con la que nos vamos a ver reflejados. Porque, ¿quién no se ha enamorado en cuatro días? ¿O quién no se ha visto en la tesitura de tener que decidir entre una pasión y tu pareja?
—También reivindicar el amor a todas las edades.
—Por supuesto. Tienes toda la razón. Los personajes son de edades maduras y, en el caso de ella, con hijos. Sí, claro. La pasión aparecen en ellos y, por supuesto, puede aparecer a cualquier edad
—Después de Mamma Mía, con el que arrasaste, es la segunda vez que interpretas un personaje realizado por Meryl Streep.
—No sé qué tengo con Meryl Streep. Bueno, sí lo sé: la admiro muchísimo y es de mis actrices preferidas. En el caso de Mamma Mía, primero fue musical y nosotros estrenamos en España en 2004 y la película llegó cuatro años después, de la mano de ella. Ahora es al revés. El musical de Los puentes de Madison ha sido mucho después que la película. Pero sí, los dos proyectos tienen en común que han sido protagonizados por Meryl Streep. Es un dato curioso, como mínimo.
—No te tomes a mal este comentario, pero no sé tus nuevas canas son exigencias del guion.
—No me lo tomo a mal, en absoluto. Yo estoy muy convencida de mi nuevo look. Es una decisión tomada a toda conciencia, porque no tengo ningún interés en perpetuarme en la imagen de lo que fui. En la obra voy a llevar peluca, porque mi personaje tiene una melena larga y de color castaño. Las canas son una cuestión una cuestión pura y básicamente personal.
“Me veo bien y, sobre todo, me siento bien, que es importante. Cuidar la alimentación y hacer deporte es sagrado. Pero lo cierto es que todas las personas tenemos que pasar por dos duelos, el de la edad y el profesional”
—Y eso que tus rizos eran muy emblemáticos en tu imagen. ¿Te costó tomar este cambio?
—Nada. Creo que le habrá costado más al espectador, que me recuerda con mi melena y mis rizos, que a mí misma. No me ha costado nada, porque llevo viviendo conmigo casi cincuenta y seis años y he recorrido un camino hasta llegar aquí. Soy quien soy y lo tengo muy claro. Sin embargo, el espectador lleva tiempo sin verme en la pequeña pantalla y, de repente, verme así puede ser un flash.
—¿Te lo han llegado a decir?
—La verdad es que no. Los comentarios que recibo por redes son superbonitos y superpositivos. Como “qué guapa estás” y “qué decidida”.
—Sinceramente, te quedan bien las canas.
—Estoy convencida de ello y me veo bien. Ahora me veo en fotos con mis rizos y mi color negro y no me reconozco. Bueno, no me reconozco…
—¿Te ves como una imagen lejana?
—Sí, sí. Es muy curioso. Sé que soy esa, pero es muy curioso (ríe).
—A punto de cumplir cincuenta y seis años –el próximo uno de octubre–, ¿cómo te ves?
—Me veo bien y, sobre todo, me siento bien, que es importante. Cuidar la alimentación y hacer deporte es sagrado. Pero lo cierto es que todas las personas tenemos que pasar por dos duelos, el de la edad y el profesional. Algunos lo pasan cuando llegan a la jubilación y tienen que dejar su actividad profesional, aunque hay otras que lo llevan muy bien. Pero las personas que nos hemos hecho famosas pasamos por un tercer duelo, que es el del personaje. Si bien no he basado mi carrera en mi imagen, fíjate que hemos estado hablando de lo mucho que pesaba. Llega un momento que no matar al personaje, entre comillas, pero sí hacerlo evolucionar. Por ejemplo, Madonna es el ejemplo que más ilustra lo que quiere decir. Cuando la veo que quiere hacer lo mismo que una chica de veinte años, pues es que ni me lo creo ni me interesa. Tampoco me interesaba antes, porque no es el tiempo de artista que me ha interesado. Pero no, hay que evolucionar y adecuarse profesionalmente a lo que tu voz y tu físico te permite hacer.
—En los últimos años, has estudiado dos carreras: Filología Catalana (creo que por tu pareja)
—Sí.
—Y también la carrera de Logopedia. ¿Terminaste las dos?
