Como ya es habitual, Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa han escogido Marbella para poner fin a sus vacaciones. Cada verano, la pareja dedica unos días de agosto para hacerse una ‘puesta a punto’ en la clínica Buchinguer de la localidad malagueña. El Nobel de Literatura es asiduo desde hace años de esta clínica, a cuyas rutinas healthy se unió también Isabel desde que comparte su vida con él. En algunas ocasiones, como en esta última, los ha acompañado también la hija mediana de Preysler, Tamara Falcó, que, como su madre y el escritor peruano, se somete a sus tratamientos de ayuno terapéutico para empezar el nuevo curso en plena forma y con las pilas cargadas.
Una vez concluida su estancia en el mencionado balneario, Isabel y Mario salieron a pasear por el centro de Marbella junto a dos buenos amigos suyos, José María Amusátegui y su mujer, Amalia, con los que se sentaron a a tomar algo en una terraza. Allí fueron fotografiados mientras Isabel daba buena cuenta de un chocolate con porras. Disfrutando de la merienda como una niña, la elegante socialite, que en más de una ocasión ha confesado su ‘adicción’ al chocolate, no dudó en tomar el suculento tentempié a la manera tradicional, es decir, con la mano.