Después de publicar su último disco, Reinassance, Beyoncé ha decidido escaparse unos días a las costas de Croacia, a disfrutar del mar y el calor. Y, como es habitual, no ha sido de cualquier manera. La cantante y su familia viajan a bordo de un palacio flotante de casi cien metros de eslora (96,60 para ser exactos) y cinco pisos. Se trata del ‘Faith’, uno de los superyates más lujosos del mundo , con un coste a partir del millón trescientos mil euros a la semana y con todo lujo de detalles.
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Preparado para alojar a doce invitados en seis megasuites —además de la principal— tiene cine, gimnasio, spa, hammam, una piscina con suelo de cristal y cascada de nueve metros por cuatro, salón con piano de cola, salón principal con chimenea, helipuerto… y un enorme hangar que alberga lanchas, motos de agua y todos los utensilios acuáticos necesarios para las estancias más aventureras y divertidas. Beyoncé y su marido, Jay-Z, forman el matrimonio más poderoso del mundo de la música y no escatiman en gastos y lujos ni para ellos ni para sus tres hijos.
Su fortuna conjunta superaría, según las últimas estimaciones, los 1.800 millones de euros, de los cuales 1.400 corresponderían al patrimonio en solitario del rapero, considerado el mejor del mundo. Pero no solo ha conseguido amasar su fortuna gracias al hip hop, sino que maneja los hilos de decena de empresas. Como empresario sabe bien qué le interesa, transforma sus activos en referentes del sector y luego los vende a buen precio. Eso hizo, hace un año, con Tidal, la plataforma de música en streaming, que había adquirido, en 2015, y vendió a Jack Dorsey, el ceo de Twitter, por 245 millones de euros.
Y también lo hizo antes con su exitosa marca de champán, Armand de Brignac, cuyo cincuenta por ciento compró el grupo del lujo LVMH por más de 300. “Viví muchas cosas en la calle que me ayudaron en el negocio de la música. Aprendí, por ejemplo, qué tipo de personas no tener a mi alrededor”, explica Shawn Corey Carter, su nombre verdadero, que creció en Marcy Houses, uno de los barrios más peligrosos de Nueva York, y llegó a traficar con droga. Ya en los 90, tras mucho trabajo y esfuerzo y con varios contactos, se convirtió en uno de los raperos más seguidos. En 1995 fundó su propio sello discográfico, Roc-A-Fella Records, con su amigo Damon Dash y ahí arrancó realmente su carrera.
Hoy en día tiene, además, su propia línea de ropa, Rocawear, y de perfumes; su propia marca de coñac, D’Ussé, y también fundó Roc Nation, con la que promociona y crea eventos de entretenimiento y deportivos —en 2019, le encargaron organizar durante unos años las actuaciones de la Super Bowl —. Por si fuera poco, posee acciones en los Brooklyn Nets (NBA), en Uber, la cadena de restaurantes Swetgreen, la empresa espacial de Elon Musck (SpaceX) y el grupo de tecnología y software Ethos, entre otras cosas. Beyoncé es su mujer y su socia. También ella gestiona sus marcas de moda y perfumes, es imagen de firmas de lujo, ha participado en varias películas y es productora musical. Y juntos son la pareja de oro.
Tiene 96 metros de eslora, cinco pisos con todos los detalles, desde helipuerto a piscina con fondo de cristal y cascada, y treinta y dos personas forman la tripulación
Las propiedades del matrimonio abarcan desde su impresionante mansión de Bel-Air, valorada en 88 millones de euros, al ático que poseen en Tribeca, en Nueva York, su mansión de los Hamptons y una isla privada en las Bahamas, entre otras; jet privado, una impresionante colección de coches cada uno y una colección de relojes que incluye la pieza de alta relojería más cara jamás fabricada por la casa suiza Richard Mille, regalo de Beyoncé y valorada en dos millones y medio de euros —solo existe esa pieza—, diseñada a base de bloques de zafiro cortados y molidos.
Sus lujosas propiedades
Solo en Los Ángeles, la pareja tiene invertidos en inmuebles alrededor de 165 millones de euros, siendo la más espectacular la mansión de 88 millones de euros en Bel-Air, donde viven con sus tres hijos, Blue Ivy y los mellizos Sir y Rumy, cuando no están en su ático de Tribeca, de 6,5 millones. En 2017 dieron la bienvenida a sus hijos pequeños comprándose una nueva mansión en los Hamptons y también adquirieron una mansión en Nueva Orleans y una isla en las Bahamas. Además de una impresionante colección de coches y de relojes —con piezas únicas—, Jay-Z también es un apasionado del arte y en su colección, valorada en 70 millones, hay piezas de Basquiat y de Damien Hirst, entre otros.