—Filología no, porque empecé Logopedia. Con esa carrera me gradué y, en el 2019, hice un máster en Investigación Clínica. Me entusiasma estudiar es una de las cosas que más me llena y más me gusta. También llevo una vida paralela a mi vida artística que es la vida como docente. Qué ironías de la vida, que me hice más popular como profesora en Operación Triunfo y lo cierto es que llevo veinte años muy ligada a la docencia. Soy profesora de universidad de Educación vocal a futuros logopedas, dirijo mi propio centro de educación, entrenamiento y rehabilitación de la voz… Tengo mucha actividad en ese campo y es algo que me llena mucho, ha aparecido en mi vida e intento combinarlo con mi actividad artística. Una sin la otra tampoco se explica, eh. La docencia se nutre de toda mi experiencia de cuarenta años. Las personas que vienen a mí porque saben que tengo la experiencia en el escenario.
—Por si no fuera poco, tienes un centro de Pilates, que es algo que también llama la atención.
—Todo nace un poco de lo mismo, de mi curiosidad y ganas de aprender. Descubrí el método Pilates hace veinte años, dando clases de canto en Londres. Allí un profesor me habló del método y, cuando me volví a Barcelona, me puse a entrenar. Me pilló en una etapa de ensayos con un espectáculo, que es una etapa en la que inviertes más energía de la que vas a necesitar. Entonces, me daba cuenta de que esos ensayos eran distintos y sentía que mi musculatura respondía con mucha más facilidad. Por eso, empecé a formarme como profesora de Pilates, empecé a experimentar e investigar. De ahí que estudiara el máster en Investigación clínica, porque estoy haciendo trabajos de investigación de por qué el acondicionamiento físico con Pilates tiene una incidencia en ciertos parámetros de la voz. Es apasionante.
—Siempre te harán la misma pregunta: ¿volverá Operación Triunfo a la televisión y tú con el programa?
—Bueno, espero que vuelva OT, porque es un formato al que amo, que lo siento mismo. Pero no creo que lo propongan. Creo que la directora que va a quedar va a ser Noemí [Galera] y está muy bien sea ella. Piensa que Noemí vio nacer el formato, como yo, y lo conoce muy bien… Como si lo hubiera parido ella, que, en parte, lo parió. Luego, lo hace muy bien. Creo que es la directora ideal.
“Me encantaría volver a Operación Triunfo, pero, a la vez, me daría un poco de pánico. La gente te recuerda de una manera y tú ya no eres la misma”
—¿Y si te proponen volver a Operación Triunfo?
—Me encantaría, pero, a la vez, me daría un poco de pánico. La gente te recuerda de una manera y tú ya no eres la misma. No lo sé, eh. Como experiencia humana, artística y profesional, me encantaría. Luego, ya no sé…
—¿A nivel de ejecución no lo tienes tan claro?
—No sé… Tengo mis dudas.
—No sé si la gente te sigue recordado Operación Triunfo y, si es así, que es lo que más te llama la atención.
—Lo que más me suelen recordar o la frase que más me dicen es: “Qué buen trabajo hicisteis”. Eso es lo que más me dicen y es lo que me enorgullece. Si algo sirvió Operación Triunfo es para, entre otras muchas cosas, es para mostrar la parte más artesanal de nuestro oficio. Toda esa preparación de horas y horas, de repetición, se veía en el programa. La gente lo recuerda y es maravilloso, porque contribuyó que la sociedad tuviera otra idea de lo que es cantar. A partir de ahí, todos tomaron más conciencia del o que significa cantar y salir a un escenario.
—¿Mantienes relación con alumnos de la academia de Operación Triunfo?
—Sí, sí. Con todos de la primera edición.
—¿Te mensajeas con ellos?
—Bueno, soy muy prudente con los mensajes y yo no molesto nada, porque no me gusta. Pero, cuando murió Álex [Casademunt], les mandé un mensaje a todos y les dije que, si querían hablar, ahí estaba. De hecho, hablé con algunos. Estoy allí siempre para lo que me necesiten, por supuestísimo.
—También ya se está convocando a candidatos que representarán a España en la próxima edición de Eurovisión. Tú que ya participaste en el festival y obtuviste un excelente sexto puesto, ¿qué consejo le darías a los nuevos aspirantes?
—El mejor consejo lo ejemplariza mucho Chanel. Si vas a Eurovisión o donde vayan, que vayan con una propuesta currada, elaborada y pensada. Hoy en día hay mucha competitividad y cantan muy bien. Si no te singularizas, si no muestras algo distinto que otro no pueda hacer. Hay pocas personas en España que puedan hacer lo que hace Chanel. Entonces, singularízate con tu propuesta y hurga en tu propio universo. No quieras sonar o parecerte a otro artista, porque ese artista ya existe. Confía en lo que tú eres y no te pongas por delante a otra artista, porque en ese espejo tienes que estar tú y tienes que dar lo mejor de ti.
