La muerte repentina del futbolista sevillano José Antonio Reyes a los 35 años (murió en un accidente de tráfico el 1 de junio de 2019) dejó una familia rota, devastada también por el fallecimiento de su primo, de 23 años, que viajaba con él en el vehículo siniestrado. A todo eso se suma el problema con la herencia, pues han salido a subasta varios inmuebles del jugador por impagos de los herederos.
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En concreto, se ha ordenado la ejecución hipotecaria de un chalé en Boadilla del Monte (Madrid), un piso en Chipiona (Cádiz) y siete locales comerciales que Reyes había adquirido en Bormujos (Sevilla). El chalé de Boadilla, de cuatro plantas y con piscina climatizada, lo adquirió cuando jugaba con el Atlético de Madrid, por el que se reclama a los herederos, según recoge El Confidencial, 1,39 millones de euros, a los que habría que añadir 418.000 más en intereses.
En el piso de Chipiona, valorado en unos 135.000 euros, el futbolista (que no había dejado testamento, dada su juventud) solía pasar sus vacaciones junto a su familia. La subasta, en este caso, aún está abierta. En cuanto a los inmuebles de Bormujos, pertenecen a un lote de unos 20 locales comerciales que tendrían pendiente un impago hipotecario de 360.000 euros que ascendería ya, por los intereses, a 550.000. De ellos, han salido a subasta siete, tasados en 1,72 millones de euros, según el citado medio de comunicación.
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José Antonio Reyes debutó a los 16 años en Primera División y jugó para equipos como el Real Madrid, el Atlético, el Arsenal, el Sevilla e incluso para el Xinjiang Tianshan Leopard Football Club, en China. En el momento de su muerte jugaba para el Extremadura Unión Deportiva, en Segunda División. Era padre de tres hijos: José Antonio, Noelia y Triana, que en el momento de su muerte tenían 11, 6 y 1 años, respectivamente.