Esta es la historia de un amor con abrupto e inesperado final. Una relación que, en cuestión de días, pasó del todo a la nada. Del compromiso de boda, con una romántica petición de mano y declaración pública de amor absoluto para pasar juntos el resto de sus días a la ruptura total en medio de una guerra abierta jalonada con acusaciones, argumentos encontrados y tormentosos enfrentamientos.
No es habitual escribir una crónica en primera persona, ya que los periodistas somos meramente contadores de historias, no protagonistas de ellas. Sin embargo, en esta ocasión, para explicar bien este espinoso capítulo, nos tenemos que convertir en parte de la narración. Pues bien, la historia comienza hace poco más de un año. Desde el primer momento en que Esther Doña y Santiago Pedraz comenzaron a salir, fuimos testigos directos de cómo los dos se volvieron locos de amor. Desde el minuto cero. De cómo decidieron no esconderse y proclamar a los cuatro vientos su relación sin preocuparles el volcán mediático que estaban a punto de generar. Y lo hicieron a través de un reportaje en ¡HOLA! que hizo correr ríos de tinta. Un juez de la Audiencia Nacional posando enamorado en nuestra portada dio para editoriales en los principales periódicos, columnas de opinión, tweets y una interminable retahíla de artículos juzgando si hacía o no lo correcto. El juez, juzgado… por enamorarse. Sorprendentemente, su amor se convirtió en un tema de debate nacional. En aquella ocasión, titulamos su puesta de largo social como ‘el poder del amor’. Y era así. El poder del amor había podido con todo. Para el mundo: el poder judicial y el cuarto poder frente a prejuicios, polémicas y críticas. Para ellos: solo sus sentimientos. No había más.
¡HOLA! habló con Esther antes de publicar el reportaje y ella dio luz verde a su publicación
“Cuando uno ama, quiere gritarlo a los cuatro vientos”, nos decía entonces Santiago. “Él es la persona más adorable del mundo. Es tierno, dulce, generoso, atento… Y muy, muy divertido. Tenemos los mismos valores, es familiar, amigo de sus amigos, le encantan los niños, no puede con las injusticias… ¡Es perfecto!”, nos decía en aquel momento Esther. De eso hace casi un año.
Fue justo cuando se cumplía el primer aniversario de su relación cuando Esther nos llamó para anunciarnos que habían formalizado su compromiso y que estaban deseando contarlo: “¡Nos casamos!”.
Una pareja enamorada, una noticia feliz y ganas de hacerlo público. Finalmente, el reportaje fotográfico se realizó el 24 de julio en Menorca. La entrevista, sin embargo, no la terminamos hasta el 9 de agosto. Esther estaba informada en todo momento de nuestros planes editoriales y de que aún tardaría un par de semanas en salir publicada la noticia. Aun así, estaba impaciente por adelantarlo e insistía en precipitar la publicación, ya que estaba “como loca porque lo supiera todo el mundo”.
El pasado lunes, 22 de agosto, era el día elegido para mandar la entrevista a imprenta y que saliera en nuestra revista del miércoles 24. Ese lunes, Esther nos expresó su felicidad al confirmarle que el anuncio de su boda con Santiago estaba a punto de salir a la luz. Ni sombra de crisis, ni atisbo de duda y, por supuesto, ninguna comunicación de que nada hubiera cambiado entre ellos.
Esther: “Después de pedirme matrimonio, Santiago me dejó con un mensaje de dos líneas… y no me lo tomé en serio”
“Esther es una mujer maravillosa y en ella he encontrado mi gran amor”, nos decía en nuestro número de la semana pasada el juez. “Fue una petición muy emotiva. Me sorprendió con una carta muy romántica en la que, en el reverso, ponía: “Esta petición está previamente autorizada por doña Marian Morales. Fue muy emocionante que hablara con mi madre antes de dar el paso”, aseveraba una emocionada Esther en el mismo reportaje.
Seguir adelante
La sorpresa llegó el miércoles 24 de agosto por la mañana, con la revista recién aterrizada en los quioscos. En ese momento, recibimos una llamada del juez Santiago Pedraz totalmente “asombrado” por la publicación del reportaje. Según nos anunció en aquel momento el juez: “Rompí la relación el pasado 12 de agosto”. “Y, desde entonces, absoluta distancia”, nos comentaba totalmente consternado al otro lado del teléfono.
