"Barack y Michelle, ¡bienvenidos a casa!". Con este caluroso recibimiento, abría Joe Biden a los Obama este miércoles las puertas del que fuera su hogar durante ocho años, la Casa Blanca. Han sido invitados por el actual inquilino y su mujer, Jill Biden, para cumplir con una tradición que inició la mismísima Jackie Kennedy: que el presidente de los Estados Unidos abra las puertas del emblemático edificio al anterior mandatario (independientemente del partido político al que uno y otro pertenezcan) para presentar su retrato oficial.
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Aunque el sucesor de Barack Obama es Donald Trump, este decidió no seguir con la tradición, que ahora retoma Biden. El encuentro ha sido de lo más amigable, con un tono cercano, a veces humorístico, y plagado de guiños, como el que le hizo el actual presidente a Michelle al susurrarle al oído estas significativas palabras: "Él lo sabe, todos lo sabemos, no podría haberlo logrado sin tu ayuda".
También hubo halagos. Biden aseguró, ante las decenas de personas que asistieron al acto, que Obama es una de las personas más íntegras que ha jamás ha conocido que, además, consiguió devolver la esperanza al país. Obama, por su parte, dijo de él que es "un verdadero aliado, un verdadero amigo".
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Como mandan los cánones de esta tradición cuyo evento organiza la Asociación Histórica de la Casa Blanca desde 1965, los retratados se encargan de elegir personalmente al artista que pintará la obra. Barack ha optado por el hiperrealista Robert McCurdy y Michelle, por Sharon Sprung, cuyo nombre no era de los más populares en el mundo del arte… hasta ahora.
Fiel a su estilo, McCurdy ha retratado con tal precisión en el detalle que el óleo podría confundirse con una fotografía. Ese es precisamente el motivo de que haya sido este artista el elegido, que quería mostrarse tal cual es, lejos del halo de misticismo que en ocasiones envuelve a este tipo de obras: "Lo que quiero que recuerden de Michelle y de mí es que los presidentes y las primeras damas son seres humanos como todos los demás".
Michelle ha elegido a una mujer, a una neoyorquina representante del arte figurativo que ha retratado a la ex primera dama sentada, con un elegante vestido azul. A pesar de las claras diferencias entre un cuadro y otro, los dos tienen algo común: la mirada y el gesto. Los dos miran de frente, a los ojos, y manifiestan seguridad con un gesto relajado. Y eso no es más que el alma de líder que tanto Barack como Michelle tienen y que han demostrado (más allá de los aciertos y errores y de ninguna ideología) durante y después de su mandato.