Hay resurrecciones profesionales icónicas. Si Quentin Tarantino recuperó a John Travolta para Pulp Fiction, lo que ha hecho Darren Aronofsky con Brendan Fraser en The Whale no le anda a la zaga. Anoche, en el Festival de Cine de Venecia, el actor estadounidense arrancó seis minutos de enardecidos aplausos que le impedían abandonar la sala y que lo postulan claramente como uno de los posibles ganadores a la mejor interpretación en el certamen… y también como un serio candidato al Oscar, que hará sombra al Elvis Presley de Austin Butler. Abrumado por la acogida, Fraser dejó escapar lágrimas en las que, sin duda, había mucho de personal. Porque, hasta su renacer con esta película, han sido años muy duros para el intérprete.
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Una historia emotiva que conecta con su propia biografía
En The Whale (La ballena), el director cuenta la vida de Charlie, un hombre que castiga su cuerpo con atracones de comida. Su obesidad (su personaje pesa unos 270 kilos) lo obliga a estar recluido en su apartamento, en el que solo recibe la visita de una enfermera y donde intuye que la muerte está cercana. En medio de esa tragedia intenta recuperar el vínculo con su hija (a quien interpreta Sadie Sink, de Stranger Things), con quien perdió el contacto tras su divorcio. Esa sensación de tocar fondo, rematada por una ruptura sentimental, cuenta una parte importante de la biografía del propio Fraser, quien vio hundirse su vida por una serie de desgracias.
Depresión, divorcio, muerte y acoso sexual: las claves de su caída
Brendan Fraser se dio a conocer con George de la Jungla y alcanzó su máximo esplendor con la franquicia de La Momia. En el año 2003, cuando tenía 35 años y ya había protagonizado la primera película de esta saga de acción, sufrió un episodio de acoso sexual por parte de Philip Berk, ex presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (la organizadora de los Globos de Oro). Sucedió durante un almuerzo en Beverly Hills, y Fraser explicó en 2018 lo sucedido, quizá empujado por la popularidad del movimiento #MeToo. "Me sentí enfermo. Me sentí como un niño pequeño, como si tuviera una bola en la garganta. Creí que me iba a echar a llorar".
Cuando lo contó, sí exigió una disculpa, pero Berk prácticamente negó lo sucedido y minimizó los hechos. Pero aquello dejó una profunda huella en Brendan, que comenzó a aislarse y a deprimirse. Cuatro años después, en 2007, se divorciaba de su mujer, la actriz y escritora Afton Smith, con la que tuvo tres hijos. Por aquella misma época también tuvo que enfrentarse a la muerte de su madre. Todo ello contribuyó a una paulatina retirada de los focos durante varios años: su carrera ya no levantó cabeza desde entonces.
A por la Copa Volpi… ¿y el Oscar después?
Ahora, The Whale le devuelve la oportunidad de regresar al cine por la puerta grande. Su interpretación no solo es soberbia, sino que cuenta con una de esas transformaciones físicas que tanto gustan a Hollywood: tuvo que cargar con prótesis de más de cien kilos para lograr el aspecto de obeso mórbido que requería el papel y cuyo título alude precisamente a esto: a una ballena fuera del agua, muriendo. Huele a Copa Volpi, la misma que logró nuestra Penélope Cruz el año pasado con Madres paralelas. Ojalá el éxito lo acompañe hasta alzarse con la estatuilla dorada el próximo mes de marzo.
Penélope Cruz deslumbra en el Festival de Venecia convertida en toda una musa