Santiago: “Hay líneas rojas que no se pueden traspasar. Esther las pasó y por eso me planté y rompí”
Procede ahora, antes de continuar con la historia, aclarar un dato: Santiago Pedraz nunca participó en ninguna negociación. No cobró, ni ahora ni nunca, por ningún reportaje y su único propósito fue el de acompañar a Esther. El reportaje se acordó con ella y es a ella, por tanto, a la que le correspondía comunicarse con nosotros para, eventualmente, parar o posponer la publicación, si la reconciliación fuera, en algún caso, posible. Según nos asegura el propio Santiago, le pide a Esther que mantenga una conversación con ¡HOLA!, como interlocutora única que había sido, para que no salieran esas fotos ni esa entrevista, ya que ya no había lugar. Sin embargo, Esther decide seguir adelante. Según nos cuenta posteriormente a la salida de la publicación de la revista, no le da importancia a esa ruptura, ya que cree que “es una más”, y que en unos días estarían “tan felices como siempre”.
En un principio y durante algún tiempo, Esther mantuvo que no existía tal ruptura: “Quedaos tranquilos, que, en unos días, se va a arreglar y estaremos tan bien como siempre”
Ese mismo miércoles, tras la conversación con Santiago en la que nos anuncia la ruptura, nos ponemos en comunicación con Esther. En un principio y durante algún tiempo, mantiene que no existe tal ruptura: “Quedaos tranquilos, que en unos días se va a arreglar y estaremos tan bien como siempre. Es solo una pelea más de tantas”, nos dice. Pero, ante la contundencia de los argumentos, termina por reconocer que, efectivamente, Santiago Pedraz había roto su relación y cancelado, por lo tanto, su boda, a través de un mensaje de WhatsApp.
¿Quería forzar a Santiago a reconciliarse con la presión de la publicación del reportaje? ¿Esperaba que, efectivamente, todo se solucionara sin consecuencias? No pudo ser un motivo económico, puesto que Esther no había cobrado ningún dinero por la entrevista.
Fueran cuales fueran sus motivos, el caso es que actuó de forma irresponsable. Santiago lo tenía clarísimo en ese momento y lo sigue teniendo igual de claro: “No voy a volver con Esther. No quiero hablar con ella”, nos dice. “Jamás voy a hablar mal de ella porque no la quiero perjudicar de ninguna manera, pero hay líneas rojas que no se pueden pasar y ella las pasó. Por eso me planté y rompí y por eso no me voy a mover”, continúa. Santiago no iba a mantener esa mentira y, por el mismo motivo, a cada llamada de felicitación de familiar o amigo por su compromiso, respondía lo mismo: “Ya no estamos juntos”.
Esther: “Es una sorpresa para mí y para todo nuestro entorno, por supuesto. No es que me haya decepcionado, es que no entiendo esta situación. No entiendo nada”
Pero… ¿cómo se puede pasar del amor total de pedirle matrimonio a una persona, para pasar juntos el resto de su vida, a una ruptura sin marcha atrás? Santiago no quiere entrar públicamente en los motivos ni en los detalles. Quiere respetar a Esther porque lo cierto es que la ha querido mucho. Pero el caso es que su historia de amor había tornado en guerra abierta. “Esther ha cambiado. Ya no es la persona de la que me enamoré. Es muy doloroso, muy triste”, es todo lo que acierta a decir en estos momentos. No es capaz de comprender cómo ha sido capaz de llevar tan lejos una mentira, un engaño, una traición… “Se acabó”. Palabra de juez.
A pesar de la contundencia de las palabras de Santiago, Esther vive en un mundo en el que todo sigue siendo de color de rosa. Desde luego, a años luz de la realidad de Santiago. Ni reconoce serios problemas en la pareja ni un asunto tan grave como para dinamitar la relación y el compromiso, ni coincide en partes fundamentales de la narración de los acontecimientos. Tampoco admite que haya cometido error alguno al seguir adelante con la publicación del anuncio de boda a pesar de que Santiago había roto con ella. No encuentra el problema a dar luz verde a la publicación de un reportaje a pesar de que, en esos momentos, Santiago ya le había dicho que quería romper.