“Mi mejor anécdota de Eurovisión, y también como algo a destacar de toda mi carrera, fue mi amistad con Céline Dion”
—¿Cómo recuerdas tu participación en Eurovisión?
—Lo viví con mucha tranquilidad. Cuando eres joven, te pueden las ganas y la ilusión. Yo estaba feliz de subirme a ese escenario, con esa orquestaza, y hacerlo dirigida por Juan Carlos Calderón, que, como sabes, era una personalidad en el mundo de la música. Lo vivi bien, pero no fue algo significativo en mi carrera. De hecho, si no ganas el festival, de poco o nada sirve.
—Echando la vista atrás, ¿volverías a presentarte?
—Ahora no repetiría, para nada. Pero no se puede rebobinar para atrás. En ese momento, que estaba iniciando con una discográfica, me lo ofrecieron y me pareció bien, me interesó hacerlo. Me pareció una buena forma de seguir lanzando mi carrera, que venía del Un, dos, tres. Ahora, en absoluto. Estoy en las antípodas de eso.
—¿Guardas alguna anécdota de tu participación en el festival?
—Mi mejor anécdota de Eurovisión, y también como algo a destacar de toda mi carrera, fue mi amistad con Céline Dion. Ella había ganado el año anterior y vino a mi edición como invitada. Ella estaba fascinada con la canción y conmigo. La tenía todo el día pegada detrás y fue muy bonita. Además, cantamos juntas en una jam session que se hizo al terminar el festival. Como aquella época no había móviles, terminamos el concurso y se acabó aquello, perdimos el contacto. Bueno, si la contacto por Twitter o alguna red social, estoy segura de que se acuerda de mí porque fue superbonito. Fue una de las cosas más bonitas que me han pasado en la vida. Es una mujer impresionante, con una fuerza impresionante y con un sentido del humor increíble. Estaba todo el día haciendo bromas. Sí, sí. Tiene mucha personalidad.
—Llevas mucho tiempo con tu pareja, que es algo a destacar en un mundo tan inestable como es el del espectáculo.
—Llevo veinte años. Nos conocimos ya de mayores, cuando él tenía cuarenta y ocho años y yo treinta y siete. Sí, es aquello de que has encontrado a tu media naranja, a la persona con la que sabes que vas a pasar el resto de tu vida. Eso es lo que sentimos los dos y eso es lo que seguimos sintiendo. Y eso es superbonito.
—La maternidad siempre es una opción para cualquier mujer. En tu caso, ¿lo de no tener hijos ha sido una decisión personal o no se ha dado el caso?
—Así como la mayoría de mujeres sienten esa llamada de la maternidad, yo no la he sentido nunca. Es una decisión… Casi ni lo he decidido. Te diría que es así. Sí que quizá alguna vez he pensado en ello. Pero lo más importante para mí ha sido mi trabajo y mi carrera.
—El próximo año cumples cuarenta de trayectoria artística.
—Sí, en febrero. El veintidós o veintitrés de febrero fue la primera vez que me subí a un escenario en mi vida. Y va a hacer cuarenta años ahora.
—Pese a todo, empezaste antes a trabajar en una zapatería, por tu situación familiar, cuando tenías solo catorce. ¿Qué queda de esa chica que dio un paso al frente para contribuir económicamente en casa?
—De esa chica queda todo. Soy de una generación que, como muchos, tuvimos que dejar de estudiar para ponernos a trabajar en lo que fuera, poder llevar dinero a casa y poder comer cada noche, aunque fuera un tomate con sal, que es una imagen que tengo grabada. De esa chica que tuvo que luchar por todo y ayudar a los padres y a la familia, queda todo, todo, todo. Eso para mí es muy positivo. Creo que la abundancia que tenemos hoy no nos está ayudando en nada. No te diría que sería mejor pasarlo un poco mal o pasar hambre, pero esa infancia en la que nada abundó y que tuvimos que trabajar como cualquiera de la familia me ha ayudado en la vida a apreciar cualquier cosa y a darle el valor justo que se merece y a luchar por todo. Siempre les digo a los alumnos que del cielo no cae nada, solo la lluvia y a veces ni eso.
—Última pregunta: ¿qué no has hecho hasta el momento que te gustaría hacer?
—Me queda algún libro por escribir. Uno se va a publicar ahora y otro sobre Voz y comunicación. ¿Y qué me gustaría hacer en teatro musical? Como te dije antes, mi despedida tiene que ser con Sunset Boulevard y con un grandísimo montaje.