Era la boda con la que Sonia Ferrer soñaba. En el campo, rodeada por sus familiares y amigos más íntimos, sus animales - sus dos perros, ‘Parche’ y ‘Duna’, y su poni, ‘Toffee’ - que reflejase su amor por el inspector de la Policía Nacional, Sergio Fontecha, y cómo es ella. “No he pensado en la imagen que pueda dar, he querido hacerla a mi manera y yo soy así: cercana, amorosa, campestre... y una romántica empedernida”, nos confesaba la presentadora.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Como todas las novias, los días previos al enlace miraba al cielo y a su móvil -para ver las predicciones meteorológicas- y, con la ola de calor que se estaba viviendo en Madrid el último fin de semana de julio, lo único que le preocupaba era que sus invitados se sintieran bien y no les diera mucho el sol durante la ceremonia, ya que todo estaba preparado para que fuera al aire libre en la finca El Patio de Ángela, situada en Valdemorillo, en plena Sierra de Madrid. Pero, pasadas las seis de la tarde, el cielo empezó a nublarse y aparecieron las primeras gotas de lo que terminó siendo una tormenta de verano que vino con mucha lluvia y viento, y se prolongó un par de horas.
“Estaba planteándome retrasar la boda media hora por el calor y, de repente, empieza a chispear y acabamos con un tormentón de verano. Más que nervios, sentí tristeza y preocupación, pero bueno, siempre he tenido bastante buena actitud ante la vida y eso se demuestra en las situaciones complicadas”, nos dice Sonia, que supo mantener los nervios a raya y empezó a buscar soluciones. “Reaccioné bastante bien, había que resolver y lo primero era desmontar todo rápido”, relata. Todos los trabajadores de la finca guardaron corriendo las mesas y la decoración para que no se mojara y en medio del trajín y el ir y venir cargando con todo a contrarreloj, el viento hizo que se cayera una rama enorme de un árbol, justo en el lugar en el que momentos antes se encontraba la hija de Sonia resguardándose con su poni. Por suerte, nadie resultó herido y después, pudieron retirar la rama y que todo quedara como si nada hubiese pasado.
Dicen que una novia mojada es una novia afortunada, y en el caso de Sonia, este dicho se ha cumplido a la perfección. Ella es una mujer muy positiva y cómo tal, sabe ver el lado bueno de las cosas y vio en este incidente, la suerte que tuvo. “Dentro de todo lo que ocurrió, creo que he tenido mucha suerte, sobre todo después de ver cómo mi hija se libró por los pelos de que se le cayese medio árbol encima porque ese temporal vino con lluvia y viento muy fuerte”, nos dice.
En contacto telefónico con Sergio, ya que él se estaba preparando en su casa y ella en la finca y, como manda la tradición, el novio no puede ver a la novia antes de la ceremonia, mantuvo la calma y decidieron retrasar la ceremonia hasta que pasara la tormenta, mientras que sus invitados esperaban tranquilos en el salón tomando un aperitivo.
Por fin la lluvia cesó y, aunque durante la ceremonia volvió a chispear, estas gotas no empañaron su felicidad y los novios pusieron al mal tiempo buena cara y mucho amor. Sonia añadió a su look nupcial lo que nunca esperó, botas para la lluvia y paraguas, pero lo que no cambió fue su gran ilusión al dar el “sí, quiero” al hombre con el que está viviendo la historia de amor que siempre anheló.