“Pensé que sería un arrebato y que se pasaría en unos días. Los dos estábamos muy ilusionados esperando el gran día”
Es la propia Esther la que da su versión de los acontecimientos:
—¿Qué ha pasado?
—Aún no lo sé, porque no hemos podido hablar entre nosotros.
—¿Cuándo rompisteis vuestro compromiso y vuestra relación?
—Después de todo esto que está ocurriendo, la relación está rota. El sábado día veinte de agosto recibí un mensaje por WhatsApp de Santiago diciéndome que la relación se había terminado. Por supuesto, no me lo tomé en serio. Le llamé por teléfono, pero fue imposible la comunicación. Después de ser una mujer comprometida y los dos en edades adultas, no me creo el romper una relación con un simple mensaje de WhatsApp de dos líneas. Esto tendremos que hablarlo.
—¿Por qué decidiste no comunicárnoslo para que no saliera el reportaje del anuncio del compromiso cuando él había roto contigo?
—Pensé que sería un arrebato y que se pasaría en unos días. Los dos estábamos muy ilusionados esperando el gran día. Cada semana me preguntaba si sería esa la que saldría.
—¿Qué ha podido pasar tan grave para pasar del anuncio de compromiso a la ruptura total?
—Aún no lo sé, porque, como he dicho, no hemos podido hablar. No ha sido posible volver a hablar con él.
—¿Hay posibilidad de reconciliación?
—En estos momentos, no lo sé.
Fueran cuales fueran sus motivos, el caso es que Esther actuó de forma irresponsable. Santiago lo tenía clarísimo en ese momento y lo sigue teniendo igual de claro: “No voy a volver con Esther”
—Tú, por lo que dices, querías arreglar las cosas.
—Es que no había nada que arreglar.
—¿Te has desenamorado?
—No, estoy sorprendida con todo esto, nada más. Es una sorpresa para mí y para todo nuestro entorno, por supuesto. No es que me haya decepcionado, es que no entiendo esta situación. No entiendo nada.
—¿Cuáles son tus sentimientos hacia él en estos momentos?
—Mis sentimientos serán siempre de cariño hacia él y hacia su familia. Nos hemos querido mucho y, si no es posible la relación, solo espero que seamos muy felices los dos en nuestros caminos y estoy segura de que seguiremos compartiendo muchas cosas, ya que los dos nos queremos, aunque no pueda ser como pareja. La amistad seguirá siempre con nosotros.
—¿Cómo te encuentras?
—Sobre todo, sorprendida.
—¿Crees que has hecho mal las cosas?
—No.
—¿En qué se ha equivocado Santiago y en qué te has equivocado tú?
—No creo que nos hayamos equivocado. En todo caso, puedo pensar que ha sido un poco de saturación de tantos días juntos veinticuatro siete. Ocurre en todas las parejas. Los dos somos diferentes y quizás necesitábamos un poco de espacio.
—Si pudieras dar marcha atrás, ¿harías las cosas de otra manera?
—No.
Justo cuando se cumplía el primer aniversario de su relación, Esther nos llamó para anunciarnos que habían formalizado su compromiso y que estaban deseando contarlo: “¡Nos casamos!”
—¿Sigues enamorada de él?
—No te desenamoras de un día para otro.
—¿Qué sientes ahora por él?
—Mucho cariño, como el que siempre sentiré por él.
—¿Qué te dijo cuando vio que había salido el reportaje del anuncio de boda? ¿No te pidió explicaciones?
—No me dijo nada.
—¿Por que decidiste no frenar la publicación como él te pidió?
—Él nunca me pidió eso. Si así hubiera sido, o hubiera querido, lo podría haber frenado él. A los dos nos hacía mucha ilusión, como he dicho antes.
—¿Qué ha hecho que esta crisis sea diferente?
—No lo sé.
—¿Cómo se puede pasar del amor loco de compromiso matrimonial al desamor total de ruptura de relación en tan poco tiempo?
—No lo sé.
—¿Por qué crees que esta vez no tiene solución?
—Dos personas están juntas siempre que los dos quieran, si él en estos momentos no quiere estar conmigo, solo él sabe el porqué.
—¿Vas a hacer algo por intentar recuperar la relación?
—Cuando las aguas se calmen, hablaremos y veremos en qué punto estamos cada uno.
—¿Qué reflexión sacas de todo lo que ha ocurrido?
—Me la guardo para mí.