Los 40 años de historia de la Copa del Rey MAPFRE no se pueden resumir en unas líneas. A sus protagonistas les brillan los ojos cuando les preguntas por su mejor anécdota en la prestigiosa regata que organiza el Real Club Náutico de Palma (RCNP). Sonríen y hablan de amistades forjadas Copa tras Copa, pero pocos consiguen concretar en una vivencia concreta. “La Copa del Rey MAPFRE es el corazón de Palma y es el corazón de la gran familia de la vela. Eso es lo que hemos conseguido en los 40 años de historia”, asegura Vivi Mainemare, coordinadora deportiva del RCNP.
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La trayectoria de esta emblemática competición, desde su nacimiento en 1982 hasta el gigante organizativo y mediático que es hoy en día, ha sido firme edición tras edición. Es la cita que nadie se quiere perder, a nivel deportivo y a nivel social. Nacho Postigo, uno de los regatistas clásicos en la Copa del Rey MAPFRE, recuerda que su primera participación fue en 1994, mientras cumplía el servicio militar. “No me lo creía. ‘¡Wow! Estoy en la Copa del Rey’, me decía. Y me fascinó tanto que acabé convirtiéndome en regatista profesional, a pesar de haber estudiado Marketing y Business”.
Homenaje Real a la Armada en la Copa del Rey MAPFRE
“La Copa es parte de mi vida, relata otro de los habituales, Pichu Torcida. A nivel deportivo ha crecido muchísimo, desde las primeras ediciones en que sólo había una clase, al evento multiclase de ahora”. El RCNP ha sabido no sólo adaptarse a las tendencias, sino marcar la pauta respecto a la introducción de nuevas categorías. En números es también impresionante: cita cada año a más de un centenar de embarcaciones y un millar de deportistas, en representación de una veintena de nacionalidades.
Ejemplo de su carácter innovador es la introducción en la edición de 2019 de una clase exclusiva para mujeres, la Mallorca Sotheby’s, con el objetivo de aumentar la representación femenina, de la que fueron pioneras equipos como el Azur de Puig. Allí estaba la navegante Alicia Ageno, cuyo envidiable palmarés incluye participaciones en Copa América y regatas de vuelta al mundo, y que en la 40 Copa del Rey MAPFRE compite a bordo del Tenaz de la clase Club Swan 50.
En las filas de esa mítica embarcación también se alineó la Infanta Cristina desde muy joven, y de ella fue patrona a partir de 1988. No se quedó allí la participación de las mujeres de la Casa Real: la Infanta Elena navegó con Il Moro di Venezia y a bordo de otras unidades, por ejemplo de la mano de Camilo José Cela. La reina Sofía también se vistió de regatista, en las ediciones de 1987 y de 1995, en este último caso con el Hispania de la Armada Española.
En esa época la famosa ‘regata larga’ de la Copa del Rey marcaba el ecuador de la semana y solía traer sorpresas en la clasificación, porque en mitad de la noche las embarcaciones se quedaban sin viento y había que esperar a que volviese a soplar algo de brisa con las primeras luces. Algunas de las mejores fotografías del evento son de esta prueba costera, que llevaba a las embarcaciones de punta a punta de la bahía y más allá.
Lo sabe bien Nico Martínez, quien ha fotografiado con su cámara la competición en todos sus formatos, en blanco y negro y carrete y a color y en digital. “Mi mejor foto de la Copa del Rey, explica, es una de la flota en una tormenta, hace 20 años, con el cielo completamente negro y sobrevolando la flota el helicóptero de Televisión Española de color amarillo, azul y rojo. Quedó un fotón”. Pero el recuerdo predilecto de este estimado fotógrafo náutico es de la última edición de la Copa del Rey MAPFRE. “En la entrega de trofeos el Rey don Felipe me hizo llamar y me preguntó por una enfermedad que había tenido, me preguntó cómo estaba”.
Por anécdotas reales, seguramente la mejor es la que relata Pedro Campos, el regatista más laureado, que se ha ganado el apelativo de Mister Copa. Cuando ganó la edición de 1993 con el Bribón VIII de José Cusí y Juan Carlos I, la tripulación se mostró indecisa en el momento de seguir la tradición y lanzar al agua al vencedor. “Vaya tripulación más sosa tenemos, ¿no?”, ledijo el Monarca a su armador, Cusí. Campos aceptó el reto y acabó empujando al Jefe del Estado a la piscina, y los tres celebraron el triunfo en el agua, como es debido.
En una ocasión anterior las cosas no habían salido tan bien para el ahora rey Juan Carlos, según recuerda Jaume Carbonell, gerente del Real Club Náutico de Palma. “En la decimotercera edición, cuando Juan Carlos I iba liderando una regata, una de las balizas que marcaba el recorrido se perdió, nadie la encontraba en el mar, en la posición donde tenía que estar. Tuvimos que anular esa prueba”. Se dice que el enfado del Monarca fue mayúsculo, lo que dice mucho de su espíritu competitivo. Todos quieren ganar la Copa del Rey.